domingo, 22 de diciembre de 2013

EL KAYSER, DEMONIO O PERRO


Cuando eres niño, todo te va y viene, no existe el peligro en tu mente, la vida se hizo para ser vivida y nada mas, jugar es lo mas importante, reunirte con tus amigos es imperativo. etc
      Cuando era un niño, en plena inauguración de uno de los mundiales mas emblemáticos de la época; también, se inauguraba cerca de mi casa, un parque con; columpios, resbaladeros etc. Había una marimba amenizando la ocasión, al paso del tiempo y ya mas  crecidito, ya visitaba dicho parquecito, todo estaba como es lógico desgastado y sin pintura. En fin, el uso de niños hiperactivos hace sus estragos con estos juegos. Si que los disfruté.
          Uno de los pasatiempos de la pandilla era, retar uno de los perros mas bravos del lugar, salir huyendo y subirte al resbaladero. Yo, un niño con una ración de preservación superior a la de mis amigos, jamás les acompañe a retar al Kayser, así era el nombre de aquel rabioso y gigantesco perro, de color amarillo y cola enrollada.
            Siempre, me acomodaba en el lugar mas seguro. Cuando se escuchaba la alarma del siguiente juego. 
   -Prepárense,  ahí viene el Kayser!  No importaba donde tu te encontraras, deberías ponerte a salvo y en el parque, el único lugar que te podía proteger en ese instante, era el resbaladero, y si te ubicabas en la tómbola que colocan hasta arriba del resbaladero era mejor, tenias la mejor vista de la carrera del valiente y Kayser, detrás de él. Bien, luego de la alarma, todos dejábamos lo que estábamos haciendo y corríamos en bandada, hasta el resbaladero era algo que hacia correr la adrenalina por tu cuerpo y a veces, de un solo brinco te apostabas y pasabas sobre el cuerpo de otro niño, para subir lo  mas que pudieras. 
Una vez ya en acción, y acomodado, observabas a tu amigo correr y Kayser casi mordiéndole los talones, entonces. el osado niño subía por el resbalín, hasta agarrarse de alguien para no caer. Kayser, brincaba y, sentíamos que nos alcanzaba. Era como ver la película tiburón, ver las fauces abiertas y brincando, queriendo atrapar algún pie, las babas salían de su hocico y se regaban por el aire, con tanto odio y a veces llegué a pensar, que con mucha hambre. Cuando se cansaba, se acostaba al pie del resbaladero y todos permanecíamos en él. Tal cual, la escena de la película: Pájaros, gritándole para que volviera a embestir. Y, si el perro regresaba a su casa, entonces le tocaba a otro niño, ir por él  y poner en riesgo su pellejo. Y así, se repetía la acción.
            Así se repitió, hasta que aquellos niños dejaron de ser niños, y se largaron del parque. Entonces, otros tomaban su lugar. Esto duró, hasta que Kayser murió. Los que continuamos con nuestra niñez lo extrañamos y a veces lo soñábamos, mordiendo nuestra pierna.
      -Dios! eso era una horrible pesadilla!!
    
SergioRaga 22.12.12


No hay comentarios.:

Publicar un comentario