domingo, 15 de diciembre de 2013

OTRA DE JUDICIALES: SE TRONARON AL BURRO


Al escribir la historia de los RAY BAN y LOS JUDICIALES, recordé con una gran sonrisa, otra aventura, que me pasó de adolescente con estos señores, entacuchados.
        Regresábamos de nuestra rutinaria visita diaria, a nuestras apreciadas amigas de la colonia. Éramos: Julio, Fredy, Wily, Rolmy, Mario, y "el burro" así le decía desde siempre este Julio, y nosotros llegamos a acostumbrarnos que hasta la fecha por ese apelativo le hablamos.
        Al entrar a nuestra querida calle, salió gritando desde su casa, Rigo, quién no había salido ese día con nosotros.
-Mucha! mucha!, en la ceiba están poniendo barricadas y están quemando llantas, se apuntan yo voy a ir a apoyar.
-Será? dude. Pues nunca me han gustado esas aventuras en donde hay un riesgo inminente.
           Pero, todos estuvieron de acuerdo en acudir a solidarizare con los vecinos, quienes protestaban pues de cinco centavos, que costaba el pasaje público, le habían incrementado a diez, y eso era inaudito.  Salimos todos, convencidos de apoyar hacia la ceiba. La ceiba, queda en el centro de nuestro colonia y en ella desembocan dos calles principales que aparecen en lo alto, pues la ceiba esta en una hondonada. Ya instalados en el  lugar todos se pusieron en acción, gritando consignas y alentando las llamas que salían de las llantas quemadas y acomodando chunches, para tener una buena barricada. De pronto, alguien nos alertó gritando: LA JUDICIAL!! Todos volteamos hacia las dos calles principales, lugar donde aparecieron un par de focos de los jeeps; para ser mas exactos dos en cada calle. Se detuvieron un momento,  para dar un vistazo y determinar la acción a tomar. Como, pieles rojas, dispuestos a atacar a los colonizadores ingleses; pero nosotros no nos quedamos a acomodar las diligencias y carretas, al grito de alerta salimos como almas que traen al diablo encima o, como cuando levantas una cloaca y las cucarachas se dispersan a gran velocidad para salvar sus putrefactas vidas; así salimos corriendo todos sin percatarnos  si a la par tuya iba alguien de tus amigos o eran solo parroquianos chutes igual que nosotros, en ese instante todos habríamos ganado las olimpiadas en los 100 metros. Al lado nuestro se escuchaban zumbar las balas que pasaban cerca de la humanidad de cada uno de nosotros. En otras palabras, nos tomaron de tiro al blanco o, como si salieron de cacería. Corríamos para salvar nuestras vidas; nuestros oídos enmudecidos de tanto ronroneo provocado por las balas rompiendo el aire, quizás tan cerca, pues era lo único que escuchábamos. Confundido con el sonido de las zancadas, atravesando terrenos baldíos, brincando piedras, basura, troncos, y uno que otro desdichado que se había tropezado. Uno de ellos era nada menos que, el Burro. Luego, de un sonido diferente a los descritos se escucho que alguien dio con toda su humanidad en el suelo, dando tumbos y rodando entre nuestras piernas.
-Mucha, se echaron al burro! -gritaba Rigo- -le dieron al burro! -el burro cayó! -el burro esta muerto!
        En la trifulca y la confusión, de que si el burro estaba o no herido o peor muerto! vimos pasar frente a nosotros cual saeta, corriendo como nunca, imparable y rebazándonos a todos, una sombra, -tremendo susto llevamos-. Pero, después nos regreso la alegría, al ver que aquella sombra no era nadie mas que, el Burro que luego de caído, revolcado, raspado, golpeado, se incorporó y nos rebasó a todos, haciéndonos a un lado. Llegamos a nuestra querida calle sanos  y salvos pero, asustados. El burro, llegó todo sangrado, con la ropa rota, después de tremendo trancazo que se había dado.


SergioRaga 15.12.13


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