viernes, 17 de enero de 2014

DEL ÁRBOL CAÍDO...


-¡Oye!, ¿qué piensas hacer?  -Detente por favor!
-Solo quiero un poco de leña, para la cocina de mi casa, siñor. Respondió, el indígena asustado y  ya dispuesto a dar el primer hachazo, al tronco que hacia un tiempo yacía en el piso de la campiña, al lado de lo que un día pareció ser una bonita granja, la cual estaba abandonada desde ya varios años.
-No sabes que esta es propiedad privada? Pregunto, indignado Fabián, quien había vivido  su infancia en aquella granja y que recién la había recibido como herencia, esa parcela. 
-Había retornado y que según él, todo aquello seguía como cuando lo dejo de adolescente.
-Perdone patroncito, pero como ya no habita  nadie esta cabaña y este árbol lleva días muerto y caydo, pensé en cortarlo para leña. 
-Pero no se preocupe, ya me voy, y si se decide, avíseme, pues nosotros necesitamos la leña para cocinar.
           Fabián, se sentó sobre aquel hermoso árbol, que ciertamente estaba muriendo, la copa había caído y destrozado parte del porche de la casa y de la tierra salían como llamas de fuego, las raíces del árbol, algunas de ellas ya estaban cortadas, quizás por los aldeanos, precisamente para hacer leña, de tan inmenso árbol.  Luego de unos minutos, Fabián se incorporo y empezó a buscar, un tatuaje que de chico hizo, era un corazón con dos iniciales: la F y la L; atravesado por una flecha. La L, era la inicial de su primer amor de niñez, de una de sus primas, a quien ya no volvió a ver.
          Mientras, Fabián buscaba el corazón, se paro frente a una rama larga que le tapaba del sol y se dio cuenta que, del otro lado del tronco apenas se podía ver la casa. Pensó: 
-Realmente, habrá que cortarlo por trozos y vender la madera a los indígenas del lugar. Pero, al dar un paneo visual del árbol tirado, desde la copa hasta las raíces, no puedo evitar, recordar y transportarse en pensamientos, años a tras, cuando ese árbol era aun joven;  un árbol lleno de vida y de promesas.
          -Pero papá, recuerda que me lo prometiste, que haríamos una casa en el árbol, para cuando vengan mis primos, podamos dormir allí.
-Si fabiancito, pero primero coloquemos esta llanta, con esta soga para que les sirva como columpio. 
-Esta bien, papa! respondió el niño todo entusiasmado y en ese momento se sintió una ráfaga de viento, que estremeció las ramas del árbol, como queriendo indicarles que él, estaba también emocionado. No se pudo evitar que en ese estremecimiento se cayeran unas hojas, acompañadas de unos mangos deliciosos que ya estaban maduros pero, con esto también, se paso llevando uno de los mangos a un nido y los pájaros salieron en bandada, asustados de su hogar.
-Mira papá! un nido, tendrá algún huevo o un pajarito. Por fortuna solo era el nido el cual estaba en plena construcción. El padre de Fabián, lo tomo con todo cuidado y lo volvió a colocar; en la rama mas alta a la que pudo acceder, imaginándose que por la altura, ningún animal de rapiña o el mismo gato de la familia podría causarle daños al futuro pichón.
-Lo pusiste muy alto papi!
-Si, Fabiancito, supongo que ahí estaba antes de caer al suelo, ademas allí no hace ningún problema, cuando hagamos tu casita del árbol.
    El joven árbol se sentía, útil y amado por aquella familia que se acababa de mudar, pues el niño y los padres que lo habían sembrado, hacia mucho le habían abandonado y se sentía satisfecho, de haber acogido tan bien a esta otra generacion, como lo hacia hoy día con esta otra familia.
      Mientras el árbol dio sombra, dio alimento, dio acogimiento al hogar que hicieron en sus ramas para los niños, dio hospedaje a los pájaros que ahí vivieron y que cada mañana y atardecer, llenaban de música el lugar. Todo estaba bien, era un proveedor familiar y también para los vecinos, y también para las visitas, y también para los enamorados. Pues, tubo que soportar el dolor de ser tatuado sin anestesia, con tal de que la señal de amor perdurara por los siglos. Pero el tiempo paso y todos se fueron de aquel lugar, dejando abandonada la granja y ésta, al no tener mantenimiento y con la tala de árboles vecinos el crecimiento de hierba mala, las lluvias inclementes y pesadas, fueron haciendo que el suelo fuera cediendo, ante aquel colosal árbol. Pues, si que era inmenso; proporcionaba sombra a varios metros a la redonda, pues su copa era increíblemente grande y frondosa. Que un día el suelo, ya con algunas raíces a flor de piel, no soporto tanto peso que éste cayó. Cuentan que cuando esto sucedió se sintió un temblor en los alrededores, el viento soplo de tal manera, que se escucho un sonido tan desgarrador, como si el árbol se hubiera quejado cuando se rompían y se salían del suelo sus raíces; y no digamos al caer tan brutalmente sobre aquel terreno que había perdido su horizontalidad. El árbol, ya caído perdió sus funciones básicas antes descritas, que después de ser alguien que se sentía y era, útil. Ahora era un escombro, nadie recordó lo que este gigante de la naturaleza, algún día represento, que los aldeanos empezaron a hacer, leña del árbol caído. Sin misericordia, empezaron a depredarlo, hasta ese día en que Fabián regreso. Luego de unos minutos que Fabián se llevo, en hacer un recuerdo fotográfico, para lo que ese árbol represento en su vida, fue otra zaga de aire, que lo hizo volver en si  y de nuevo los parroquianos, que lo observaban a la distancia, escucharon unos sonidos melancólicos, como los de alguien que agoniza. 
Todos se vieron la cara, en sus rostros se veían gestos de admiración y de horror y llegaron a pensar, que todo este tiempo, que ellos estuvieron quitándole trozos de madera, el árbol pudo haber estado con vida aun, como esperando al joven Fabián para despedirse de él y que, en ese preciso instante, eso estaba pasando. Si, el árbol se estaba despidiendo, pues estaba a punto de morir. Todos al rededor se extrajeron sus sombreros y los murmullos y algunas lagrimas se dejaron escuchar. Mientras los niños se agarraban a las enaguas de sus nanas del miedo por lo que estaban siendo testigos. Fabián, ignorante de lo que sucedía, encontró por fin el tatuaje, hecho por él y su primer amor, L. Le sobo con mucho amor, y le dio las gracias a tan magno ejemplar de la naturaleza que unas lagrimas rodaron de Fabián por sus mejillas, y al rodar y llevarse con ellas parte de su ser, cayeron sobre aquel tronco y cuando las lagrimas de Fabián hicieron contacto con el tronco, éste se sacudió, a consecuencia de que en ese preciso instante los pájaros  que se habían negado abandonar la copa de ese árbol, salieron volando, agitados y asustados y nunca mas volvieron. También, se vieron salir de la copa otras especies silvestres que habían adoptado como hogar a aquel que un día fue fuente de vida, de cobijo, de alegrías, testigo de amores y que ahora todos querían hacer leña de él.
Si, todos se olvidaron de quien fue y de lo que este árbol había representado por generaciones a esa comunidad, que cuando lo vieron y lo creyeron muerto, todos se abalanzaron hacia él, con sus hachas y machetes, simplemente a hacerlo leña. A Sacar, de su frondoso tronco lo único que podían sacar de él, leña tal cual el peor de los depredadores.
       Despues de aquel día todos los testigos de lo sucedido y a consideración de Fabián, quien se instaló en ese lugar, dispusieron quitar nada mas las partes que molestaban al ambiente y respetaron una porción de casi el 80% de su tronco y allí quedo, como fiel testigo de toda una vida, lugar que emplearon para descansar, aquellos que por ahí pasaban y todos emparejaron el terreno y con las semillas que quedaron del árbol; sembraron a su alrededor y en el centro de la aldea, a los HIJOS de aquel, que una vez quedo sin beneficios para todos.     TODOS PRETENDIERON HACER LEÑA DE ÉL...



SergioRaga 17.01.14


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