martes, 21 de enero de 2014

Fregaderas estudiantiles


El primer día de clases, el maestro nos pidió que uno a uno nos presentáramos. Se Levanto uno de nosotros y dijo:
-Me llamo Edgar, pero quiero que me digan bruja. Todos nos reímos del bruja, pero me agrado su honestidad y hasta la fecha, Edgar es bruja. A manera que transcurría la primera semana de clases se empezaron a hacer los respectivos grupos, unos porque llegan del mismo colegio, otros  por afinidad y gustos. Para entonces nuestro grupo ya constaba de ocho compañeros y uno de ellos era: Bruja. Bruja, era un muchacho, de una posición económica mejor a la nuestra, pues llegaba al instituto en un hermoso mini cooper. En ese mini cooper, cabíamos perfectamente pero un poco apretados los ocho, y fue en éste que tuvimos nuestros primeros devaneos estudiantiles. He aquí alguno de ellos.

Remen!
Una de tantas veces que se suspendían las clases por cualquier motivo, reuniones de maestros, puentes, etc. Nadie se regresaba a su casa por el contrario algunos se iban a chupar, otros a fumar hierba,  Nosotros, nos subíamos al mini y nos íbamos para la sexta. Ya en la zona uno, nos dirigíamos los ocho, metidos de alguna forma en el mini cooper, y nos colocábamos en la entrada de la sexta, en la esquina de la EEGSA y el Portal del Comercio. El bruja daba un aceleron hasta la siguiente boca calle, entonces apaga el motor, y se escuchaba al unisono, -remen!, remen! y allí estábamos adentro del carro los ocho, al mismo tiempo echando el cuerpo de atrás para adelante (como si remaras, pero sin remos). El objetivo del juego, era pasar toda la sexta, llegar hasta la 18 calle sin necesidad de arrancar el carro, tras nosotros se formaba tremenda cola y los parroquianos nos volteaban a ver cuando del auto salían los gritos de ocho gargantas adolescentes a todo pulmón, gritando: ¡Remen!, ¡remen!, si algún semáforo nos detenía o la policía, el Bruja arrancaba el mini cooper y a empezar de nuevo; hasta que podíamos decir, misión cumplida.

Desfile militar
En este juego dejábamos el mini cooper parqueado en cualquiera de las calles cercanas a la sexta, sin ningún temor ni reserva. Y nos colocábamos uno detrás del otro tal cual, una fila india, pero pegados. Entonces llevando el paso, como un magno desfile militar, con toda gallardía, nos recorríamos toda la sexta cruzando las calles y si no había mucho trafico en medio de la sexta, La gente nos veía extrañados, unos reían, otros nos gritaban locos, busquen que hacer. Pero nosotros ocho, inmutables a lo que escucháramos seguíamos en nuestro desfile al estilo militar.

El metido
Recuerdo que en esos años, la librería Piedra Santa, era la única con material audio visual, y colegios de prestigio e instituciones del estado, llegábamos a ese lugar a ver filminas, previa cita, echa por el maestro; nos citaban a cierta hora y allí nos juntábamos. Las filminas eran para complementar las materias y en ellas veíamos ejemplos e ilustraciones del contenido escolar.  Se pagaban veinticinco centavos por alumno. Mientras hacíamos "cola" para entrar a la pequeña salita de cine, nos quedábamos esperando en los alrededores de la librería, cerca de ésta se encuentra el hotel Ritz Continental, edificio de varios pisos. Entonces nos juntábamos  hombro con hombro, bien juntos y viendo fijamente hacia la azotea del hotel, del grupo solo se escuchaban murmullos: -Se tirara!; se va a caer!, y otras frases, que te llaman la atención. Era en ese momento que los transeúntes se unían al grupo a ver, hacia donde nosotros veíamos; cuando teníamos a varios curiosos viendo nos retirábamos de ellos y nos les quedábamos viendo con cara de estañados, como diciendo y esta gente mula que están viendo, al percatarse los incautos algunos soltaban la carcajada mientras que otros se enojaban y se retiraban diciendo entre dientes que "amaban a nuestras madres". Esperábamos un rato y nos uníamos nuevamente. En una de tantas se une a nosotros un señor de buen vestir con un bastón, junto a nosotros, retiro su sombrero, y al no ver nada nos pregunto, muy educadamente. -Que sucede jóvenes! Uno de nosotros empezó a echarle bromas, pero él insistía que no veía nada, hasta que alguno de los que habían caído antes le hace ver que estaba siendo engañado. Y nos cae a bastonazos, unos corrimos con suerte mientras que otros recibieron uno que otro, bien merecido. Cada bastonazo iba acompañado de lo siguiente #*!&$!!

Fulano quiere conocer la colonia!
Terminada la jornada del día escolar. En grupos nos dirigíamos a la parada de buses, los que vivíamos por el mismo sector. En el camino uno que otro se iban quedando y bajando del bus, luego de la despedida, que consistía en juego de manos  que mas parecía un ritual, y era a cada uno de nosotros, eso significaba que había que empezar a despedirse como una cuadra antes de bajar el bus. Para la colonia veníamos unos cuatro, eso era hasta donde el bus tenia su terminal, pero habían tres compañeros que se bajaban en la calzada San Juan antes de que la camioneta cruzara hacia la Florida. Fué entonces cuando les dije a mis tres compañeros. 
-mucha fíjense que zutano, perencejo y fulano, no conocen la colonia y quieren ir a conocerla   
-Ah! bueno, entonces no hay que defraudarlos, decía otro malvado, mientras los otros dos tomaban los bolsones de los desafortunados y no se los dábamos: tirándolos entre nosotros. A todo esto el chófer gritaba ya molesto. 
-Van a bajar o no?
-Nooo! gritábamos los que vivamos en la colonia. Mientras los otros resignados se dejaban llevar hasta la parada de bus en la colonia primero de julio. Sin saber si luego tendrían los cinco centavos para regresar a la San Juan y caminar hasta su casa. esto se volvió casi a diario y no se porque siempre caían.

Así era la juventud por aquella época, podías atravesar colonias en la madrugada a pie, tal era el caso de  la Florida y solo nos saludábamos con otros muchachos que iban en sentido contrario, ibas a barranquear. Y los famosos e  infaltables repasos de fin de semana para el cual no necesitabas invitación, simplemente  entrabas y a disfrutar.

Fredy, bailaba con una chavita guapísima en medio de la sala de la casa y cuando tomo el valor le pregunto su nombre. Luego le hizo el siguiente comentario.
-Bonita fiesta, que se estará celebrando. A lo que la educada y hermosa niña, con una sonrisa en sus labios  le responde:
-¡SON MIS QUINCE AÑOS!!!   
                                 
                                  ah! Juventud divino tesoro!!

    Tomado del libro: "Historias de un adolescente tímido" by sergio raga


SergioRaga 21.01.14



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