viernes, 28 de febrero de 2014

EL PARQUÍMETRO (Una sucesión de eventos )

Llegamos a nuestro destino y procedimos a buscar un lugar en donde parquear el vehículo.
-Ahí!
-Dónde? 
-Aquí! aquí hay  lugar!. Y no tiene parquímetro!.
-Que suerte!
Descendiendo del vehículo, cuando en bicicleta se acercaba un agente de Emetra, con su típico uniforme verde, revisando los parquímetros. 
-Qué hacemos?
-Pues nada, no ves que no hay parquímetro. Nos encaminamos hacia nuestro destino cuando el agente nos dio alcance.
-Van depositar su moneda? Nos cuestionó.
-A dónde? si acá no hay parquímetro.
-Claro que hay, señor.
-Es aquel. señaló a uno solitario, a varios metros de allí.
-Es un parquímetro múltiple! Nos vimos las caras con mi hermano. Buscamos una moneda pero lamentablemente nadie tenia sencillo; para eso, llego con nosotros la persona  con la que teníamos nuestra cita.
-Qué sucede?
-Hola! 
-Acá, buscando una moneda para el parquímetro. 
-Pero, no tenemos sencillo. 
-De casualidad usted no tiene, licda.
-Déjeme revisar...
-Van a poner una moneda o no? Dijo el uniformado ya con el tono elevado.
-Señor, no ve que estamos buscando; ademas solo es de firmar este documento y se van, no nos toma mas que, un par de segundos, 
-No sea pura lata.
-Y, no no tengo la moneda.
-Firmemos, dijo mi hermano, mientras el señor de Emetra, extrajo su cámara y empezó a tomar fotografías al carro.
-Que bárbaro! 
-No pudo tener un poco de consideración; son unos lagartos ustedes. Le replico la licda.
-Solo es una moneda, señora! Para cuando ellos discutían esto, nosotros tomamos nuestro camino de regreso a nuestra oficina; pero la licda. y el agente se quedaron discutiendo sus puntos de vista.
-Vea, señor agente, lo que usted hizo hoy aquí y me refiero, a no ser un poco flexible, si vio no fueron mas que un par de minutos. 
-Usted!, y óigame bien, usted lo va a pagar y de una manera que ni se imagina. 
-Usted, va necesitar que alguien sea un poquito condescendiente con usted y le va a pasar lo mismo que aquí...
- Y, se va recordar de mi, se lo garantizo. Se retiró, bastante enojada, la licda. a su oficina, haciendo ademanes indicándole que ya no quería escucharle mas.
-Solo era una simple moneda; tacaños! Grito el abnegado oficial quien, solo cumplía con su trabajo, a letra muerta. Se subió a su bicicleta y continuo con su trabajo, revisando parquímetros y colocando remisiones.
      No fue sino hasta un par de semanas mas tarde, cuando el oficial llego a su casa como era costumbre, y se encontró con la novedad de que a su niña de 7 años, le dolía el estómago, era tanto el dolor de la niña, que no dejaba de llorar.
-Que bueno que llegaste, llevemos a Karen al hospitalito de niños.
-Claro mi amor, llévala al carro yo dejo esto y nos vamos. Salieron lo mas rápido que le fue posible al señor agente, quien en esos momentos no era mas que otro ciudadano común y corriente. En pocos minutos, estaban en la emergencia del hospitalito para niños, de la zona 7.
-Enfermera, traigo a mi hija con un fuerte dolor de estómago, que no se le quita con nada. -Podrían evaluarla por favor! Pidió ayuda la angustiada madre; a lo que la enfermera le respondió.
-Trae su carné?
-Si, señorita, acá lo traigo. Buscaba entre sus cosas, la nerviosa madre, mientras que el ahora ciudadano normal, tomaba  a la niña, quien no dejaba de llorar por el inclemente dolor de estómago.
-Aquí esta! señorita.
-Bien, ahora pasen a la caja a cancelar la consulta.
-No hay problema -dijo el padre de la niña- pero atiéndanmela ya por favor.
-No podemos señor, solo hasta que cancele su consulta...
-Pero eso es rápido. Vaya por favor.
El señor agente, corrió desesperado a la caja, a que le cobraran la consulta, llevaba en la mano un billete de a 100 para ahorrar tiempo.
-Señorita! 
-Por favor, una consulta para la emergencia! Es urgente, por favor. El desespero, se veía en la cara del señor. Pero la cajera le responde, con tono pesado.
-Acaso, no sabe leer? Arriba de ella habia un letrero grande que indicaba: Favor traer sencillo.
-Cuanto es señorita? pregunto el afligido hombre, pues el llanto de la niña resonaba en todo el hospitalito.
-Son veinte, señor!  Por mas que el tipo se busco, solo encontró otro de a cien.
-Señorita; tome el billete y quédese con él, mientras encuentro el sencillo, para que atiendan a mi niña. 
-Acaso no la escucha, esta sufriendo de dolor.
-Eso, no es posible señor. Las normas son claras, usted debe traer sencillo.
-Lo se señorita, Pero no puede ser un poco flexible con esa norma, se trata de una emergencia! suplico el señor agente.
-Si las normas y las leyes, fueran flexibles, nuestra sociedad seria un caos. 
-No cree, señor? Y cerro su ventanilla. Un acompañante de otro paciente se levanto y le dijo.
-Amigo, mejor lleve a su niña al Roosevelt, pues aquí nadie se la atenderá, sin el pago de la consulta, y encontrar quien le haga sencillo  a esta hora, que hasta los chicleros se fueron ya. -Nadie le hará sencillo.
-Y le recomiendo que llame a los bomberos, pues con el trafico de esta hora y con los nervios que tiene usted, se tardará mucho en llegar, de acá al Roosevelt.
-Gracias, señor, llamare una ambulancia.
-Señor! le grito otro individuo, que también andaba con su hijo en la emergencia. 
-Aproveche, ahorita llego una ambulancia, hábleles.
-Gracias!
Al rato iban: él, su señora y la pequeña Karen, quien no paraba de llorar del dolor. La ambulancia llevaba las sirenas encendidas e iba a una  gran velocidad, hasta subiéndose en las banquetas, pues habia mucho transito y sí, era una emergencia. Los minutos se hacían eternos para la pareja de esposos, quienes se consolaban entre si. En ese momento, el agente de Emetra, recordó las palabras de la licda. Y pensó; aya una moneda y acá sencillo, ninguno de los dos fuimos transigentes, flexibles, a las normas de nuestros trabajos. Meditando eso iba, totalmente ausente del lugar en donde se encontraba cuando, un grito le hizo volver en si. 
-Nooo! karen..., hija! El bombero somató el vidrio al chófer, dándole indicaciones y el chófer, simplemente apago la sirena y bajo la velocidad para pasar a ser un simple vehículo mas. El agente de Emetra, simplemente coloco sus manos sobre su cabeza y en breves segundos después, grito.
-Licenciadaaaa..., nooooo!.....

Nada nos cuesta, tomar decisiones justas en nuestro trabajo, pues las reglas, normas y leyes las hacen burócratas, a los que solo les interesa el ingreso del dinero, no el servicio al publico, que es para lo que fueron nombrados. Si, nuestro agente de Emetra, hubiera sido un poco flexible al reglamento, quizá la señorita cajera, también lo hubiera sido. 
........HASTA LA PRÓXIMA HISTORIA DE LA SERIE:     "UNA SUCESIÓN DE EVENTOS" 

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