martes, 29 de abril de 2014

LAS ARAÑAS DE PEPIN

Un día, mi mascota, un perro cocker ingles, traía encima una araña, cuando lo vi me pregunte que tienes en la cabeza amigo, el se acerco a mi moviendo su cola. Ya frente a mi, verifique y pude confirmar que se trataba de una araña, la tome con una tolla húmeda y la mate, luego acaricie su cabeza y se fue contento, nuevamente a recostarse al lugar de costumbre. Pasaron los días y nuevamente le vi algo extraño sobre su pelaje, le llame y se acerco moviendo su cola, le dije:
-¿Qué traes aquí? Efectivamente, otra araña.
Fui al lugar en donde se mantenía echado y solo pude encontrar, una tela de araña; inmensa, pero no vi araña alguna;  destruí la tela de araña. Pero al poco tiempo, nuevamente estaba allí, retadora frente a mi, una enorme tela de araña. Me acerque una vez mas, con la intensión de destruirla, pero esta vez del centro de la telaraña brinco sobre mi rostro una enorme araña color negro, caí al suelo con tremendo ejemplar arácnido sobre mi rostro, mientras trataba de quitármela de encima, pude observar que sobre mi ya habían miles de arañitas, las mismas que ya antes habia encontrado en el pelaje de mi mascota. La enorme araña, no me permitía respirar, acabando con mi vida en cuestión de minutos.
Cinco días antes.....
Mi perro, era un cachorro muy conocido en todo el vecindario, su pelaje colorido y su excelente carácter, le habían hecho un perro muy querido por el vecindario.
-Hola Pepin. Le dijo una de mis jóvenes vecinas, acariciando su hermoso pelaje; al momento de ella hacer contacto con el pelaje de mi Pepin, de él salieron miles de arañas, devorandole de inmediato su joven brazo, ella salio corriendo agitando su brazo el cual ya era  el puro hueso, al terminar de correr por el vecindario, cayo sin vida. La noticia llego a mi, pero nunca le preste atención, pues me parecía cuentos de
abuelita. Los vecinos se preguntaban como habia sucedido aquel desastroso acontecimiento. Yo, no le dí crédito nunca a esa historia. 
El alguacil, llego al vecindario para investigar, como la jovencita habia perdido todo el tejido y músculo de su brazo. Para él, eso era un caso de algún criminal serial. Mientras, se encontraba haciendo sus investigaciones, mi Pepin se acerco a él.
-¡Hola Pepin! ¿Qué sabes de éste caso? Luego de preguntarle le acaricio la cabeza a mi mascota. De inmediato, salieron de su pelaje brillante, una cantidad exagerada de arácnidos, los cuales se le metieron bajo las mangas de su camisa, pero él no sintió absoluta,ente nada. Al momento de subir a su patrulla y dirigirse a su oficina. En el camino le empezó a arder parte de sus brazos lo que le hizo perder el control, embarrancándose cuando salía de  una curva. Dicen, que cuando lo encontraron solo hallaron su esqueleto. Muchos vecinos abandonaron el vecindario por el temor. Solo nos quedamos unas dos casas y la mía, aquello era un desierto, y mi perro seguía difuminando por el pueblo la muerte. Pepin, seguía con su vida normal, esa de andar husmeando entre las vecindades, pues todos le regalaban algo de comer, cuando éste les visitaba. 
Entro en casa de los Gonzalez, un par de ancianos que se mantenían meciéndose en sus mecedoras, agitando sus abanicos por la época calurosa, fue que Pepin entro y fue recibido con el cariño de siempre; entonces los ancianos le acariciaron y fueron invadidos por las pequeñas y carnívoras arañas dejando en las mecedoras los puros huesitos de los ancianos, quienes al iniciar su trágica muerte se estremecían y gritaban de dolor; pero ésto no detuvo a los arácnidos hasta concluir su hambrienta sed de carne humana. Los vecinos de la otra casa llegaron a buscarme para contarme lo que le habia sucedido a los ancianos, pero ese día no me encontraba en casa, fueron recibido por Pepin y sus inusuales habitantes sin esperar, se le abalanzaron y se fueron escondidos entre sus ropas hacia su casa, para en la noche acabar con ellos, dejando un par de esqueletos con los huesos brillantes de limpios. Eso, sucedió cinco días antes.
-Bueno Pepin, te has quedado solo, tu amo murió de la misma forma extraña que los demás habitantes de este maldito pueblo. Le dijo el hermano del dueño de Pepin, colocándole una correa en el cuello y subiéndolo a su camioneta.
-¿Qué es lo que tienes aquí? Le pregunto a Pepin su ahora dueño. 
-¡Solo es una arañita! dijo. La tomo entre sus dedos y la lanzo hacia afuera de la camioneta, luego le dijo a Pepin, quien no dejaba de mover su cola.
-Bueno Pepin, listo para conocer a tu nuevo hogar. 
-A mis hermosas niñas les encantará tenerte en su cuarto. 
-Ya veras, como te van a recibir. Ésto le decía, Jorge a Pepin, con forme alcanzaban la autopista. 
-Y el vecindario estará feliz de tener un perrito tan noble y de colores hermosos como lo eres tu. Pepin, movió su cola y le respondió con un emocionado 
-¡gua! 
-¿Qué, es eso? se pregunto Jorge, al ver que de una de sus orejas, salia una araña, la cual, caminándose por la cabeza e introduciéndose en la otra. 
De los orificios nasales salieron otras y bajo el pelaje hermoso y brillante de Pepin, iba un ejercito de pequeñas arañas.
-Nada Pepin, creí ver que de tu nariz habia salido una araña, pero eso no es posible.
-Seguramente, es mi imaginacion. Luego de un par de horas de conducir, llegaron.
-Bueno Pepin, bienvenido a tu nuevo hogar y nuevo vecindario. Le dijo Jorge a Pepin, encaminándose hacia la puerta principal de su hogar; de donde salieron dos pequeñas y rubias niñas. Una de diez y la otra de ocho.
-¡Bienvenido Pepin! Gritaron las niñas abrazando al perro, quien movía su cola muy feliz.
Las niñas, no se dieron cuenta por la emoción de su nueva mascota, que de un lagrimal de Pepin, salio una arañita, introduciéndose en uno de sus orificios nasales.
Pepin, lamió la carita de las niñas y se introdujeron en su nuevo hogar, la noche había caído sobre las casas de aquel vecindario y la luna brillaba.
Dos noches después, en la parte trasera del patio; siempre de noche, la luna se reflejaba sobre una enorme tela de araña, que abarcaba desde las paredes perimetrales hasta un árbol, de donde colgaba un columpio hecho con un neumático, lugar en donde se introdujo una enorme araña de color negro.

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