martes, 20 de mayo de 2014

ARBOLES CAÍDOS... SOLO CENIZAS COSECHADAS

El viento llegaba fiel y puntual, todos los días a aquel bosque, a mecer sus ramas,
a arrullar los nidos, con sus bebes adormitados.
Aquel, era un espeso bosque, desde el aire, solo se lograba ver una pincelada verde, de diferentes tonalidades, dependiendo de la estación del año. Al centro, como elegido por DIOS, una ceiba pentandra dominaba desde su enorme tronco hasta su frondosa copa, dándole energía a todo el bosque, dirigiendo sus ramas a los cuatro puntos cardinales. Era, el mas buscado por las parejas de enamorados, que se aventuraban una que otra tarde a adentrarse en aquel maravilloso hogar natural, buscaban su enorme tronco para tatuarle en él, su amor y, que junto a su centenaria vida, perdurará por siempre como el amor que en ese momento se habían jurado. Los animales silvestres, que habitaban en la abundancia del bosque, protegidos de la vida moderna, tenían todo lo necesario para vivir sin privaciones, no molestaban a las familias humanas que a las faldas de ese pulmón natural vivían.
Los ríos que lo atravesaban llevando alimento y oxigeno, como si fuera la sangre dentro del cuerpo humano, sin contaminación, con gotas de cristales que hacian un espejo que de tus manos podría escarparse, fuente de nutrientes para todo aquel entorno de vida. En dicho bosque, no habia un solo árbol caído, del cual se pudiera hacer leña, los arboles periféricos, servían a la comunidad de campo de diversiones: columpios encauchados, resbaladeros ya sin costra eran las ramas vencidas que llegaban hasta el suelo, las lianas hacian de rueda voladora, en fin ese era el hermoso bosque, al que todos amaban y respetaban. Dentro de sus entrañas, el hombre era permitido solo como ave de paso, pues, después de unas horas ahí adentro, eran vomitados hacia a fuera con rumbo a sus junglas de concreto y contaminación. Era  una área protegida, por dar oxigeno a toda la comunidad.
        Un día, alguien con mucho dinero, tuvo una gran idea. Idea, para engrosar sus bolsillos del cochino dinero. Éste, pregunto. 
-¿De quién es? todo este bosque. 
-Es de la comunidad. Le dijo su acompañante
-¡Ah! 
-Entonces ya se a quien comprarlo. Se dirigió con el alcalde y le dejo sobre su mesa una oferta a la que no pudo resistirse, y sin pensarlo, se lo vendió. Los vecinos y habitantes sintieron un extraña sensación. De pronto, un desfile de monstruos de color amarillo, se hicieron presentes por las calles del pequeño pueblo aledaño al hermoso pulmón natural y aunque hicieron de todo para evitar que el bosque se contaminara con esa peste humana, todo fue imposible. Pues, del bosque poco a poco salían carrozas fúnebres, con cadáveres verdes, los cuales como destino tenían: ser un mueble o fuente de energía en alguna estufa, poco a poco el lienzo de variados colores verdes, se fue volviendo de color café, si un café fúnebre. Los ríos, se llenaron de basura, quebrando todos los cristales que un día fue la fuente de alimento y riego, se diría que: el sida habia llegado a aquel torrente sanguíneo que era formado por riachuelos dentro del hermoso bosque, no habia cura. Al fin, quedo solo el árbol patrio, engalanando lo que pronto seria un complejo habitacional, el cual ya estaba vendido en su totalidad. 
El viento fiel, nunca mas volvió y los habitantes del bosque; algunos, emigraron hacia donde les fue posible, otros se convirtieron en invasores y algunos abandonaron no solo el bosque sino tambien las estadísticas y fueron colocados en libros, como recuerdos de animales; esos: los famosos extintos. Pues, se negaron a irse y ahí quedaron dentro del holocausto que el hombre dejo. Enterrados bajo concreto yacen ya. 
La tierra, dejo de ser fuente de proteínas y minerales y la ceiba enfermo, su copa era inmensa y sus ramas eran enormes y fuertes, se veía que el peso era insoportable; por mas que se aferraba a la vida ésta la abandono, la erosión fue enorme, que del suelo quedaron como heridas a flor de piel muchas de sus fuertes y robustas raíces, al pavimento reventó, quedando como la torre de Pizza, allí  empezó su vía crucis para la que, un día fue fuente de energía y corazón del enorme bosque. 
Con pocos días, soportando el peso que la inclinación le proporcionaba, su corazón y su voluntad se quebró. Un gran estruendo provoco cuando al fin sucumbió. La ceiba, ahora era un cadáver , aunque nunca un medico antes llego, ahora el ministerio público las calles colmo, se coloco un cordón de color amarillo a su alrededor, para que nadie su leña fuera a robar, pues la ceiba dueño tenia ya, los curiosos cómplices del hombre que el bosque compro se acercaban  con asombro, para ver aquel enorme dinosaurio vegetal, tirado de lado, muchos leían historias de amor, otros solo por curiosidad se acercaron, unos ni siquiera se voltearon, mejor de largo pasaron. diciendo entre dientes: 
-Cuanto costará ese terreno, lugar que de la ceiba fue. El pueblito, que al igual que el bosque, expulsado tambien fue; pues, los elegantes habitantes no querían de vecinos a tanto desgarrado y vulgar campesino. De aquel imponente bosque ya nada quedo, el rió se secó. 
Hoy solo se observa una mancha de color gris; en lugar de ríos, caminos de asfalto; en lugar de árboles casas lujosas; pero nadie se percato que sobre aquel lugar una sombra gris al sol les tapo, y del aire fresco y saludable solo enfermedades pulmonares quedaron. 
Y es que del árbol caído, todos su leña tomaron, y cuando a éste quemaron... ahora sus cenizas cosecharon.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario