miércoles, 28 de mayo de 2014

BONITA

Bonita, era bonita y yo sufría al verla pasar, pues su belleza no le permitía ver para ningún lado; su andar, era como el de un soldado en magno desfile, con la vista siempre al frente.
-¡Vaya! si es bonita. me decían mis amigos, quienes conocían mis sentimientos para esa intocable flor, pues para llegar a su corazón, antes deberías de pasar por todas sus espinas.
Ella, sabia lo bella que era, pues simplemente con ponerse frente a un espejo de él veía lo que todos deseábamos. Todos los días a la hora en punto, me hacia presente al lugar por dónde pasaría, esperaba unos minutos sintiendo en mi estómago un jolgorio de mariposas. En esas aparecía y yo, sin quitarle la vista de encima. Ella, avanzaba con tal gallardía, esa que la hacia mas deseable y bonita, mientras se acercaba, mi corazón latía como una desbandada de caballos. Y todas las palabras y frases rebuscadas en canciones, en libros, y copiadas de mis amigos que habia entrenado frente a mi espejo para dejarle como acompañante el mejor de los piropos, de mi boca sedada, con mi lengua enrollada como serpientes en pleno coito, no me permitían emitir sonido alguno. Ya que iba unas cuadras después de haberme dejado su delicioso aroma impregnado en el ambiente y en mi mente; salían de mi boca, como si fuera loco en manicomio, todas esas bellas palabras que ella nunca escucho, pues si las hubiera escuchado, esta otra historia sería.
Mis amigos mas cercanos a veces no la veían a ella, sino que se concentraban en mi cara quien era una pantalla de emociones al nomas verla aparecer en mi campo visual, aquellos que sabían que la Bonita, _así le decíamos, pues ni siquiera su nombre supimos_ consientes de que nunca a sus pétalos llegaríamos y que antes de sortear todas sus espinas una flor marchita sería, concentraban sus fuerzas en otras, un poco menos bonitas, pero que sus tallos no tenían tantas espinas. Un día, acepte mi posición en ese drama y ya no salí a embrutecerme mas. Conocí otras flores, algunas sin espinas solo con hojas verdes, otras un poco espinosas pero accesibles y una que otra con una pequeña abeja sobre su polen; esas que luego de picar te dejan el aguijón y mueren. En ellas tambien concentre mis fuerzas.
Cuando, ya no me acordaba de Bonita, llegaron mis cuates para enseñarme quien estaba en un lugar impensable para esa flor hermosa que era Bonita, pero si, ahí estaba, como aquellas macetas llenas de hermosas flores, las cuales florecen si las colocas en el lugar idóneo, pues sino se marchitan. Si era ella, junto a uno del barrio, se paseaba con ella y nosotros preguntándonos ¿cómo habia éste, igual que nosotros, logrado conquistar el corazón de Bonita?.
La respuesta fue sencilla... Simplemente, al verla aparecer con su solemne caminar se le coloco en frente, justo a donde ella siempre miraba y sencillamente: le hablo... quizá un simple hola, o quizá un simple ¿cómo te llamas?, o quizá un simple ¿quieres salir conmigo?. así de sencillo. Éste, no solo vió lo bonita que era, sino que a parte de contemplarle, tomo el valor que nosotros nunca tuvimos y le hablo. Así de simple. Allí, termino mi historia con Bonita. Pues después la vi, pero embarazada de mi igual, de un muchacho al que no le tembló la tierra, de un muchacho que creyó en él.
¡Pero si que era bonita!... nuestra Bonita. Pues como dije, nunca supimos su nombre.  

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