lunes, 26 de mayo de 2014

CEMENTERIO

En la colina, a través de un centenar de arboles, tan viejos, como el mismo cementerio, se colaban los rayos plateados de una hermosa luna llena, permitiendo que la languidez de las sombras, se alargaran por todo el cementerio, ese era el escenario esa noche, mientras en el pueblo a unos escasos metros de ahí, descansaban plácidamente. Una sensación de tranquilidad y sosiego atravesaba junto al aire, desde el cementerio hasta las casas del pequeño pueblo. A razón de una media hora la luna fue desapareciendo y atrapada quedo entre las algodonadas nubes de color negro, dejando en tinieblas a la colina, lugar del cementerio, por ratos unos centelleantes y luminosos relámpagos volvían al apacible cementerio en una fotografía de horror. Poco después, una tupida llovizna cae sobre el pueblo y sus alrededores, para mas tarde, ésta se vuelve una tormenta, dejando una estela de ríos de aguas negras y charcos por las calles de la pobre y polvorienta ciudad, de la colina, parecían emanar ríos de aguas contaminadas por los cuerpos de los cadáveres calentitos y milenarios, entre los difuntos yacía el cuerpo de un personaje del cual todos en el pueblo querían olvidar; debido a sus maldades para con los niños de esa región; éste desalmado personaje, quien habia causado un sin numero de barbaries con los pequeños habitantes del pueblo y sus vecinos aledaños, condenado por un juez local a morir en la horca.
La tormenta no les daba tregua, algunos aldeanos se levantaban de la comodidad de sus camas, para colocar utensilios bajo las goteras de sus miserables casas. Cada vez que el cielo se abría para dejar salir de sus entrañas un estruendoso relámpago acompañado de un latigante rayo, éstos se santiguaban, pidiendo que no les fuera a sorprender uno entre sus casas y potreros. Era tal la tormenta, que los rayos, detrás de uno llegaba el otro.
-¡Diantres mujer, este si cayo cerca... lo sentí en mi espalda!... voy a ir a tranquilizar a la mula. Le dijo uno de los vecinos a su mujer.   
-¡Ten cuidado viejo, no te vaya a  alcanzar uno! El aldeano estaba en el umbral de su puerta dispuesto a salir hacia su potrero, cuando un la luz le cegó por unos segundos, luego quedo sordo por otros segundos. La mujer alcanzo a ver que el rayo habia destruido una de las cruces del cementerio, le pareció como si de la misma tumba hubiera salido aquel rayo para dirigirse a las alturas.
-Viejo no vale la pena, mejor éntrate. Le dijo la señora a su marido, quien obediente cerro su puerta y se entro. Misteriosamente, luego de aquel rayo la tormenta comenzó a morir y las nubes dejaron libre nuevamente a la luna, para que ésta alumbrara y se reflejara entre los charcos y ríos que corrían por doquier.
Mas tarde, con las languidecidas sombras nuevamente en su lugar; un bulto emergía de unas de las tumbas, era el lugar en donde habia caído o salido el rayo. Se trataba de Tinoc, el ahorcado, con su cabeza un poco tirada hacia el costado izquierdo y con la ropa quemada y mojada; con la vista puesta en el pueblo aun sin vida, dejo escapar un horrible grito que se escucho en todo el pueblo.
-¡Oíste vieja! La pobre doña, estaba metida entre las chamaras temblando de puro miedo por el susto de aquel grito salido de ultratumba. Al igual que ellos, el resto se habia despertado con una horrible sensación en sus huesos. Para fortuna de ellos, estaba a punto de amanecer, los gallos con sus plumas mojadas cumplían con su deber diario de avisar a los parroquianos que era la hora de levantarse, pues esos son los horarios en los pueblos, levantarse temprano, para ir al campo a trabajar. En menos de lo que los gallos volvieran a cantar el sol estaba ahí, presto para secar el agua de las calles. El campesino, testigo de aquel misterioso rayo, acudió al cementerio para verificar los daños causados por tremenda descarga. Pálido quedo al ver que la tumba de Tinoc, estaba vacía.
-¡Aquí cayo el rayo! dijo con vos horrorizada, al dar la vuelta para volver al pueblo a avisar a las autoridades, se topo con la cara humeante de Tinoc y su cuello tirado hacia el costado izquierdo.
¡Hola... me recuerdas! Le dijo Tinoc, y antes de que éste lograra emular algún sonido le enrollo sobre en cuello, un cordel, un pedazo del mismo con el que le habían ahorcado. Pues,  lo habían metido junto a él, en su tumba. Luego de ahorcar al campesino, lo empujo, cayendo dentro del hoyo que hace unas horas habia sido su morada eterna. Apresuradamente, con sus manos tapo el hoyo y se escondió nuevamente en alguna parte del cementerio.
Al caer la noche, la mujer esperaba a su marido, quien no habría regresado con el resto de campesinos. Salia a cada momento para ver si regresaba.
-¿Qué le habrá pasado... estará zampado en la cantina?   
-¡No! Le respondió una espeluznante voz, cuando ésta volteo para ver quien le estaba hablando ya su cuello estaba deshuesado, como si se tratara de una gallina. 
Dirigiéndose a la bodega del pueblo, con aquel particular andar, su sombra hacia mas pronunciada la inclinación de su cabeza, daba la impresión como si se tratara de un cuerpo con un enorme absceso en uno de sus costados. Al llegar a la bodega, toco a la puerta con desespero.
-¡Ya voy!... ¿Quién será a estas horas? Dijo el bodeguero, con una botella en su mano y muy molesto.
-¿Quién? pregunto con la voz alzada.
-¡Yo!, ¿Me recuerdas?
-¡Tu!, fue lo ultimo que dijo. Luego de enrollarlo por el cuello, lo arrojo por un costado, se introdujo en la bodega y tomo unas botellas, como eran varias, las metió en una carretilla de madera y se fue con ellas para el cementerio.
Ya entrada la noche, cuando el sueño de cae por completo, la carretilla se encontraba con todas las botellas vacías. Se dirigió a la esquina colindante con el cementerio, prendió un fósforo y la lanzo contra la casa mas cercana al cementerio. De inmediato ésta empezó a arder y en pocos segundos aquello era una escena, sacada de la misma historia Romana, en tiempos de Nerón. Sentado sobre una de las tumbas del cementerio, observaba con su cabeza de lado, como se consumía el pueblo, el mismo que lo habia condenado a la horca. Lo disfruto por varias horas, luego de ello se introdujo en el cementerio, perdiéndose entre las cruces y el centenar de árboles milenarios.     







No hay comentarios.:

Publicar un comentario