sábado, 31 de mayo de 2014

MI PRIMER CARRO

Corrían aquellos años dorados; ésos, en los que tener carro no era una necesidad, sino un pequeño lujo que muy pocos se lo podían dar _gracias a DIOS, yo pude_ 
Sin ayuda de mis padres; obtuve mi primer carro, en esa época no se compraban carros rodados importados del norte _chatarra que los gringos desechan_ Se compraban en concesionarios. Nuevos, eran baratos en relación a lo que te cuesta uno hoy, pero yo no llegaba a tanto, como para darme ese lujo. El carro que me compre, era uno de esos que se daban de enganche para sacar uno nuevo. Ésos que recibía el concesionario como enganche, luego los arreglaba y los vendía usados, pero en excelente estado. Un pickup Pony, ese fue mi primer carro.
Despues de un año, de arduo trabajo, de muchos sacrificios y mucha austeridad, llegue a la cantidad necesaria para comprarlo de contado. 
Para mis amigos, ese carro fue, como el primer carro para a ellos tambien, pues entre todos lo enchulamos, unos compraron los aros, otro la lona playboy para la palangana; en fin, entre todos, ese carro hizo a nuestra historia. 
Pero, yo no sabia que, todos los planes y la ilusión por tener un carro, pronto iba a ser saboteado por mi mismo; con un problema de salud, que hasta la actualidad aun quedan las secuelas del mismo. Ese, mi primer carro me sirvió, no para mis planes primarios; los cuales eran 100% diversión. ¡No! por el contrario ese carro me sirvió, como de ambulancia privada, pues a menudo en él, me llevaban a un sala de emergencias de algún hospital y a citas con médicos especialistas. 
Así transcurrió la mayor parte de mi vida, luego de comprarme la ilusión de tener un primer carro. 
Hoy día, como antes, jamas de mi boca y corazón han salido palabras de reproche hacia la Divinidad que me permitió darme aquel lujo, por el contrario, agradezco haber sufrido lo que sufrí, pues eso me hizo madurar, crecer como persona, ser un buen hijo, un buen esposo y un buen padre. Aunque posteriormente tuve la oportunidad de tener otros carros y darme el lujo, por pura gana o por el simple echo de que me gustaba y lo compraba; digo esto, pues como decía, llegue a tener en esos maravillosos años, hasta dos carros simultáneamente, siempre por mi esfuerzo y dedicación en mis trabajos; mas tarde, en mis negocios.
Ahora, con heridas y cicatrices de esa horrible enfermedad, quise compartir esta historia, pues muchas veces la vida no es como nosotros quisiéramos que fuera, ésta trae su propósito desde el mismo instante en que llegamos y lo continuamos hasta el momento en que nuestras vidas caduquen, pues bien sabido es, que todos traemos una fecha de caducidad y ésta no viene como en las medicinas, con una tolerancia mínima de tres meses. Cuando caduca, todo termina.

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