sábado, 21 de junio de 2014

EL PROSTITUTO

¡ADVERTENCIA!
-Si eres una persona que se ofende solo con el titulo o con temas relacionados; por favor discúlpame y NO lo leas.

-Ésta, es una historia verídica, a la cual se le han agregado situaciones ficticias, para darle ritmo y matices idóneos a la propia historia. 

      Hace unos cuantos meses me despidieron de mi trabajo, en el cual estuve mas de quince años, encontrar otro me ha sido muy dificil pues, a mis 35 años, ya se me considera viejo para un trabajo mas o menos como del que me despidieron. Menos mal que aun estoy soltero. Casi se me acaba el dinero de mi indemnización y estoy desesperado pues, no se que va ha ser de mi si no consigo pronto un buen trabajo.

_Volvía a mi casa luego de una entrevista de trabajo y justo al entrar por mi calle, con la vista en el suelo, escuche que alguien me saludaba, con mucho cariño.
-¡Hola, Jorgito! _¿Cómo le fué?     Era mi vecina, la temblorosa de doña Rosa, así le apodaban los niños de la cuadra, por un su problema de salud que llevaba de años, es mas, desde que la conozco que le dan esas sus crisis. _Pobre de doña Rosa.
-¡Hola doña Rosa!... ¡A ver que tal! 
Doña Rosa era una cuarentona, solterona, que se ve, que de no ser por su enfermedad sería una hermosa mujer a sus cuatro décadas (como dice el Arjona)
-Arjona, debió de haberse inspirado en doña Rosa, jajaja. 
-Pensé y luego me reí, yo solo. Entrando a mi casa _me encontraba_ cuando escuche como las vecinas entraban en acción con sus griteríos histéricos, para ayudar a doña Rosa, con otra de sus crisis.
-¡Pobre vieja! Pense 
-Y, me tumbe sobre mi sofá, allí me quede viendo el techo de mi casa.
-Por cierto, que ya le hace falta una manita de pintura, ¡que asqueroso esta!.

-¿Cómo se siente doña Rosita?. Le preguntaba doña Leja, ya acostumbrada a sus crisis. 
-Debería de buscar ayuda profesional...  _pero vaya con uno bueno ya no vaya con charlatanes. _¡esos que solo le sacan el dinero!. le regañaba doña Leja a doña Rosa quien ya regresaba a la cordura luego de su crisis numero mil, solo por darle un número.
-¡Mire doña Rosita! _mi hija trabaja en un edificio de clínicas médicas y me ha dicho que hay un loquero que le podría ayudar con su problema. _Pues ya no puede ser algo de su cuerpo, seguro que es su mente. Le decía la vecina preocupada; y, la verdad ya cansada de ser ella la enfermera quien le ayudara a cada momento en sus crisis.
-Yo le voy a decir a la Pachita, que le haga una cita.
-¿Será doña Leja? (...) Luego de una breve pausa, continuo doña Rosa. 
-¡Ya que!  _Esta bien, ¡que me la haga!

Salio doña Leja de la casa de doña Rosa y yo seguía viendo mi techo, en esas me fue entrando un sueño que quede privado de la realidad, desparramado sobre mi cómodo sofá.

Un mes después, me encontraba mas desesperado que nunca 
-¡A la puta! ¡ya no me queda ni mierda! 
-Así me expresaba al ver mi libreta de ahorro. Mientras yo le sacaba la madre al mundo entero y especialmente a mi jefe, el que me habia despedido por haberme encontrado con su secretaria en una situacion muy deliciosa para mi y para ella; pero muy desafortunada, para el viejo verde de mi ex-jefe.
Mientras tanto, doña Rosa, se encontraba en una de sus citas, con el especialista que para esas alturas y luego de haberle sacado suficiente dinero, le daba una solución preliminar que para mala suerte del colegiado, le daría al clavo y se le terminaría su minita de oro. Que era lo que le representaba, doña Rosita.
-Vea Rosa, el problema que usted tiene no es grave, ni de muerte, es una conjunción, hormonal y mental. 
-En otras palabras, sus hormonas le causan problemas en su cuerpo y su mente contribuye causándole desagradables sesiones de ansiedad acompañadas de depresión. 
-Nada que no podamos ir controlando con medicamentos. 
-Pero la solución  definitiva a su problema. Le seguía indicando el colegiado a doña Rosa. 
-Es que usted, tiene un temperamento sexual elevado y su cuerpo le pide... ¡Mas bien le exige que lo satisfaga!. Me explico.
-¡El qué! Grito, indignada doña Rosa. 
-¿Pero?... ¿es eso posible doctor? Le pregunto doña Rosa, luego de varios minutos de haberse ido de ese lugar a meditar mentalmente y digerir lo que el medico le estaba sugiriendo.
-Pero doctor, ¡aun soy virgen!. Le dijo doña rosa al medico.
-Y, ¡ése es su problema doña Rosa! 
-Usted necesita ¡dejar de serlo!
-Pero doctor, si sigo virgen, es porque nunca tuve la oportunidad de hacerme de un marido, ni mucho menos (...) Luego de otro silencio de parte de doña Rosa. 
Ella continuo.
-¿Y? Si no lo hice de jovencita. 
¿Cómo quiere que alguien quiera hacerlo conmigo ahora de vieja!
-No diga eso Rosa, usted aun es joven y muy bonita. 
-Es su enfermedad, la que la tiene desmejorada. Le consolaba el medico.
-Por otro lado, hay personas que se dedican a ésto. 
-¿No le será problema hacerlo con un profesional?
-¡Con un puto! casi grito doña Rosa. 
-Y, ¡que me peguen una enfermedad! 
-¡No doctor, prefiero seguir con mis crisis!  
-Ademas, ¿que van a pensar de mi mis vecinas? 
-No, ¡definitivamente no!
-Vea Rosa, éstos son profesionales y respecto a una enfermedad de transmisión sexual: para eso están los preservativos. 
La platica no cambio; así siguió, por un buen rato. 
Al fin, salio doña Rosa de la clínica y se dirigió para su casa, con aquella platica en su mente. Al fin, llego a su barrio, entro en su calle, absorta con sus pensamientos, cuando a lo lejos escucho que alguien le saludaba muy cordialmente.
¡Hola doña Rosa! 
-¿Cómo va la terapia? Era Jorge, quien salia de su casa en busca de algún trabajo, cualquiera que este fuera, pues ya estaba desesperado y casi sin plata.
¡Hola Jorgito! ¡por ahí mire! 
-Y, ¿usted ya consiguió trabajo?... 

Así fue como se crusaron, dos corazones con diferentes problemas y una misma solución. A lo que me refiero, es que, ambos tenían un problema y ambos tenían los ingredientes para solucionarlos.
-Éste es el inicio, de mi nueva profesión. 
-Doña rosa se curo y nunca mas volvió a sufrir otra crisis, convirtiéndose en una sensual cuarentona, que echa fuego al andar.
-Ésta es mi historia.

La historia... De como, me volví en un prostituto. 


TOMADO DEL LIBRO: "¿PORQUE ME PROSTITUÍ?" de sergio raga








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