lunes, 7 de julio de 2014

te quiero y te espero

-Yo se que cuando el tiempo haya pasado, tu quizás encuentres otro amor y de mi te olvidarás. De ésta manera se despedía Juan y Sofía, en la estación de trenes. Ella lloraba, sabiendo que el tiempo es inclemente con el amor. 
-Estas vacaciones, fueron las mejores, Juan. Logro decir entre sollozos. Juan con mucha ternura le limpio sus mejías.
-Estaremos juntos para las siguientes vacaciones, ¿no crees?. Le consoló Juan, pero Sofia sabia que eso era muy dificil. 
El tren hizo la ultima llamada y su típico sonido se escucho, Juan beso a Sofía y corrió para subirse en el último de los vagones, él colgando de éste no dejo de despedirse con su mano en lo alto, ella no podía creer que el amor de su vida, se acababa de marchar y quiza para no volver. Entre sollozos, logro murmurar.
-¡Te amo y siempre te amaré!. 
El tiempo paso y Juan no volvió en las siguientes vacaciones, ella supo que ya no lo volvería a ver más y decidió aceptar las invitaciones de su amigo Julian, quien conocía de los sentimientos que Sofia guardaba para Juan. Con el tiempo Sofía y Julian se comprometieron. 
Entonces, una tarde apareció en el pequeño pueblo, un carro de color rojo, descapotado que levantaba mucho polvo, por las serpenteante carretera de terracería, con cada kilómetro que el deportivo le ganaba al camino, el piloto soñaba con llegar y abrazar a su querida Sofía; si, era Juan, quien llegaba luego de un largo tiempo, sin saber nada uno del otro. 
Por fin llego al centro del  pueblo, paqueando su hermoso vehículo en el parque del pueblo, los curiosos pueblerinos se preguntaban quien era ese buen mozo, que llegaba al pueblo en tremendo carro; éste, se bajo de su vehículo, se coloco sus gafas de sol sobre su frondosa cabellera y se dirigió a la casa de su tía, quien vivía justo frente al parque. Se fundieron en un fuerte abrazo y Juan lo primero que pregunto, fue por su Sofía.
-¡Hay mijo! la Sofiíta esta ahora comprometida con Julian, el hijo del alcalde.
-Sé quien es Julian tía. Dijo Juan, agarrando su cara que caía justo hacia sus piernas en señal de desconsuelo.
-Yo creo, que ella no te ha olvidado hijo. Le confeso su tía, a Juan. Juan, quien seguía frotándose su cabellera, rubia, totalmente desconsolado.
-Tía, me permite pernoctar aquí... Mañana me marcho y por favor nunca le diga a Sofi que regrese por ella. Le pidió tristemente Juan a su tía
-Por supuesto hijo, ¡ésta es tu casa! 
-Pero, ¿estas seguro qué eso es lo correcto, mijo?.
-¡No se tía, no se!. Y se retiro a la habitación de siempre.
A la mañana siguiente, muy temprano, Juan se despedía de su tía. Subió a su vehículo y las calles nuevamente se llenaron de polvo, cuando éste se largo par la ciudad. El viento, el sol y la radio de su carro, fueron testigos de las lagrimas de Juan y hasta los animales silvestres del camino, escucharon musitar a Juan.
-¿Porqué no me esperaste un poco mas? mi amor. 
En el pueblo, se hablaba de la presencia de un desconocido adinerado que habia llegado, para irse al día siguiente y que solo habia estado con doña Juanita, Sofía al escuchar estos rumores se dirigió hacia la casa de doña Juanita; con un profundo dolor en su corazón y ese vacío que se solo alguien enamorado, puede sentir en su estomago cuando es dueña de un presentimiento.
-¡Doña Juanita! ¿Era él verdad? Doña Juanita quien era una persona de edad y que nunca habia podido decir una sola mentira, le contesto a la pobre desesperada de Sofía.
-Si mija, regreso por ti... Pero le conté lo de tu compromiso.
Entonces, Sofia lloro arrepentida y sintió en ese momento, el amor de Juan junto a ella.
-¡Hay doña Juanita! ¿Porqué no lo esperé?
-Recuerdo cuando él me dijo: _que aunque el tiempo haya pasado yo por ti estaré esperando. Y se echo a llorar.
-¿Todavía lo amas hija?
-Si doña Juanita... ¡Éso lo sabe todo el mundo!. 
-Todavía siento su amor junto a mi pecho. Y, seguía llorando. Ni ella, ni doña Juanita, se dieron cuenta de que Julian las estaba escuchando. Éste que era un joven muy maduro para su edad, entro y tomando a Sofía por los brazos, encuclillado frente a ella, le dijo
-No te preocupes por nuestro compromiso, se que todavía amas a Juan y por lo visto él a ti.
Ella lo vio a sus ojos y al escuchar eso, la hizo llorar aun mucho mas.
-¡Perdóname Julian! tu eres una gran persona y mereces a alguien que te ame de verdad.
-Toma. Le dijo Julian a Sofía, colocándole entre sus manos una cantidad de dinero; ésto le dijo.
-Si tanto lo amas ve y búscalo... Doña Juanita, puede darle la dirección de su sobrino a Sofía.
-¡Claro hijo!.. ¡tienes un gran corazón!... ¿Dios te premiara ya veras!.
Mientras, Juan se encontraba en su apartamento en la gran ciudad; dolido y resignado por la perdida de Sofía. 
En eso sonó el timbre de su puerta; Juan, de mala gana se dirigió hacia la puerta y al abrirla...
-¡Eres tu!... Perdona se me habia olvidado.. ten y tambien lo enceras por favor.
-¡Claro patrón! Le respondió el conserje de los apartamentos y quien le lavaba su coche.
Juan regreso a su sofá a recostarse, pero el timbre le hizo volver a la puerta.
-¡Tu...! Y ahora que quieres. Le pregunto nuevamente al conserje y éste le explico lo que le habia echo volver, pero Juan ni lo escuchaba, pues su mirada estaba perdida puesta en... 
Si, en Sofia.
ella le sonreía tímidamente. Entonces, el conserje les interrumpió.
-¡Ah si, tambien lo busca esta señorita!.
Juan corrió, aventando de lado al conserje y se fundieron en un amoroso abrazo; los que un día se juraron... 
Un amor eterno... Que siempre estaría esperando uno al otro.. 
Pues, cada quien despierta con sus besos y deseando estar entre los brazos uno del otro, para escuchar a sus corazones ardientes y volver a verse en las pupilas de sus enamorados ojos.  
Entonces, ambos nuevamente sintieron ese eterno amor... 
...¡Volviste junto mi!... 
Cerraron la puerta, pues en ella seguía el indiscreto del conserje.














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