lunes, 4 de agosto de 2014

Bolero

Llegue a la fiesta, al entrar la busque con desespero, repitiéndome. _Espero que haya podido venir. 
Encontré a un amigo, Alfonso, con quien me habría de encontrar en la fiesta; nos dirigimos al baño, para ver que nuestros trajes estuvieran impecables. Afuera en el salón las señoritas lucían, sus mejores galas; vestidos largos, con enormes escotes, todas elegantes, esperando pasar una noche imborrable. 
Lo mismo deseábamos nosotros y yo especialmente, con mi fe puesta en que ella pronto llegaría. El salón, se encontraba detalladamente decorado, las mesas con sus centros de mesa, manteles largos y cristalería de lujo. La orquesta, afinando sus instrumentos para luego deleitarnos esa noche con las mejores canciones de su repertorio. EL salón, a media luz y la pista ansiosa al igual que yo, porque diera inicio. Las primeras notas se hicieron escuchar y las parejas se acercaban al medio del salón, con su pareja del brazo y dispuestos a bailar. Mis ojos buscaban por todo el salón, al fin ahí estaba, sentada junto a sus padres, se veía hermosa a sus cortos diecisiete años, con su vestido largo, color lila suave, un detalle en su cuello que caía entre sus hermosos senos, los cuales sobresalían gallardos, de entre las copas de su vestido. Sin pensarlo y mas al escuchar sonar ese bolero, me levante de mi mesa y luego de atravesar toda la pista, la cual estaba concurrida. Allí iba, como soldado a cumplir su destino, esquivando minas y trincheras, mis manos sudaban, no de miedo sino de emoción, como siempre mis inseparables amigas, las mariposas se alborotaban adentro de mi estómago; confieso que por un momento sentí como sino llegaba, como si los pisos se hacian mas grandes y mis piernas mas cortas, como si un paso por largo que fuera, se hacia muy chiquito; al fin, estaba frente a la mesa de su familia, ella me sonrió tímidamente, pero sus ojos me gritaban que me estaba esperando. La mirada fija y seria de su padre quería amedrentarme pero, yo me encontraba con la seguridad de vencer o morir en el intento: la madre de Marisol me veía callada, pero su relajada expresión me alentaba, como diciéndome: habla muchacho, luego de un disimulado suspiro y de restregar mis manos sudadas por mi espalda. Les dije.
-¡Buenas noches! El padre de Marisol, solo sacudió su cabeza, mientras que la señora amablemente me contesto el saludo y Marisol solo me veía, tan asustada como lo estaba yo.
-¡Señor! ¿Me daría usted su permiso de bailar con su hija?... ¡Claro! ¿Si ella lo desea? El señor, voltea y ve a su hija, quien accede con una hermosa y tímida sonrisa.
-¡Que bien! _Porque asi podre bailar con mi esposa. Dijo el señor. Y, yo tome la mano de ella, la coloque sobre mi brazo y nos encaminamos a la pista de baile. 
En ese momento, terminaba la melodía y empezaba otra. ¡Otro hermoso bolero!
La tome por la cintura con firmeza y sobre mi mano ella coloco la de ella y en mi hombro descansaba su otro brazo. La danza empezó y conforme los segundos avanzabas empece a acercarla contra mi pecho, al principio sentí una débil resistencia, pero mi insistencia y mis ojos sobre los de ella acompañados de una dulce sonrisa, la hicieron ceder. Sus senos se encontraron con mi pecho, luego sentí a su mejía pegada a la mía, en ese momento nuestros pies se separaron del suelo y nos encontrábamos flotando al compás de esos hermosos versos, ésos que solo un bolero pueden inspirar. Entonces, escuche en mi oído, un:
-¡Hola!... Pense que no habías venido... ya estaba nerviosa al no verte. Esas palabras eran musica para mis oídos 
-Yo pensé lo mismo...

-Y es que, ¡tu me haces falta!... Por el recuerdo que has dejado en mi corazón... Y ahora que puedo decírtelo al oído... ¡Quiero que sepas que ya no quiero sufrir con saberte lejos!... Pues pretendo que tu me quieras... ¡Porque me  haces tanta falta!.. Solo imagina, lo largas que son mis noches cuando en ti pienso... Con ese recuerdo tan bello que has dejado en mi corazón.*

En ese momento, su mejilla se mueve un poco y la comisura de sus labios se encuentran con los míos, yo sentí que mis piernas me abandonaban, dejándome solo con mi corazón, que en ese momento se habia detenido y todo el salón se encontraba vacío, solo para nosotros dos; flotando sobre un cuadro de piso. Ahora mis brazos rodeaban su cintura y ella colocaba sus brazos rodeando mi cuello, nuestras respiraciones se volvían una sola y nuestros pechos, compartían a un solo corazón. Éramos dos seres con un solo corazón; pues, dos serían demasiado. Las notas de ese bolero, nos volvían mas vulnerables al grado de que nada nos importaba y al fin, con la inevitable fuerza y atracción de dos imanes, nuestras bocas se encontraron y compartimos nuestros alientos. Entonces, llega la magia, esa cuando dos corazones se hablan por medio de nuestras caricias, nuestros olores, nuestra presión, con esos apretones amorosos, como queriendo fundirte en el cuerpo del otro, nos hacen olvidar todo lo que hay a nuestro alrededor. Al terminar ese bolero y mientras esperamos el que viene, nos quedamos a pocos centímetros el uno del otro, tomados de las manos pues, ya no es posible estar lejos el uno del otro y cuando la musica se hace presente nuevamente y llega hasta tus oídos. Llega como serpiente, sigilosa, silenciosamente se enrolla y su abrazo hace que nuestros cuerpos se vuelvan a encontrar, pero esta vez de una nos fundimos, nos entremezclamos y nos hacemos uno solo, nuevamente nuestras comisuras, están intentando que el magnetismo haga lo suyo. 
Todo esto sucede... al bailar, un hermoso bolero. 

*inspirado en el bolero: Tu me haces falta"

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