sábado, 16 de agosto de 2014

EL BICHO Y MI TIO

Esta historia la viví ya hace algún tiempo, en un pueblito del interior de mi querida patria, lugar en donde mi padre (+), trabajaba como secretario municipal. Esta historia, la protagonizamos junto con mi tío; hermano de mi madre (+). Mi tío, dueño de otra de mis historias: El cáncer de mi tío. 
A mis padres, unos personajes entrañables a donde el gobierno los trasladara ahí llegaban mis tíos maternos y especialmente de quien les hablaré hoy, a pesar de su juventud ya trabajaba como telegrafista, pero eso no le impedía visitarnos.
Una tarde de verano, en los patios de la alcaldía municipal, uno enorme o al menos por mi corta edad, así la veía yo. Al fondo, un cementerio de vehículos presos, a uno de los costados las cárceles, para los presos mi hermano y yo éramos su única diversión, pues a él le gustaba experimentar conmigo: subirme a una de las carretas de los albañiles tomada prestada del almacén de la alcaldía y a ella, me subía y por los caminos de ese gran terreno me paseaba; mi hermano a una gran velocidad, que algunas veces me toco que comer hasta tierra, embadurnarme con los líquidos de la grama. Pero nunca pude llorar aunque ganas no me faltaban, pues si lo hacia seria el fin de nuestros juegos. 
En uno de esos juegos nos encontrábamos, cuando como cada tarde volé por los aires y a los pies de mi tío caí, éste de inmediato me levanto con sus fuertes y fornidos brazos; diciéndome. _¿No pensaras llorar?  ¡Pues ya eres todo un hombrecito! 
Al percatarme de quien se trataba yo, lo abrazaba con un cariño indescifrable y él hacia lo mismo, para luego llenar a mi pequeña carita de besos, como es tradicional en todo niño que es besado por un adulto, de inmediato me limpiaba mi cara, a lo cual él me decía. 
_¿Me tienes asco? _pregunta típica de un adulto_ Y por los aires me hacia volar, para luego ser recibido entre sus brazos. Despues de este ritual, saludaba a mi hermano mayor y regresábamos a nuestra casa, yo en sus brazos y mi hermano de la mano de él. Luego de pasar por la oficina de mi padre, nos dirigíamos directo a nuestro momentáneo hogar, mientras caminábamos por las calles polvorientas, sus historias nos hacian viajar a mundos increíbles, hoy entiendo sus historias, pues para mi todo lo que nos contaba era de la vida real y mi corta imaginación colocaba a mi tío: sobre la luna o en el fondo del mar. Pero todo era porque a él le fascinaba la literatura y algunos de los libros que se devoraba, eran: los de Julio Verne _ésto lo razono ahora_.
Al llegar a nuestro hogar, mi hermano corría gritando _¡Mamá, mamá mira quien llego! 
Al verse, mi madre le hacia a mi tío lo que él ya habia hecho conmigo, menos arrojarlo por los aires. 
Esa noche, ya la familia reunida: mis padres y mis cuatro hermanos, a la hora de la cena, todos contentos disfrutando de una cena especial por la visita de mi tío. Pero ademas, de disfrutar los manjares, hechos por mi madre; por escuchar sus maravillosas historias, las cuales nos maravillaban a todos. Triste era cuando mi madre nos mandaba a la cama, nos íbamos molestos, pues queríamos seguir escuchando las próximas historias, pues éstas serían de miedo. Ademas de ponerse al día, en cuanto a las platicas familiares.
Al día siguiente, mis hermanos mayores se retiraron a la escuela y mi hermano y yo que siempre no la pasábamos juntos; él experimentando conmigo pues, era muy inquieto. Mi padre tenía un viaje ya planeado con días de antelación, en el cual viajaríamos: mis padres, mi hermano y yo y un par de empleados municipales. Mi tío, le pidió a mi hermano que se quedara con él haciéndole compañía, pero éste se negó, entonces me lo pidió a mi y yo como era de esperarse tambien me negué. Mi tío, resignado dijo. 
_Bueno me quedaré solo... _¡Ya veré como hago para matar el tiempo! 
Mientras todos se preparaban para el viaje y el automóvil municipal aparecía por mi casa, mi tío me ofrecía el cielo y las estrellas para que me quedara con él, pero yo me inventaba unas increibles excusas para no ofender a mi querido tío y lo consolaba indicándole que pronto regresaríamos para estar juntos y jugar con él.
Al fin, el carro llego y se parqueo frente a la puerta de mi casa, mi hermano fue el primero en entrar en la misteriosa e increíble maquina con motor de combustión interna; luego entraron el resto, entre ellos mi padre y mi madre. ¿Y, yo? (....) 
_¡Vamos hijo que se nos hace tarde! me decía mi padre y yo en los brazos de mi tío, en esos momentos, nadie ni nada me harían entrar en esa maquina. Al final, mi padre dio la orden y mi madre me recomendó mucho con mi tío y cerro la portezuela. Por la calle polvorienta, el carro se marcho, dejando una estela de polvo enorme. 
_¡Bueno hijo! _¡Vamos a jugar! Me dijo mi tío, pero yo no quería bajarme de sus brazos aun asustado y es que unos diez minutos antes, cuando el carro llego y se parqueo frente a mi casa, todos estaban adentro de ella, afuera estaba mi tío, sentado en las gradas, buscando con desespero a su cómplice, la última oportunidad de no quedarse solo, el arma especial para convencerme de quedarme con él y cuando a éste encontró, con un grito me llamo.
_¡Sergio vení! Yo, corrí al llamado de mi querido tío.
_¡Que manda tío! Le dije y en ese momento él me mostró algo que tenia entre sus dedos.
_¡Mira! Al verlo yo me asuste y di un paso para atrás. Se trataba de una hermosa y verde esperanza, la cual movía sus patas amenazantemente; pero en realidad lo que ella quería, era salir huyendo del lugar al igual que yo, pero cuando pensé correr a refugiarme en los brazos de mi madre, él me dijo.
_¡Esta bien la voy a tirar!  _¡Mira! La curiosidad me detuvo y voltee a ver cuando él la tirara o la matara con su pie. Pero mi tío la tiro, efectivamente, pero para adentro del carro y por ello, decidí quedarme con mi tío. En el momento odie a mi tío por la traición, pero luego, después ese día, fue un día maravilloso.
Cuando volvieron, ya casi al caer el día, el carro se estaciono y el primero en salir de él fue mi hermano; él traía una cara de aburrimiento fatal. Mi tío, luego de preguntarle, le dijo.
_Mejor te hubieras quedado con nosotros  _¡Pues no la pasamos bomba! _¿Verdad hijo?
_¡Si tío, fue un día maravilloso! 
Así fue ese día, un día maravilloso, como lo eran todos los días junto a mi querido tío Wenceslao



A la memoria de mi querido tío Wenches (como le decíamos con cariño) Q.E.P.D.











No hay comentarios.:

Publicar un comentario