domingo, 10 de agosto de 2014

Mi chiquilla, amiga

Fué un domingo, regresábamos de una fiesta y desdimos tomar una calle no habitual, mientras avanzábamos, platicábamos de la fiesta, la cual habia estado muy buena.
-Héctor, ¡que buena estaba la chava con la que bailaste! Le dije a mi amigo.
-La tuya estaba nice tambien... ¡Tenia un culito... Buenísimo! Me dijo, tal vez para consolarme, pues bien sabia porque yo habia llegado a ese repaso.
-Si. Le dije con desgano _No estaba nada mal... _Pero ya sabes que si fuí, era para ver a Linda (leer la historia: Linda). 
-Y, ya ves. ¡Estaba con el flaco!
-¡Sera la próxima amigo! Me consoló nuevamente.
Adelante nuestro, habia un grupo de niños jugando y cuando pasamos a través de ellos, los toreamos, pues estaban muy concentrados en su juego; alguien, se coloco justo frente a mi, y al pasarla de lado le tope su hombro.
-¡Perdón! Le pedí. Y seguimos caminando sin voltear; ya era tarde y mañana era día de colegio.
-¿Eres Sergio..? ¿verdad? Al escuchar eso, fue como si un par de soldados escucharan el atención de su comandante, pues asi quedamos parados ambos de sopetón, para luego voltear solo nuestros rostros; se trataba de una señorita, que estaba entre sus sobrinos, era una chiquilla de baja estatura, por eso creímos que era otro de los niños. Entonces le respondió el lagarto de  Héctor.
-Si, ¡ése es su nombre! Ella se acerco hasta donde nos encontrábamos con la orden de nuestro superior. Y, se paro frente a mi. 
Era, una jovencita como de unos dieciséis (nosotros apenas habíamos cumplido los diecisiete); de piernas redondeadas y cortas, de cintura pequeña y un pronunciado trasero, vientre plano y unas bubis, que casi rompían a las costuras de los botones, unos ojazos grandes y negros, de pestañas volteadas hacia arriba, al natural, su cabellera lisa, tambien natural, de tres cortes: el primero a sus orejas, el segundo a sus hombros y el tercero a media espalda y su dulzura se le escapaba por los poros.
-¿Nos conocemos? Le pregunte, mientras mis ojos recorrían lo ya mencionado. Ella me dijo al respecto.
Estudiaste en el mismo colegio que yo, solo que tu ibas un año adelante de mi. Nosotros, habíamos entrado a estudiar una carrera, mientras que ella sacaba su ultimo año de básicos (en otros paises sería: ella en el noveno y nosotros en la High School).
-¡Ah! ¿y te llamas? Ella, sonrió como decepcionada, al darse cuenta que para mi, no existió mientras estuve en el colegio.
-¡Yo soy Mariela!
-¡Mucho gusto Mariela yo soy Héctor! Intervino mi acompañante muy efusivamente.
-¡Hola! Le dijo a Héctor, sin dejar de verme a los ojos, luego me dijo.
-¡Esta es mi casa! _Por si algún día quieres venir a visitarme. Señalo a su casa, pero sus ojos seguían en armonía con los míos y creo que hasta le brillaban pues eran tan grandes y expresivos, que en ellos veía reflejada a la luna.
-¡A qui estaremos antes de lo que piensas! Respondió Héctor, quien seguía siendo un cero a la izquierda.
-Bueno. _¡Feliz noche! Le extendí mi mano y ella la tomo pero, para jalarme y darme un beso en mi mejía, se empino un poco y yo me agache otro. Seguí mi camino, lento, pues Héctor estaba tambien despidiéndose de ella.
-¡Vos! _¡Que suerte tuvimos de que Mariela nos reconociera yo ni la habia visto! Me dijo, un emocionado Héctor. Mientras, yo seguía bajando libros, tratando de encontrar a alguna imagen de mis años en los básicos y nunca apareció ella entre mis recuerdos.
-¡Si, que suertudos vos! 
Al día siguiente, cuando entre en nuestro salón de clases, Héctor estaba rodeado de nuestros amigos afines y otros no tan afines, coloque la mochila en mi lugar y me hice al grupo. Héctor contaba la increíble historia de la noche de anoche, de como Mariela lo habia reconocido y de lo bella que era a pesar de su corta estatura. Cuando me vió llegar, me dijo.
-¡Les contaba de nuestra aventura increíble de anoche!...
-¡Si ya te escuche! Él siguió contando la historia pues, todos lo veían con admiración por lo sucedido, yo me retire a mi pupitre y saque el libro de la clase que nos tocaría recibir muy pronto.
Por la noche, me encontraba en mi casa escuchando los éxitos del momento, esperando a que Héctor cayera por ahí, como todas las noches, pero jamas llego. Entonces, tome mi suéter y salí a la esquina. Cuando sentí iba camino hacia la nada, pero cuando me percate, estaba en la calle de Mariela, y me dije 
-¿Porqué no?  Cuando me preparaba a tocar el timbre de la puerta, escuche desde algún lugar de su jardín, que alguien me invitaba a entrar.
-¡Entra esta abierto! _¡Te dije que vendría! Cuando entre y me acerque; si, acertaron, Héctor llevaba casi una hora ahí sentado con Mariela. Ella, esperándome mientras que mi amigo la hacia reír, pues para eso nadie le ganaba. Así fueron las demás noches, yo llegaba y mis amigos ya se encontraban riendo a mas no poder. Esa noche, Mariela nos sugirió.
-¡Que les parece si pasado mañana, sábado, no vamos a una piscina!
-¡Sería genial verdad compañero! 
-¡Claro! Les dije. Entonces, Mariela hizo la sugerencia a algo que jamas se llevo a cabo, por no llegar a un acuerdo.
-Invitaré a una amiga para que sea tu pareja (le dijo a Héctor) y Sergio y yo, seremos pareja.
-¡Me parece! Les dije. Pero Héctor no estuvo de acuerdo y se opuso.
-¡No! _Mejor Sergio va con tu amiga y tu vas conmigo. ¿Qué les parece? Ella, que era una chica muy dulce y conociendo la amistad que teníamos Héctor y yo, lo eludía con mucho tacto y me veía, como diciendo. _Yo quiero estar contigo... Pero, me importa mucho su amistad. Los días pasaron y, una noche yo, llegue antes que Héctor, cosa que nos tenia preocupados (bueno mas a ella que a mi). 
La tome de sus manos, ella me vio con esos super ojazos y me sonrió, estaba autorizándome a que prosiguiera con lo que tenía en mente y cuando iba por esos labios, ella cerro sus ojos; cuando mis labios rosaban los de ella...
-¡Ya llegue! _¡Me extrañaron! _Me tarde, porque éste llego a visitarme y no me pude deshacer de él. Era Rolando, un compañero de nuestro nuevo colegio, un muy buen amigo. Héctor los presento y luego se sentó entre ella y yo. Rolando que se percato de todo, pues era evidente, solo me hizo una mueca; como diciendo: ¡Qué onda la de éste!
Al fin, me canse del juego y me di por vencido y no llegue más. Con el paso de los días, una noche apareció Héctor, como lo hacia antes de encontrarnos a Mariela. Entonces, reiniciamos nuestras actividades habituales (las que les contaré en otra historia). 
En una de esas noches, después de varios meses, llego Rolando a mi casa y me encontró con Héctor, justo al momento de salir a nuestras cuitas nocturnas. El pobre llevaba una cara, que nos asusto, lo invitamos a entrar a la casa, luego le preguntamos que tenía. Él, nos dijo ésto:
-¡A Mariela la operaron!
-¿Quée? Dijimos los dos, apenados pues, seguro era algo grave por la cara de Rolando, éste nos contó que le habían extirpado unos quistes cancerosos de sus hermosos y grandes senos. 
Al día siguiente, salimos con Héctor hacia el sanatorio, en donde ella se encontraba convaleciente. Al entrar a su habitación, la acompañaban su familia y Rolando, cuando nos acercamos a ella para saludarla, sus parientes salieron de la habitación y luego de verme con aquellos ojos negros. Después, de contarnos, como cualquier enfermo su experiencia, Rolando se coloco a la par de ella y la tomo de su mano, ya tomados de sus manos, nos dijeron.
-Queremos contarles, que Rolando y yo somos novios. _De hace varios meses.
-¡Si! Poco después de que ustedes dejaron de llegar yo seguí visitándola... Y, surgió el amor.
Yo me alegre por Mariela, nos vimos a los ojos, como diciéndonos, lastima que lo nuestro no pudo ser. 
Cuando salimos del sanatorio, Héctor venia muy callado, algo raro en él; que le pregunte. 
-¿Qué te pasa? _¿Porqué tan callado? Y, ésto me respondió, sin detenerse. 
-¡No se para que lleve a ese traidor de Rolando!... ¡Si era claro que Mariela estaba enamorada de mi desde la noche que me reencontró!... ¡Que mal amigo!.. ¡Pero algún día se las cobrare... ¡Ya veras!.. ¡Porque de mi nadie se burla!....
Yo suspiré y dirigí me vista hacia la enorme ciudad, mientras él seguía, habla que habla... Vi, hacia el cielo y pensé:
-¡Que te recuperes pronto! Y, encuentres con Rolando la felicidad, que éste mi amigo nos negó... En el firmamento vi a dos enormes estrellas y mi imaginacion termino de formar a la carita de Mariela. 

...Para mi chiquilla amiga, Mariela, dónde te encuentres. ¡Que seas feliz...!    


















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