miércoles, 1 de octubre de 2014

El Extraño Caso de Clara

Una pareja de jóvenes esposos, con una hermosa niña de apenas cuatro años de edad, luego de ahorrar, lograron enganchar una propiedad, en donde los tres vivían muy felices; él trabajaba en una oficina del gobierno, mientras que ella se encargaba de los quehaceres domésticos y a cuidar a su pequeña Clara, con quien jugaba luego de terminar sus tareas dentro de la hermosa casa. Un día, Sofía salio al hermoso y muy grande patio de su propiedad, con un cesto lleno con ropa recien lavada, mientras ella colgaba la ropa en los lazos, la pequeña Clara corría por el enorme patio, sumergida en su mundo de fantasías infantiles. Sofia, quien tendía la ropa no dejaba de observar a la pequeña Clara. Como, el peligro no existe en la cabecita de los niños de esa edad, lo que a ellos los gobierna es una curiosidad sin limites y sin peligros. Clara seguía corriendo por ese patio el cual se prolongaba a un bosque enorme, con mucha vegetación silvestre y unos viejos, pero enormes arboles con palos altos y copas casi redondas hasta como unos seis metros de altura, ahí en ese lugar las copas de los arboles ondeaban como banderas sobre las torres de los castillos medievales. Sara, secaba el sudor que por la frente le escurría y avanzaban por sus mejías; mientras ella se seco el rostro con su delantal; sucedió lo que nunca debió haber sucedido; la catástrofe para la pobre de Sofía, el fin de su alegría, el umbral de lo impensado y desesperado, lo que ningún padre quiere vivir nunca en su vida.... 
Un grito de Clara, se dejo escuchar, éste parecía a esos gritos que escuchas cuando el carro de la montaña rusa empieza a decender precipitosamente al precipicio. Y, en los oídos de Sofía, la impotencia.
_¡¡¡Mamiiiiii!!! En ese momento el bosque se estremeció, la verde vegetación se sacudió como si entre ellos un caiman devorara a un indefenso venado, los arboles se agitaron tanto que de él escaparon en bandada los pajaros que descanzaban en ese instante. Mientras Sofía veía con desespero por todos los rincones del enorme patio y nada, era como si la tierra se hubiera tragado a la pequeña Clara. Sofía corría desesperada por todo el patio, tal cual una gallina a la que la acaban de degollar, solo que en lugar de arrojar sangre, Sofia tiraba por el suelo la ropa del tendedero y sus ojos se nublaban por lo salado de sus lagrimas, fieles a al desesperanza e impotencia del momento. Luego de varios minutos infructuosos de ardua búsqueda sin resultados, Sofia no soporto y al suelo cayo de rodillas, de su pecho en pena un enorme grito expulso.
_¡¡¡Claraaa!! de los arboles, volaron nuevamente los pájaros que habían vuelto. Luego de la agitación, Sofia escucho un sonido muy apagado, uno muy tímido, uno muy alejado de ahí, uno muy cansado.
_¡¡Mamiiiiii!!! ¡¡Sácame de aquí!!! ¡¡Tengo mucho miedo!!! ésto escucho la pobre de Sofía, ella se arrojo al suelo y le grito a su hija con todas las esperanzas de regreso en su afligido corazón.
_¡¡Sigue gritando hijita linda!! La niña siguió gritando, se le escuchaba cansada, agobiada, apretujada, por fin; Sofía llego a un lugar en el enorme patio, muy cercano al extraño bosque silvestre, un matorral tapaba el lugar de donde salia la vocesita de Clara. Sofía con desespero y sin importarle arruinar sus uñas, escarbo y encontró un agujero en el suelo, con el diámetro exacto para una niña flaquita como lo era la pequeña de Clara. Sofía se acerco a ese agujero y por su nombre llamo a su hija y si, efectivamente, la niña estaba ahí, como a unos cinco metros abajo de la superficie, con sus brazos apuntando hacia el cielo, como si estuviera esperando que su ángel de la guarda la halara hacia afuera de ese oscuro y húmedo agujero. Sofía le grito a su hija.
_¡¡Clarita, no te muevas voy por ayuda!! Corrió al teléfono y a los bomberos llamo, los pocos vecinos del lugar, llegaron de inmediato a darle soporte psicológico a la pobre de Sofía. A los pocos minutos, casi simultáneamente, llegaron a la casa los bomberos y el joven padre de Clara.

Los bomberos hacían su trabajo y luego de analizar el problema, desdieron enviarle una soga a la pequeña Clara, su madre le dio indicaciones a la pequeña, que aun estaba en ese agujero, trabada, con sus pequeños pies en el aire, pues parecía que el agujero no estaba pronto a llegar a su final.
_Mi pequeña, vas a escuchar la vos de un señor, has lo que él te indica... _¡Te quiero mi amor!... _¡Ya te vamos a sacar de ahí! 
_¡Ahora retírese señora y déjenos hacer nuestro trabajo! Le indicó el jefe de los rescatistas.  
_¡Clara! ¡quiero que te agarres muy bien de esta soga. Le enviaron la soga y ellos sintieron cuando la recibió. 
_¡Bien mi amor, agárrate bien de ella, y no te sueltes! La niña les respondió que sí. El bombero empezó a jalarla muy suavemente y ella que estaba atorada les indicaba que la lastimaban, pero aun así ellos siguieron jalándola, pero unos pocos segundos después, la niña se soltó y el bombero saco a la soga, pero sin nadie. Ésto se escucho.
_¡¡Mamiiii Ayudameeeeeeeeeee!!! Y luego de ello, el silencio invadió a todo el vecindario y especialmente al patio de la casa, con ese grito horroroso el bosque ni se frunció como al principio de la tragedia.

El tiempo paso y nada, todos se resignaron a la perdida de la niña, pues los trabajos de rescate posteriores, jamas dieron frutos. El tiempo pasaba inmisericordemente. Sofía vivía inconsolable. Mucho tiempo después, el esposo de Sofía la abandono, echándole toda la culpa de la desaparición de la pequeña Clara. 
Sofía, todos los días acudía religiosamente al agujero, pero nada, ni un simple sonido, en la casa solo Sofía y el bosque eran los que tenían una sombría vida....

Los años pasaron y Sofía seguía triste, pero con la esperanza de que Clara volvería algún día. En algunas noches, Sofía soñaba que su pequeña hija salia de las entrañas de la tierra y ambas se fundían en un tierno y amoroso abrazo; pero, al darse cuenta de que solo era un sueño, salía al patio y veía hacia donde se encontraba el agujero, lugar en donde siempre dejaba una pequeña luz para su niña amada.

Cuando habían pasado cincuenta años, una tarde, Sofía sentada en el umbral de su casa, viendo hacia el bosque, con su corazón destrozado y la desesperanza en sus ojos cansados de tanto llorar, su cara arrugada, su pelo blanco, mesiéndose y tejiendo pequeños vestiditos para su pequeña Clara, quien ahora tendría unos cincuenta y cinco años de edad, Sofía tenía unos setenta y cinco, aproximadamente. Ella observo que la verde vegetaciones del bosque se movía tímidamente, algo poco usual en todos esos años que ella observaba atentamente pero la curiosidad la hizo levantarse de su silla mecedora y se encamino hacia donde ella veía el movimiento, será un animal silvestre o el perro de los vecinos, se decía ella, al fin se detuvo a medio patio y del bosque apareció la pequeña Clara, tal cual, como si hubiera desaparecido apenas hace unos días, con la misma ropa, al salir del tupido bosque, ella sobaba a sus ojos humedecidos por su llanto, Sofía no podía creer lo que sus ojos veían. Ella pensó que era otro de sus sueños. _¡Clara! susurraba.
_¡Mamiii! ¡Mamiiii! Sofía corrió al encuentro de la pequeña niña y la abrazo con mucho amor y lagrimas de felicidad en sus viejos ojos.
_¡¡Mi niña, eres tu!!.... _¡¡Volviste mi amor!! Luego del largo y apretado abrazo la niña vio a la vieja de Sofía y asustada corrió hacia el bosque nuevamente; gritando.
_¡Tu no eres mi mami! _¡Tu no eres mi mami! Pues para Clara el tiempo solo habia avanzado unas horas, pero para su madre, Sofía, habían pasado cincuenta años.
_¡Si soy tu mami, Clarita, déjame explicarte! Corría la anciana, detrás de su pequeña Clara. Pero el bosque le iba a jugar una nueva maldad a la pobre de Sofía. Mientras ella corría con sus viejas piernas, tras Clara, las raíces de los arboles y de la vegetación extraña de ese lugar se movieron en contra de Sofía y la hicieron tropezar. Sofía cayo al suelo y de un golpe en su cabeza, murió instantáneamente.

Pasaron otros veinticinco años más y por fin la casa fue vendida por uno de los herederos del padre de Clara. La casa era famosa, pues la historia la presidia, a ella llegaron una joven pareja, de la misma edad de los padres de Clara cuando llegaron a ese lugar.

Una tarde, Mirna se encontraba colgando la ropa recien lavada en el tendedero, cuando casi terminaba, algo menudo la asusto. En sus piernas, una hermosa y sucia niña llamada Clara la abrazaba tomándola de sus piernas y gritando.
_¡¡Mami!! _¡¡Mami!! Mirna pensó. _Será ésta la niña de la historia, no puede ser pues han pasado ya muchos años. Luego vió a la niña y al ver a su carita hermosa y tierna se enamoro de ella.  Mirna, quien era estéril se apropió de la pequeña; durante un tiempo espero para ver si alguien buscaba a la pequeña niña extraviada, pero nunca nadie la reclamo. 
Para la pequeña de Clara, ella habia regresado a su hogar y la pareja de esposos eran sus padres.
Y... Entonces los tres vivieron muy felices.... 

Mirna, ese día, observo como en el bosque se iban moviendo los matorrales camino hacia adentro del bosque y solo se escuchaban unas sonrisas picaras de muchos niños corriendo hacía  adentro del extraño bosque.

¿Serían otros niños perdidos en el tiempo, en busca de sus padres y de su hogar, quienes esa tarde acompañaron a la pequeña Clara de regreso a su casa? Y, ¿qué había sucedido con Clara en todo ese tiempo, que para nuestro tiempo, casi habia sido un siglo, pero para ella, solo fueron unos cuantos minutos?... 
¿A qué mundo viajó la pequeña Clara?... Éste fue un extraño caso, en la vida de la pequeña Clara.
                   
                            FIN      











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