viernes, 10 de octubre de 2014

Un amigo invaluable

Waldo: es el nombre de mi bueno y peludo amigo. Uno fiel, amoroso, incondicional, alguien con quien puedo contar siempre. Las 24 horas del día y todos los de su corta vida. Muchos ya lo conocéis por fotos, claro, y me lo chulean cada vez que les es posible. Yo lo quiero mucho. 
Y, para aquellos que no le conocen, es quien me representa con su foto, en éste blog. 
Como lo hace en todas mis actividades en la red, tal cual el león de la MGM.
http://wwwnewhera.blogspot.com/2014/07/waldo.html

Cuando llego a casa, luego de un arduo día de trabajo, estresado, cansado, agobiado por los problemas del que hacer diario, bajo de mi auto y me dirijo a mi hogar, ¡Ah dulce hogar! al acercarme a la puerta logro escuchar, como Waldo, quisiera derribar la puerta. 
Por fin, abro y se me lanza, como queriendo alcanzar una estrella, me besa y su cola no puede detenerse en su abanicar, siento que su corazón quiere escaparse de su pequeño y peludo cuerpo; después de una buena dosis de lengüetazos, nos dirigimos con el resto de la familia; y, ¡sorpresa! mi esposa, atareada con sus  asuntos, mis hijos: uno hipnotizado frente al televisor jugando, otro idiotizado frente a su celular inmerso en las redes sociales, y la chica en las mismas en su computador. En fin, no existo para nadie; pero, Waldo, ya con hueso plástico en su hocico sigue amándome, dándome la bienvenida. ¡Amo a ese perro! 
Luego le digo en vos alta: _¡Waldo, tu eres mi heredero universal! Es ahí, cuando todos reaccionan.

Bien, porque esta introducción; simplemente porque quiero contarles esta historia con dedicatoria, a mi super Can y a muchos otros más.

"Quiero pedir una disculpa, si mi historia ofende a alguien, sepan que es una historia basada en hechos reales pero no implica que así halla sido".

Se encontraba acostado en el lugar de siempre, un hermoso perro, sus ojos mojados, pues se podían observar sus pelos, tal cual, un semblante muy triste, con el hocico sobre sus patas delanteras, siempre viendo hacia la puerta. Le hacian ponerse en atención el escuchar al mas minimo sonido, luego de levantar brevemente sus orejas para confirmar algo que le preocupaba por mucho tiempo y de que a sus pupilas se le dilataran, enfocando hacia la puerta, con la esperanza de que una sombra se hiciera presente a través de los cristales de la puerta principal; para luego, olfatear, buscando un olor en particular, un indicio, ese indicio de la presencia de alguien a quien esperaba con desesperación, pero que nunca volvía a casa. Al olfatear minuciosamente por varios segundos y no llegarle el olor que él ansiaba oler, volvía a su estado anterior, el que lo tenía así, hacia ya varias semanas. 
Uno de sus amos, quien se había quedado con él en casa y que tambien extrañaba a esa persona, lo consolaba, espolvoreándole la cabellera de su cabeza; él, amablemente movía su cola y lamia la mano de su acompañante, no se esmeraba en agitar mucho su cola, ni en gastar mucha saliva, pues quería guardar sus fuerzas y su saliva para entregársela toda a su ser amado, esa que aun no volvía de su viaje de trabajo.
_¡Pronto volverá amigo, ten paciencia! Lo consolaba su amo y esposo de la chica a quien esperaba con tanta ilusión, esa persona que tambien le daba a él tanto amor. 
Simplemente, existía entre estos dos seres de diferentes especies, una relación muy estrecha, demasiado, diría yo, pues, ambos se amaban como a nadie.

Un día, luego de estar ausente por varias semanas lejos de su país por motivos de fuerza mayor, en su heroica faena, en su loable trabajo, ese de cuidar a personas necesitadas de salud, de cuidados, y de un poco de amor. Por fin, le toco regresar. 
Su esposo, muy temprano se dirigió al aeropuerto a recibirla; en casa se quedo un intranquilo perro, quien presentía que algo estaba sucediendo en su hogar y su esperanza era que llegara su amada amiga. El pensó.
_¿Será que hoy llegará..? _¿Porqué no llegan..? _¡Éste silencio me impacienta..! Su corazón se agitaba por momentos y sus sentidos estaban al cien, cualquier sonido lo ponía en alerta.
(No es ningún secreto, que los cinco sentidos de los animales y especialmente el de los perros, están por arriba de los humanos. Sabemos que éstos animales al igual que otros, presienten cuando habrá un terremoto o cualquier otra catástrofe, solo falta con observarlos y nos daremos cuenta de su comportamiento poco acostumbrado. Y, para la navidad, la angustia que les provoca los cohetes, etc.) 
No era nada raro entonces, que para la mascota algo estaba por suceder, algo muy grande, algo que les cambiaría la vida para siempre a ambos, mejor a todos, a ellos tres y especialmente a él. Pero eso le tenía sin cuidado a él. 

Por fin, la espera termino, el perro se inquieto al escuchar a unos cien metros el sonido del motor del auto de sus amos, éste corrió a la puerta principal, ya no espero a ver si aparecía la silueta de su amor a través de los cristales de la puerta principal, ¡No! él corrió emocionado y su nariz pego a la rendija de la puerta, el espacio entre puerta y suelo y succionaba cantidades de aire, para luego exhalarlos, así lo hizo por varios minutos, mientras el carro se acercaba y entraba en la casa, él buscaba entre todos los olores que se le abalanzaban a uno, solo uno le interesaba a él, en ese momento de su corta vida, la pasión lo obligaba a poner atención en los olores que le llegaban. Su cola se movía brevemente, su abanicar era pausado, pues no quería gastar energías en vano. 
Al fin, el auto entro en el parqueadero de su casa y el ansiado olor llego a él, pero por unos segundos dudo si era o no, pues junto al ansiado olor, otro, uno extraño se entremezclaba con el de ella, pero eso a él no le importó a sabiendas de que ese olor que se mezclaba con el de ella era uno que bien sabía, no era nada bueno y que era muy peligroso. Eso a él no le importo, pues había llegado por fin a casa, a quien estaba esperando con ansiedad por semanas y cualquier peligro era poco para impedirle demostrar el inmenso amor que sentía por ella.
Cuando él la sintió, no pudo evitar que su cola se agitara tan rápido y fuerte, como hélice de helicóptero en plena acción, su adrenalina le inundo las venas y su corazón le agolpaba su pecho, como estampida de elefantes en la sabana; era tanta la emoción acumulada por tanto tiempo, que de su pecho se dejaban escapar sin control, unos gemidos, como si se tratara de la amante entregándole a su pareja todo el placer en pleno orgasmo. 
Sus patas delanteras, tenían la orden de su cerebro, de tirar la puerta por el suelo o de abrir un agujero en el suelo sobre el piso de cerámica. (Ni les cuento como quedo rayada esa puerta, que será necesario pintarla de nuevo y el piso, dañado completamente) Pero eso a él no le importaba en lo mas minimo, lo que él deseaba, era abalanzarse contra el cuerpo de ese ser tan amado y esperado por él. Por fin, el encuentro se dió. 
La puerta se abrió y el esposo de su amada a un lado se hizo, pues, de no hacerlo iba a rodar por el suelo: ella lo esperaba unos metros mas allá, inclinada, con los brazos extendidos y preparada a recibir la embestida de amor, ¡de amor puro y verdadero!, ese amor que no ve el peligro y si lo ve, no le importa; lo único que ese amor desea, ¡es amar! Corrió, su cola casi le levantaba su parte trasera, sus gemidos eran mas elevados que mujer excitada, la angustia en sus ojos y su cuerpo eran llegar y fundirse contra ella; cuando estuvo a un metro ya no pudo esperar más y de un brinco sobre su pecho cayó, ella se tambaleó, pero soporto y solo se dedico a recibir el amor incondicional, ese amor invaluable de su peludo amigo, éste no dejaba de abanicar a su cola, mucho menos de gemir de emoción genuina y su lengua humedecida por semanas, le cubrían todo el rostro y todo lo que ella le permitía, él casi moría (antes de lo previsto por el destino) pues, era tanta su felicidad que, estaba cruzando la linea, estaba a punto de que le diera un infarto.
Entraron a la casa, y éste seguía extasiado de ver a su amada; luego, ella lo abrazo, quedando su carita hacia su espalda, ya él un poco mas tranquilo pudo ver con mas claridad y ahí estaba, el maligno, el olor que se había mezclado con el de ella, el lo reconoció y supo que algo malo se había colado en su hogar. Algo, que él sabia que le causaría problemas serios e irreversibles, pero eso no le importo, pues la fuerza del amor que sentía por ella, era mas fuerte que cualquier otra fuerza, sea cual ésta sea. Un escalofrío le recorrió todo su cuerpo, pero luego al estar frente a ella, la vió y eso lo consoló; la sombra negra y maléfica, seguía ahí y el la veía y la olía, que adentro de su cuerpo la traía, ahora le habitaba un enemigo mortal; sus ojos se humedecieron nuevamente, pero esta vez no de alegría, sino de tristeza, de agonía, pues sus agudos sentidos le avisaban que algo horrible estaba por llegar muy pronto.
Él, que sabía y veía salir de sus poros a ese maligno residente y sabiendo que no era nada bueno ni sano, besarla, eso no le importó y seguía besándola; a su rostro, a sus manos, a sus piernas, a sus pies, en fin lo que pudiera alcanzar. No se apartó de ella ni por un solo instante, pues ya presentía que su tiempo ahora era limitado, el tiempo para su idilio, era muy corto y había que aprovecharlo.
Esa noche, no lograron hacerlo que se saliera a su casa en el patio y le permitieron dormir adentro, en su habitación. Mientras los esposos dormían, él, vigilaba su sueño, pendiente de que esa sombra negra y mortal no le hiciera daño a su amada, las lagrimas en sus ojos, eran el escape del horrendo dolor que su corazón sentía y de ella, no se separó ni un solo instante.

El tiempo transcurrió y la sombra negra se hizo presente con más fuerza, provocando en ella la aparición de algunos síntomas; fiebres altas, el perro sufría en silencio, al observar como esa sombra negra se apoderaba del cuerpo de ella y él, sin poder protegerla, como meses antes lo habia echo valientemente; cuando ambos mataron a una rata, ese día, él se porto como todo un héroe. 
Ella, salía en busca de ayuda, mientras él esperaba a que volviera, él sabía que nada había por hacer, lo que a ella le acompañaba era mortal y solo Dios la podría ayudar, ¡solo Él! 
Un día, ella salio y ya no volvió, su angustia se acentuó y se apoderó de él, pues esta vez sabía que no volvería a verla nunca más, que esa salida no era como las anteriores, asi que se postro en el lugar de costumbre y su cola nunca mas se movió más.
Un día se acerco a él su amo,  con correa en mano, él no se sintió feliz como lo hacia en ocasiones anteriores, se coloco con su abdomen hacia arriba, como señal de conformidad ante su destino ya escrito y el cual, él conocía, luego de recibir su collar se puso de pie, su cola la llevaba entre sus piernas, él sabía a donde se dirigían y cual era su destino próximo. 
En el carro, no saco su cara por la ventana para disfrutar del acariciante, fresco y masajeante aire que tanto le gustaba, no había por que celebrar. 
_¿No sacaras tu cara por la ventana Excalibur? Le dijo su amo; el siguió enroscado sobre el sillón del auto, solo levanto sus ojos, con esa mirada; esa mirada que un condenado a muerte le da a su carcelero, rumbo al patíbulo. 
Luego de verlo y perdonarlo, cerro sus ojos y revivió esos momentos felices de cuando a esa familia llego de cachorro y de tantos momentos felices que convivieron, pero especialmente los momentos vividos con el amor de su vida, el amor de su amada, el de ella. 
Llegaron al lugar en donde lo esperaban sus verdugos, él se negó a bajar del auto, entonce su amo lo cargo y lo llevo hasta la mesa, en ese corto viaje Excalibur pensó:
_¡Valió la pena, regalarle tanto amor! ¡Amor puro, desde el fondo de mi corazón!  
_¡No me arrepiento de besarla cuando regreso con esa sombra negra dentro de ella!
_Ya conocía los riesgos pero eso no me importo, pues mi amor era mayor al miedo de esa sombra negra.
_Prefiero cerrar hoy mis ojos, pues ésto es mejor a que un día me entere que no pudiste y perdiste la lucha. 
_¡Eso me causaría un dolor mucho mayor... el saber que jamas volvería a verte!
_¡Me llevo esos días en que fuí feliz!  
_¡Me llevo tranquila mi conciencia, aunque pude haber hecho mas por tí.... Pero ¿cómo?
_¡Como quisiera que en este momento en que esa aguja atraviesa a mi corazón, estuvieras aquí conmigo! ¡Mi amor eterno!
_¡Tarde o temprano, estarás ahí!... A dónde ahora voy. 
_¡Esperándote para seguir amándonos!

Sus ojos se cerraron en un sueño profundo y eterno, como lo era su amor por ella, mientras él sentía como su corazón iba deteniéndose de amor por ella, hasta que al fin sus pulmones dejaron de recibir el aire y su corazón se detuvo. 
¡Sí, se detuvo! 
Pero si en ese instante lo hubieran abierto, abrían visto como ese corazón, era tan grande, tan inmenso, pues se había ido de este mundo con su corazón lleno de amor por ella.


"A la memoria de esos seres maravillosos que nos dan tanta alegría, aunque sea por corto tiempo.
Esos seres que son ángeles discretos, encubiertos, en secreto; que nos cuidan con su propia vida y nos aman, como nadie jamas a amado... ni amará". 
"Especialmente: a la memoria de ese maravilloso perro, que dió la vida, por entregar amor a su amada... 
Para ti... Excalibur" 












 








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