viernes, 7 de noviembre de 2014

Con Olor a Hierba

En esos días de vacaciones, me encontraba leyendo un libro, no recuerdo su titulo, lo que si recuerdo es que era una aventura muy buena, pero el aburrimiento me estaba ganando la batalla; así que, decidí hacer lo que siempre hice en esas circunstancias. Tome mi libro, lo coloqué bajo mi brazo y me dirigí a la esquina, a esperar un bus del servicio publico. Le hice la parada, subí, pague y me encamine hasta el ultimo de los asientos; ese lugar, era el idóneo para la lectura de mis libros, pues desde ahí, tenía control de lo que sucediera en el bus y nadie me quitaría la atención a mis espaldas. El bus iba vacío, a excepción, de que en medio viajaba una chica, sola, luego de pagar, vi el panorama y toda mi rutina cambió; me enfilé hacia ese lugar; cuando estuve a la par del asiento de la joven señorita, me detuve y la ví, ella me vió tambien, de reojo y de inmediato volteó su cara hacia la ventana del bus. Sin pensarlo (si lo hubiera pensado no lo hubiera hecho) me senté a su lado a pesar de que todo el bus iba vacío; el chofer me vió por el espejo retrovisor y se sonrió, como admirando mi valor. Luego, él encendió la radio y sintonizo una emisora de baladas románticas, ambos sonreímos, con una mirada picara. 
La chica, seguía inmóvil, con su vista hacia la calle, coloque mi libro en mis piernas para luego decirle.
_Espero no te moleste que me siente a tu lado.
_Comprenderás que no puedo leer mi libro de pie, lo he intentado, pero es muy incomodo.
No pasó nada, ella ni siquiera se movió, abrí mi libro e hice como si lo leía, pero al termino de unas dos cuadras y de ver que ella me ignoraba completamente; cerré mi libro y le dije.
_Mejor no leo; pues, creerás que soy un mal educado por ignorarte. Por mas, que ella quiso seguir inmóvil e ignorarme, no pudo y sonrió. Eso me volvió la vida al cuerpo.
_¡Me llamo Jairo. ¿Y, tú?
_Yoly. 
_¡Mucho gusto, Yoly! Le ofrecí mi mano, el chofer seguía muy pendiente de lo que pasaba adentro de su autobús. Lo raro era que, nadie subía. Pero, eso no era importante. 
Ella volteó y me recibió el saludo de mi mano, propinándome un apretón muy firme, signo de seguridad en ella. 
Cuando nuestros rostros quedaron frente a frente, yo casi muero al ver el rostro que se encontraba frente a mi.

Unos ojos de color celeste claro, tan claro, que a según le insidian los rayos solares a veces se le tornaban grises. Sobre ellos, unas pestañas enormes, apuntando hacia el cielo, muy tupidas, que muy bien podría colocarle unos mondadientes y éstos habrían viajado cómodos y sin temor a caer. Mas arriba, unas cejas negras, muy pobladas, pero muy bien delineadas, desde lo grueso hasta terminar en una puntita muy fina; ellas, enmarcaban a esos enormes y bellos ojazos. De entre sus ojos, caía una nariz en linea recta, al final de ella se achataba muy sutilmente. De entre los orificios nasales se prolongaban dos difuminadas lineas, que desembocaban en unos labios gruesos y carnosos. En ellos, una sensual sonrisa que me permitían ver una dentadura perfecta, como hecha por arquitecto; con sus cortes a 90 grados y de un color blanco marfil, los cuales destellaban luces, cuando el sol se encontraba con ellos. A los costados de sus sensuales labios, unos tímidos hoyuelos aparecían, cada que sonreía. Abajo de su labio inferior, un mentón que quiso ser partido, pero se arrepintió. Eso, la hacia casi perfecta. Sus orejas, dos joyas pequeñas, el tamaño justo y, en cada lóbulo, un arete las adornaba, del mismo color que sus ojos. Para terminar, una cabellera lisa, lo mas liso y natural que mis ojos jamás han visto, tan natural que por momentos me hacían recordar a una cascada de agua clara, naciendo entre las la montaña y cayendo por ella, hasta perderse en la selva; solo que en ella, esa hermosa cascada, la cual no era de agua clara, sino de cabellos de color miel, caían hasta su cintura, sobre su cabeza al frente de su cabellera, formaba una perfecta flor, dándole a su rostro una mezcla de ovalo y rectángulo. Una vista que me dejo por un buen rato mudo.
Cuando reaccioné, ella me pregunto: hacia donde me dirigía, yo le respondí: que yo iría a donde ella quisiera. Seguimos platicando sin darnos cuenta de que para ese instante el bus ya iba completamente lleno. Ella me contaba de la ruptura sentimental con su novio, hacía dos meses. Yo, que seguía viéndola sin perderme detalle de su imagen perfecta, luego de; no se, tal vez, unos 45 minutos, el chofer se acercó hasta donde nos encontrábamos sentados y, nos dijo.
_¡Llegamos al extremo jóvenes! 
Yo lo que creo es que no aguanto la gana de verla de cerca y por ello llego hasta  nuestro lugar; pues, bien pudo haber gritado desde su asiento. 
_¿Qué hacemos? Le pregunte.
_Esperemos y volvemos. Me sugirió. Yo le grite al chofer, quien estaba a punto de abandonar el bus.
_¡Amigo! ¿a que hora regresa al otro extremo? 
_¡Como en media hora!
_¡Bien gracias! Se bajo. 
Nosotros, vimos para afuera del bus, el lugar era uno que destilaba paz y sus paisajes eran una invitación a ser caminados. 
_¿Si no te molesta podríamos ir a caminar? Ella me sonrió y me dijo: que si. 
Yo me paré y ella tambien, le ofrecí que pasara, como todo un caballero, pero mas bien lo hice como todo un gandaya; pues, deseaba verla de cuerpo completo, ella llegó hasta la puerta y yo seguía parado como idiota viéndola caminar hasta la escalerilla del bus. Cuando ella llego ahí, se volteó y me pregunto: ¿que me pasaba? yo le respondí.
_¡Ah! ¡nada...! ¡creo que se me durmió la pierna...! o... ¡un leve calambre!... Pero ¡ya estoy bien...! ¡ya voy!
No sé, si la engañé o se dió cuenta, pues ella sabía que era propietaria de un cuerpazo, que terminaba de hacerla, una mujer completamente hermosa. Yo pensé.
_¡Vagabundo suertudo!
Caminamos por un rato, hasta que llegamos a un lugar encerrado entre alambres de púas y un letrero que decía: "¡No pasar, propiedad privada!" Ambos nos vimos y reímos; levante un alambre y con mi pie baje el otro, ella se agacho y entró. Detrás ella, iba yo.
En el lugar, había mucha hierba, una que nos llegaba hasta la cintura, abriéndonos paso nos perdimos en ese lugar; para entonces, ella me llevaba tomado de su mano yo sentía esa piel, como dulce de algodón, asi de suave era la textura de la piel de sus manos. Luego de unos minutos de caminar, llegamos a un lugar hermoso, una especie de jardín, con una grama natural que mas bien parecía sintética; unos árboles dispersos. Ella, corrió como niña entusiasmada y se tiro sobre aquella alfombra natural yo, la veía estupefacto, no entendía tanta suerte; que me vi obligado a agradecer al creador por tan hermosa tarde. 
Luego, me acerque y me acurruque a la par de ella y en menos de lo que lees ésto, nos encontrábamos besándonos, tiernamente, yo ni me lo creía; con forme el tiempo transcurría, los besos tiernos, cambiaron a apasionados, para luego volverse lujuriosos, el sol caía por el horizonte y mis manos sentían su cuerpo caliente y la exploraba, viendo esa perfección a través de mi tacto. 
A lo lejos, se escuchó el sonido de una bocina, seguramente era el chofer que nos llamaba, pues ya se iba, pero a nosotros no nos importó y seguimos con nuestros cuerpos encadenados, con nuestros brazos. Su blusa ya estaba rendida, dejando ver lo que celosamente habían cubierto en todo el viaje. 
Cuando mis labios se extasiaban de las mieles de su piel tersa y dulce, sentimos, como sobre nuestras piernas se movía algo pesado, ella me trajo de vuelta a la realidad diciéndome.
_¡Sientes eso! Yo me sentí por un momento, orgulloso de mi masculinidad, pero, efectivamente tambien sentía lo mismo que ella; de lo que ella me hablaba, con mucho valor volteé y en la maleza, esa que nos llegaba hasta la cintura, entraba un tremendo culebrón; el cual había pasado sobre nuestras piernas. Sin ella, la serpiente, percatarse que nos había terminado la pasión, que seguro nos habría llevado a algo mas bello. Cuando la serpiente se perdió entre el matorral, nos dimos cuenta de que estaba oscureciendo; fue entonces, que ella se puso de pie, un poco nerviosa y encerró con su blusa a su belleza femenina yo, grite en mis adentros. _¡Noo! Pero comprendí que ya habia tenido mucha suerte, esa tarde que moría de aburrimiento, leyendo en mi cuarto. 
Nos regresamos ya de noche a nuestras casas, no sin irnos besando en el ultimo de los asientos del bus. Por momentos yo le encontraba pedazos de ramas entre su hermosa cabellera.
Despues de esa tarde, nos seguimos frecuentando por varios meses; pero, como toda historia perfecta. Ésta, tambien llego a su fin. 
Y, ahora la comparto con ustedes, no para presumirles, sino para comentarles que de éste hermoso recuerdo que llego hoy a mi mente, nació una de mis historias. 
Una que les ha gustado mucho. Les hablo de: "Abrazo Mortal"  (http://wwwnewhera.blogspot.com/2014/02/abrazo-mortal.html) 
Quiero agradecerles, por la deferencia a mis historias, las cuales en su mayoría nacen de una experiencia propia. 
Y aprovecho, para dar gracias a Dios por lo bella que ha sido mi vida. 
_¡Hasta la próxima!










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