martes, 2 de diciembre de 2014

Exterminio


- ¡¡Creo que me han visto!!  _¡¡Dios mio estoy perdido!!  _¡¡Moriré!!
Así era su angustia, mientras se escondía en donde le fuera posible, pero, o no era muy hábil o el terror que por su cuerpo corría le impedía ser más intrépido y le obstruía el instinto que siempre lo había tenido muy agudizado, bloqueándole toda perspectiva en su mente. Tras él, su perseguidor y presunto asesino, el cual, no dejaba nada parado hasta no encontrarlo y con mucha saña lo atacaba al encontrarlo; era evidente que, ésta persona deseaba acabar con la existencia de quien ahora intentaba huir por las calles, largas y oscuras.
- ¡Agww!   _¡Ya verá cuando lo alcance!   _¡Lo aplastaré sin piedad!  _¡Me da una repugnancia!  
-¡Qué asco!   Éstos, eran los pensamientos de quien perseguía a quien huía  desesperado por callejones, calles, avenidas, tratando de salvar su vida.
- ¡Espero haberlo perdido! _Aunque sea por unos pocos minutos, _¡Estoy exhausto, no creo poder más! Su rostro reflejaba a todos los miedos, pues en otras oportunidades, él había estado en circunstancias parecidas y había logrado escapar sin mayor preocupación, quedandose quieto en el primer escondite que se había encontrado en el camino por el que había escapado. Pero esta vez, su perseguidor era persistente y estaba convencido en no dejarlo con vida. Luego de que lo ubicara de  nuevo y que le diera algunos zarpazos, los cuales, le hirieron en una pierna, éste logro subir por una pared que le dió fin a un corredor y como pudo la trepó, con un inmenso dolor pero al cual lo ignoraba, pues la adrenalina que por sus venas circulaban le daban las fuerzas necesarias para poder hacerlo. Cuando, por fin logró sortear aquel callejón sin salida, se trepó a unas azoteas, logrando sacarle una buena ventaja a su perseguidor y al fin de un buen tramo, logró llegar a su hogar, él pensó.
- ¡Gracias Dios mio!  _¡Aquí estaré a salvo!  _¡Hasta que me encuentre, otra vez!  
- ¡¡Maldición!!  
- ¡¡No pensé en mi familia!! Les traje hasta la casa la maldición, ahora sí, la mala suerte me ha encontrado y todos moriremos... 
- ¡¡Debí seguir y no venir a mi casa!!  Ésto pensaba con un desespero horrible en su pecho y el dolor de su pierna que ahora se hacía mayor, pues, la adrenalina estaba bajándole.
No pudo evitar que de su garganta se escapara un leve sonido de dolor, pues, éste, ya a estas instancias, era insoportable.
- ¿Eres tú mi amor? Le preguntó, una joven que salía de la recamara, con su ropa de dormir. Al verlo tirado sobre el sofá con su pierna sangrándole; ella, atormentada corrió hacia él, casi gritándole.
- ¿Qué te pasó mi amor? _¿Por qué estás tan herido?  _¡Déjame ver tu pierna!  _¡¡Dios mio!!
Ella, comenzó a llorar al verle la pierna tan mal herida a su marido, quien de seguro la perdería, pues la herida era muy profunda y la pierna casi le colgaba, estaba que se le caía. Ella, después de unos segundos, le preguntó nuevamente.
- ¿Qué fué lo qué te sucedió? Él, con una gran pena en su cara, no por el dolor, el cual ahora casi le desaparecía por la misma gravedad de la misma. Le dijo.
- ¡Perdóname mi amor! Se abrazaron, con lágrimas en los ojos. 
- ¡He traído la desgracia a la casa!  _Al amanecer nos iremos de aquí, sino lo hacemos ¡¡todos moriremos!!
- ¡¡Me estás asustando!!  _¡¡Dime que pasó!! A él no le quedó otra, más que confesarle lo que le había sucedido.
- ¡Estuve en ese lugar!
- ¡¡Quéeee!! ¡  _¡Me lo habías prometido!  _¡Me prometiste no volver a ese lugar!
- Lo sé mi amor ¡perdóname! _¡Fué un momento de debilidad!
- Ahora has traído la desgracia a tu hogar, ya conoces que ésta gente no es como las otras. 
- Éstos no andan con juegos; éstos acabaran con todos: con tus hijos, tus padres y yo.
- ¿Por qué? Ya habíamos hecho vida en este agujero, ahora a empezar de nuevo - ¡Dios sabe dónde!
- Lo sé, por favor perdóname, ¡te lo ruego!
- ¡Ya qué! mañana temprano nos largamos, si queremos seguir con vida. Dijo la joven esposa y se retiró, dejándolo ahí, postrado con su pierna casi amputada, para que él se las arreglara, pues todo era culpa de él.
Al día siguiente, muy temprano, comenzaron a empacar sus pertenencias; todos se encontraban muy tristes, pues ya llevaban un buen tiempo viviendo en aquel lugar, lugar en el cual, no habían tenido ningún problema gracias a su discreción, la cual ahora estaba en evidencia, todo gracias al jefe de esa familia, quien no pudo evitar la tentación de ir a meterse en ese lugar, al cual había prometido no regresar nunca. Pero que la tentación lo habían hecho regresar y para su mala suerte se había topado con aquella persona, quien era alguien desalmado y que ahora no descansaría hasta masacrarlo a él y con él, a toda su familia, pues a éste no le gustaba dejar ni un solo cabo suelto. 
Éste, era un tipo muy peligroso y con una muy mala reputación, por ello, habían prometido mantenerse alejado de él... Pero.... 
- ¿Están listos? Preguntaba la joven esposa a sus familiares, los cuales le pidieron un poco más de tiempo, pues les hacía falta algunas cosas.
- ¡¡Apúrense!! Les gritó, con el nervio a flor de piel, pues ella sabía que con su marido mal herido les sería muy dificil salir de ahí lo mas rápido que les fuera posibles, ella temía por su familia, mientras que a su esposo, el que había causado todo éste problema, a él lo veía con mucha rabia y rencor. Él, quien la conocía muy bien, sabía que eso era precisamente lo que ella sentía por él y que al estar instalados en otro lugar, lejos de ahí, muy lejos, seguro le pediría que se fuera de la casa, pues ella no le perdonaría nunca lo que le había hecho a su familia y menos por un barato desliz.
- ¡Ahí viene! ¡Se acercan! ¡Debemos marcharnos yá! Gritaba, uno de los hijos de la pareja, a quien lo tenían vigilando la calle. Ella pensó, _¡Es demasiado tarde, estamos perdidos!
- ¡¡Dios, es cierto!! ¡¡Están aquí!! Todos corrieron a esconderse en donde pudieron, pues la muerte era eminente, estaba por tocarles a la puerta. El esposo de la joven, quien aún se veía que sufría del dolor de su pierna, la cual aun la tenía pegada a su cuerpo, pero ésta solo le estorbaba, vió como sus hijos, esposa y padres, casi trepaban las paredes horrorizados. Él no lo pensó más y vió a su amada esposa, ella lo vió, con lágrimas en sus ojos. Ambos sabían que no volverían a verse con vida, en sus rostros dibujaron una expresión con mucho amor, uno, pidiendo perdón y la otra, perdonando.
Él, salió de aquel hueco, y se dejó ver por su agresor de la noche anterior y corrió por la calle, pero la pericia que éste había tenido en otras oportunidades ahora no le era posible, pues una de sus piernas se lo impedían, que en poco tiempo fue alcanzado por su enemigo mortal de la noche anterior, el que lo había descubierto en aquel lugar prohibido para él, y fué aplastado con mucha saña, sin clemencia, sin misericordia. Hasta se le veía en su rostro el placer que había sentido todo su ser, al matarlo, al asesinarlo; luego de haberle dado alcance y de literalmente apachurrarlo con el odio que éste le sentía. Luego de asesinarlo, en su rostro se dibujó una sonrisa de placer y casi diríamos que bailó sobre su cadáver. 
Ahí quedó tendido y a unos pocos metros de su cuerpo, su pierna, la cual por fin se le habia desprendido de su cuerpo. 
Adentro, en la que fue su hogar por mucho tiempo, sin nunca llevar problemas ahí, todos estaban sumidos en un silencio total, en sus rostros el horror por saber e imaginar la muerte de su esposo, de su padre, de su hijo. Ellos sabían perfectamente que el peligro no había terminado y se preparaban para lo peor, la muerte de todos, pues todos conocían a éste ingrato, él cual no dejaba cabos sueltos. 
Ellos, la familia, escucharon cuando el asesino le dijo a su acompañante.
- ¿Crees que hayan más? 
- No lo sé... De lo que si estoy seguro es que, éste es el que perseguí anoche.
- ¿Cómo puedes estar seguro? Si todos éstos asquerosos son idénticos. Dijo la cómplice del asesino.
- Lo sé, pues anoche le acerté y lo dejé lastimado de una pierna, precisamente ésta que esta aquí.
- Pero de todas maneras ya me conoces y sabes que no me gusta arriesgar; así que... Rociaré en toda esta pared y huecos que se encuentren por aquí; el insecticida, por si quedo alguna cucaracha escondida o algún huevo de éste.

                                               FIN




























  

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