miércoles, 10 de diciembre de 2014

Un poco de erotismo 2


La luna llena en todo su esplendor, alumbraba a la ciudad con una intensidad mayor a las luces de neón. Por la gran avenida, se veían venir un par de faroles en la opción de luz alta, ellas se veían por momentos hacer un incomodo zigzag, para luego regresar a su carril central. Se prendió la luz amarilla intermitente, indicando el pide vías, que pronto viraría hacia el carril derecho para no detenerse e introducirse a el parqueo de uno de los hoteles de paso de la gran avenida.
Mientras todo ésto acontecía, adentro del vehículo, un joven conducía con mucha pericia, haciendo los cambios respectivos y controlando el volante solamente con su mano izquierda; mientras que su mano derecha se movía hábilmente entre los muslos de una morena venteañera, cuya minifalda se arrollaba hasta su cintura, dejando a la vista su piel morena, ella sentía una oleada de placer con epicentro en la entrepierna de dicha joven y ésta oleada viajaba desde su vientre, subiendo por su abdomen hasta llegar a mas o menos su ombligo; luego, ella dejó escapar un sutil quejido, el cual, si no lo hubiera hecho, su pecho habría corrido el riesgo de explotar en pedazos por la emoción que el orgasmo le había provocado. 
Cuando entraron en el parqueo privado de la habitación que sería testigo de la faena erótica, se dejó escuchar el sonido de una persiana metálica caer hacia el piso, ellos, se vieron, él seguía con su masaje sensual, mientras que ella lo veía con sus ojos entre abiertos, los músculos faciales completamente relajados, tan relajados que apenas pudo esbozar una dulce sonrisa de agradecimiento a su acompañante. Éste quien yacía en completa excitación, con la habilidad que solo la experiencia te da, extrajo su mano derecha de ese ardiente lugar y de inmediato, casi sin que ella se percatara colocó en el preciso lugar su mano izquierda, la cual era igual de hábil que la derecha y se le abalanzó sobre el rostro de la chica, propinándole un sensual beso; la boca de él, succionaba el labio superior de ella mientras que ella, hacia lo suyo con el inferior de él; dejando escapar un sonido metálico, el cuan nacía en cada sorbo al labio; luego él tomó el labio inferior de ella, mientras ella hacia lo mismo con el superior de él y otro sonido metálico se escapó precisamente del mismo lugar; luego, para colocar el broche de oro a esos sensuales besos, él introdujo la lengua de la chica en su boca y la succionó hasta dejarla casi seca, el sonido actual fue mayúsculo. Luego de ello, su minúscula prenda femenina de color blanco se veía más oscuro en la parte inferior, debido a lo mojado que ésta se encontraba, ella ya no aguantó más y abrió la portezuela del auto deportivo, se bajo de él y se dirigió a la escalera que la llevaría al cuarto de ese lugar, especial para los amantes. La minifalda se negaba a bajar del lugar en donde ahora se encontraba, cosa que a ella le tenía sin cuidado y mientras que ella subía escalón por escalón con movimientos tales como de serpiente nadando en el río, el joven cerraba las puertas del coche sin dejar de contemplarle las piernas largas y bien torneadas de tremendo ejemplar femenino; que, cuando caminaba lo hacia un escalón a la vez, para que sus muslos siguieran masajeándo a su vagina, que en éste momento era fuente de placer en cada paso que ella daba. Un  suave y delicioso calambre le subía desde su entre pierna hasta su estomago, ella sentía que no llegaba a la puerta que le esperaba a unos pocos metros. Él, no pudo evitar ver, cuando por su pierna, color canela, viajaba una gotita de jugo de placer que de su cuerpo emanaba hacia el suelo resbalándose por esa hermosa pierna, pues, ésta por un momento al contacto con la poca luz del lugar brilló, provocando en el caballero un alboroto de mariposas en su estomago. Mientras ella casi tocaba el picaporte de la puerta, soltó el listón que sostenía a su cabellera, dejándola caer sobre su espalda. Una hermosa y frondosa cabellera de color negro y lacio, cayó, provocando ondas sensuales en vaivén; como cascada de agua fresca y cristalina cayendo por la montaña selvática. 
Por fin, la puerta se abrió y en el fondo una cama que les gritaba que los esperaba y a la vez les daba la bienvenida; en el cielo, un enorme espejo, que no pudo evitar ver a la morena con lujuria mientras ella dejaba un camino con sus prendas de vestir, como invitación y guía  para su acompañante... Un par de zapatos, la pieza mojada de color blanco, mas allá la blusa y después un brasier. Él, se encontraba parado en el umbral de la puerta viendo el espectáculo que su pareja le daba. Por fin, cuando ella se encontraba recostada muy sensual sobre la cama, él entró, con la camisa desabotonada, dejando ver su musculoso dorso y avanzó, no sin antes cerrar tras él, la puerta de la habitación.....

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