lunes, 5 de enero de 2015

Amor sin Limites

Se conocieron una tarde de lunes, en algún lugar del planeta, pero en otro tiempo. Ese lunes, todos se levantaron dispuestos a llevar a cabo un día más de labores, sin embargo, él, decidió reportarse mal y su excusa le fue aceptada, pues jamás antes había faltado a su trabajo, él era muy responsable, pero ese lunes; uno hermoso, el primero de una primavera de las 24 que ya había vivido, el sol estaba regio, justo en el centro del cielo, algunas nubes dispersas a lo largo del horizonte, el resto con ese azul increíble que te invita a ver más allá, como queriendo que en ese momento fallara la gravedad y cayeras en ese hermoso vacío azul y perderte en él; te imaginas, tú cayendo o subiendo, -como mejor te parezca- acercándote a la nada, creyendo por un instante que tocarías el sol, llegar a conocer el inicio y final de cualquier galaxia, y ver como se vacían los océanos atrás de tí cuando empiezas ese viaje. 
Un encuentro con el amor, ese amor profundo, tan profundo que te pierdes en él, ese tan generoso que solo piensa en llenarte de caricias y emociones. De ese amor hablo, del que no tiene envidias, ni egoísmos, ese que solo piensa en verte feliz, que vive únicamente para amarte. A eso vino a este planeta, exclusivamente a volverte loco con su amor. _¡Ese amor, no puede ser de este mundo! Pensó, mientras viajaba en su volkswagen de color rojo, del 66, con rumbo, corrección, sin rumbo, simplemente con una corazonada en su pecho; eso le hacía conducir, viajaba como autómata pensando todas esa maravillas, maravillas utópicas, que no se dio cuenta cómo y cuando, llegó a una bifurcación, a una entrada, con un letrero en su ingreso que dictaba, que el lugar era propiedad privada, agregaba un tajante ¡¡NO ENTRE!! 
No le importó y entró en el, era una recta, con arboles en ambos lados, sus copas se unían en lo alto, ésto no permitía ver el cielo que le había echo imaginar todo lo que había pensado antes durante su viaje, el camino parecía no tener fin y eso a él no le importaba, veía a sus instrumentos de navegación y éstos estaban congelados en un punto, el radio encendido pero sin sonar, el carro avanzaba pero el aspirómetro sin marcar. En fin, pareciera que volara a unos pocos centímetros sobre el pavimento, uno sin baches, uno perfecto. 
Después de quien sabe cuanto tiempo, por fin llegó a un lugar, uno mágico, uno que pareciera estar en otro lugar, uno fuera de éste mundo; detuvo a su coche y se apeó de él, el lugar era hermoso. Una cabaña antigua y pequeña, justo para dos personas rodeada de una arboleda sin fin, como si estuviera en una isla, contraria a su significado; o, en el cráter de un volcán, esos con un lago hermoso en él, pues un poco más allá de la cabaña había uno. Uno de aguas transparentes, que se iba pintando de un azul más oscuro conforme se alejaba de la playa, de color blanco. 
_ ¡Hola! te esperaba. Dijo una chica, con una voz tan fresca, cristalina y enamorada.
_ ¡Lo sé! respondió el joven, quien parecía que la conocía de tiempo, de mucho tiempo.
Se acercaron uno al otro, como imanes con polaridad opuesta, con esa fuerza magnética que cuando los colocas a cierta distancia no hay fuerza sobre la tierra que los pueda separar. 
Al estar juntos, pegaditos el uno del otro, se fundieron en un delicioso beso, esos que sientes que te elevan, esos que te hacen perder el equilibrio, esos que te hacen que el espíritu se salga del cuerpo y crees volar, esos que por alguna razón aun no explicada provocan que levantes una de tus piernas, como si no existiera gravedad en ella, preciso en ese instante, esos que te hacen perder el aliento, que dejan por un instante sin respirar para no perder detalle alguno y que cuando sientes desfallecer te hacen volver a respirar, como regresando a la vida de nuevo, produciendo en tu pecho un alivio y dejar escapar un suspiro que nace en el centro de tu corazón. Podría seguir explicándolo pero seguro ya entendiste o, al menos lo recuerdas en este instante y sino, sueñas con llegar a sentirlo muy pronto. Así fué el beso. 
Justo al terminar se vieron a los ojos, para grabar en sus mentes al ser amado, ése que no podrás olvidar nunca más y que lo encontrarías así estuviera mezclado entre millones de personas. 
Su color, su olor, su textura, todo su ser esta escaneado y memorizado. Luego de esos besos llegaron las caricias, y una cosa llevó a la otra, hasta entregarse uno al otro. Y sentir junto a todos sus sentidos la maravilla del amor. 
Al terminar, se acercaron a la chimenea en la pequeña casa. Sonrieron como niños después de una travesura y luego enmudecieron; simplemente se observaron detenidamente. Ella, rompió el silencio.
_ No te imaginas como había deseado que éste día llegara, para volver a verte, para besarte, para amarte. Él seguía viéndola, pensándola, recordándola, oliéndola, sonriéndole.
_ ¡Lo sé! Dijo de nuevo. 
Así pasaron cerca de 30 días; amándose, devorándose como el primer día en ese lugar, el tiempo no era el mismo que en el resto del planeta, era un lugar especial, tan especial como el de una pareja de luna de miel, una pareja que solo tiene tiempo para amarse y nada más.
_ ¡Te amo desde el primer día que te ví!, ¡desde ese día en que llegué aquí!
_ ¡Lo sé! ¡Yo también te he amado igual desde ese día! Y éste amor que siento por ti ha sido un amor sin limites, sin fronteras, sin tiempo, ¡te amo y te amaré por la eternidad! Le dijo muy convencido a la joven. 
Una chica tan hermosa, de complexión atlética, de un blanco, llegando a lo moreno sin exageración, de cabellera oscura, larga, un poco abajo de sus hombros, de ojos color miel; que según la luz se volvían verdes, de tonalidades azules y un café claro, (yo los he visto antes no los inventé) Él, un tipo normal, alto, delgado, de rasgos finos, de color blanco y cabello lacio, que le cubría la mitad de las orejas, de color café claro sin llegar a ser rubio pero muy cerca, ojos asueñados, pelo en el pecho, poco pero suficiente, de pocos músculos, pero con mucha fuerza, de una voz tranquila y adormecedora pero firme y convincente. Así eran los amantes, que un día hace centurias se conocieron y que desde ese día ya no pudieron dejar de amarse de encontrase cada tiempo en el tiempo. 
Tal vez no me entiendas; pero recuerda que el amor es un sentimiento o algo especial que mueve al mundo; al nuestro y a otros, el amor no conoce fronteras, razas, credos, estratos sociales, lo único que sabe el amor y lo sabe muy bien, es amar, solo eso amar; sin tiempo, sin limites, sin censuras, sin envidias, es generoso, no pide nada a cambio, el amor solo quiere y puede amar.
Ella, una chica de los que llamamos extraterrestres; él un simple terrestre mortal. Ella, que un día llegó a nuestro planeta en una misión que no recuerdo, pues ya ha pasado mucho tiempo; lo conoció, se enamoraron y desde entonces siguen amándose y así lo harán por todos los tiempos, pues para el amor no hay tiempo ni espacio. 
Ella regresa cada cierto tiempo. Para ella, el tiempo no es el mismo que el nuestro, ella sigue igual, pues vive viajando en el universo y ahí no existe el tiempo por lo tanto ella no envejece, sigue siendo hermosa y así seguirá por la eternidad mientras no ancle en el planeta, pues eso sería su fin y el de su amor también. Él muere, pero su espíritu no, por ser inmortal, regresa en otro cuerpo y así él sin saber cada cierto tiempo en su vida llega ése día tan especial, ese que lo hace viajar de donde éste hasta ése lugar que ella construyó para amarlo.
Pronto se irá, pero volverá, él lo sabe y su esperanza es la seguridad de que en unos muchos años en está o en la siguiente vida, con seguridad la verá de nuevo y ese día como en éstos 30, se amarán como nunca en la tierra nadie se a amado, ni se amarán, él la esperará y ella volverá... Lo hará por toda la eternidad.

_ Ya podría yo tocar el sol, ver vaciarse a los océanos, ver el fin del mundo, ver adelantos tecnológicos, pero sin amor, eso no sería nada. 
_ ¿Sabes que te amo y te amaré siempre sin limites?
Éstos eran sus pensamientos, mientras salia de la bifurcación a su vida normal. 
Se dejo escuchar un sonido magnético que duró solo unos pocos segundos, él vió al cielo y ahí iba ella, una luz brillante en el firmamento. 
Él repitió sutilmente.
_ ¡Hasta pronto mi amor! 
Sus instrumentos volvieron a funcionar, sus ojos brillaron y en su mejía una lagrima no de dolor, sino de felicidad.

Cuantas veces no creíste amar a alguien así y lo perdiste... O, ¿eres de los privilegiados que lo encontraste y no lo dejaste ir de tu lado? y ¡ahora son felices!... 
No lo olvides: el verdadero amor es aquel que no tiene limites...  Es un amor sin limites...












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