lunes, 12 de enero de 2015

Cómo me lo contaron te lo cuento 2: El pinchazo


Viajando por las calles de la ciudad, una de todas las tardes que me dirigía de otro de mis oficios hacía la casa de un cliente, me entretuvo una cola de autos, algo que pone de mal humor a cualquiera, y yo, no era la excepción. Esa tarde calurosa, nada me entretenía, pues éste día debería de presentarme a mi primer día de trabajo en un lugar el cual me había costado meses para ser aceptado, eso era lo que me tenía mas molesto, el retraso que me causaría la entrega que me llevaba a una colonia alejada de mi actual lugar de trabajo, para luego retornar a mi casa, bañarme, arreglarme y presentarme a mi primer día en mi deseado trabajo de años. Por fin, llegue al lugar en donde se formaba el cuello de botella de carros, la mayoría le enviaba saludos a la madre de la señorita que se encontraba provocando esa enorme fila de coches, el desperfecto, una llanta pinchada. Al ver el infortunio de la pobre señorita, muy bien vestida y de observar que contaba con la misma edad de mi hija mayor, decidí auxiliarla, pues quien sabe a lo mejor mañana era mi hija y quería que la Ley de Murphy se cumpliera cuando fuere necesario. 
Por lo que, parqué mi moto adelante de su vehículo, me apié y con una sonrisa en mis labios me dirigí hasta donde se encontraba la señorita, esperando sin quererlo, ser rescatada.
- ¡Buenas señorita! Ella me vió con la desconfianza del caso, algo que yo inmediatamente observé.
- ¿Me permite ayudarla? Ella se retiró, alejándose de mí, con el horror en su rostro, no sé si de miedo por la inseguridad del lugar o por mi vestimenta humilde y sencilla que llevaba puesta en ese momento que realizaba la entrega de un repuesto para un cliente y amigo.
- No tenga miedo, simplemente quiero ayudarla con el cambio de su neumático para que no se quiebre una de sus uñas y no se ensucie su caro vestido. Ella me vió de nuevo, de pies a cabeza y sin contestar, ni siquiera por educación, se introdujo en su automóvil, uno muy caro, de marca extranjera, para ser más exacto, Europea. 
Por último, ya adentro de su hermoso carro. echó llave y extrajo su celular. _Bueno, el entendido a señas, decía mi madre. Me monte en mi moto y me dirigí a entregar el repuesto que requería mi amigo y cliente de mi tienda de repuestos para: refrigeración, electrónicos y eléctricos.
Cuando retorne a mi casa, mi hija me saludó y me dijo.
- ¡Padre! ¡hoy si que pareces un limosnero! seguro hubo mucho trabajo en la tienda.
- ¡Sí hija, no tienes una idea! _Te dejo, pues tengo el tiempo justo para bañarme y arreglarme, pues hoy es mi primer día en mi nuevo trabajo.
- ¿Tu ansiado trabajo? ¡que bien por tí! ¡Estoy orgullosa de ti papi!
Cuando estaba en el baño desvistiéndome, escuche las palabras de mi hija con respecto a mi presencia, que no dude en verme a el espejo y, realmente estaba hecho una desgracia.
- ¡Jaja! ahora entiendo a la señorita del auto. 
Me bañe y me dirigí a mi nuevo lugar de trabajo, me estacioné en el lugar que tenía mi nombre, eso me llenó de orgullo, salí de mi coche; uno que no tenía mucho que desearle al de la chica del embotellamiento.
Leí el rotulo de mi nuevo lugar de trabajo antes de ingresar: Hospital General. Suspiré y entré al lugar por el cual, cualquier colega daría hasta un ojo de su cara para formar parte de él; pues, trabajar en ese hospital te daba un estatus increíble, por ello costaba mucho ingresar a la nomina de ese lugar y el que lograba entrar ahí, era porque tenía una tremenda  hoja de vida.
- Señorita, con la Directora del Hospital, por favor.
- ¿Tiene cita señor?
- Así es señorita, ella me estará esperando. _¡Aquí tiene mis referencias!
- La tendrá que esperar, pues ella tuvo un inconveniente y se tardará un poco en llegar.
- No hay problema señorita, esperaré con gusto.
Me dije.  _Llevo mese tratando de entrar, que unos minutos más no me importa. Además, que bien que vine a la hora convenida, mejor que ella se haya atrasado y no yo. 
- Dr. Ramos, la Dra. lo espera. ¡Pase por favor! Me trajo de regreso de mis pensamientos la secretaria de la Directora de dicho nosocomio.
- ¡Buenas tardes doctora Cacacho! Ella se preparaba, pues recien había llegado y sin darme la cara me respondió.
- Que pena con usted Dr. le suplico me disculpe, no suelo fallar a mis citas, mucho menos llegar tarde a mi trabajo, pues hay que dar el ejemplo ¿no cree? Siguió hablando, sin dejarme disculparla.
- Pero tuve un incidente con mi coche; ¡jajaja! Se rió y siguió.. _ No tiene idea de la fila de carros, el atolladero que provoqué ¡jaja! Sin dejar un respiro y con su atareada rutina no paraba de hablar.
- Lo peor, fue cuando un tipejo, todo sucio y atrevido se quiso aprovechar de mi infortunio, ¿puede usted creerlo? no pueden ver a una señorita desvalida por que le caen para aprovecharse de una, pero no se lo permití, eso, de su escusa barata, de ayudarme con mi llanta pinchada. _¡Bueno! Dijo al fin y se sentó, me extendió su mano y agregó.
- ¡Bienvenido al Hospital General!... ¿Doctor?... vió mi hoja de vida ...¿Ramos?..
- ¡Así es Doctora! _ ¡El placer es mío! Ella me vió y me sonrió.
- No me reconoce ¿verdad? Ella, frunció su seño y me dijo. 
- ¿Debería? Yo me puse de pie, me dirigí con mis obligaciones en el archivo que me acababa de entregar y me dirigí a la puerta de su oficina. Le dije, antes de salir de su oficina.
- ¿El tipo que la abordó hoy, cuando se encontraba a la par de su BMW, de color rojo, con el neumático izquierdo desinflado, llevaba un ove-rol de colo gris, muy sucio y unos tenis de color blanco, tambien sucios, con el rostro manchado, seguramente por los gajes de su trabajo.
- ...¿Cómo? Dijo, pero yo salí de la oficina dejándola con la palabra en los labios. 
Cuando me dirigía a mi clínica, que se encontraba al terminar un muy largo corredor, escuché, como la Directora del Hospital General, azotaba la puerta de su oficina, corriendo atrás de mi persona.
- ¡Dr. Ramos, espere por favor! ¡Creo que le debo una disculpa!... ¡Dr. Ramos, por favor espere!
Me detuve frente a mi clínica, en la puerta se leía mi nombre, la abrí y adentro de ella la espere.
- ¡Dr. Ramos, que vergüenza! _Dígame, ¿era usted ese hombre desalineado en la avenida?
- ¡Así es Dra. era yo atendiendo mi otro pasión! _ Mi otro trabajo, uno humilde que me ha servido para llegar hasta donde  hoy estoy.
- Dr. ¡no sé que decirle! ¡por favor disculpe! pero usted parecía....
- ¿Un ladrón?... ¿un pordiosero?... ¿un asesino en serie?....
- ¡Por favor no diga más! ¡Créame, aprendí la lección!
- Eso espero Dra. Directora del Hospital General. ¡Eso espero! _ ¡Nunca juzgue por la apariencia! _ Pero de ahora en adelante tenga cuidado, pues la próxima, podría ser uno de los que usted pensó que era yo.
_ No sea, que se le haga realidad su idea de las personas que visten humildemente.
La Dra. se retiró muy avergonzada, se sentía muy mal conmigo; que tuve que salir de mi clínica y le dije.
- ¡Dra.!
- ¡Si, Dr. Ramos!
- No es suya la culpa, es de la inseguridad en que vive nuestra sociedad, créame que no la culpo pero, pudo ser un poco más educada ¿no cree? _ Recuerde ésto que mi madre me recitaba siempre: "Letra no quita tontera" ¡Qué significa...
- No se preocupe Dr. ¡sé exactamente lo que significa! Me interrumpió y agregó. 
- Le pido disculpas una vez más y créame tendré cuidado en el futuro. _¡Bienvenido Dr.!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario