miércoles, 28 de enero de 2015

El Homónimo


El sujeto inhaló una larga línea de polvo blanco, luego de ello, exclamó un alivio como si de ello dependiera su vida y a la vez, que su cuerpo recibiera un delicioso placer, algo extasiante. Por lo que no le importó, cuando fué interrumpido por una bella jovencita, una, casi niña, completamente desnuda que recien entraba al lugar abandonando el cuarto en donde se hallaba.
- ¿Me dejas un poco? Dijo la joven; quién caminaba, felinamente hasta donde él se encontraba, ahora recostado, rascándose la ingle. 
- ¡Solo un poco!, ¡pues esta mierda no es nada barata y con tu lindo culo no es suficiente para que me lo pagues! Dijo el tipo, quien se encontraba con el dorso desnudo y solamente con unos pantalocillos cortos.
- ¡Tu madre...! ¡Ya dámela! Hizo su línea, una muy corta y en ella sucedió lo mismo que en el tipo. Despues de inhalar la droga, se trepó sobre el tipo; abrió sus largas y torneadas piernas morenas y se colocó sobre sus piernas recostándose sobre el pecho del hombre y lo empezó a besar, aludiendo que estaba muy excitada.
- ¡Ésta mierda me calienta tanto! Él, la hizo de lado, pues, no quería nada en ese momento con ella; parecía que ya le había aburrido, pues llevaban juntos quince días encerrados en el pequeño departamento del edificio de cinco pisos que quedaba en una zona popular de la ciudad; a la chica, la había conocido en una discoteca de mala muerte de la misma ciudad, una a donde llegaban muchas chicas en busca de drogas a cambio de sexo.
- ¡Quiero que mañana te largues de aquí! Le ordenó el sujeto, luego de dejarla toda caliente sobre el sucio sofá y de dirigirse al baño a mear.
- ¿Por qué? Le gritó la chica.
- Si la hemos pasado muy bien, además me gustas mucho y más como me follas. Le seguía gritando la chica, ahora masturbándose sobre el sucio sofá, pues, la droga si que la excitaba. 
Por ello, era que se había hecho adicta al polvo blanco, luego de que un novio, un joven de su edad la había inducido en el vicio, precisamente para eso, para excitarse más en el sexo y que cuando se aburrió de ella, la dejo por otra, una joven de la High, con la que actualmente seguía saliendo, no por estar enamorado de ella sino por que la jovencita le pagaba sus vicios, pues, ella no tenía problemas para mantenerlo, porque sus padres tenían suficiente dinero y le daban lo que la niña quería, ésta, había aprendido sus vicios en unos de los mejores colegios de la misma ciudad.
- ¿A dónde vas? Le pregunto la chica, aún desnuda sobre el sofá, a su maduro amante.
- ¿Qué te importa tarada? Le dijo y azotó la puerta, largándose del lugar; mientras bajaba las gradas, pues el edificio no contaba con un ascensor, por ser un palomar (edificio de apartamentos, en donde viven personas de muy escasos recursos económicos).
- ¡Buenas tocayo! Le dijo el vago a su vecino del apartamento de arriba, cuando se lo encontró.
- ¡Buenas Chepito! Le respondió el señor, quien regresaba a su casa cansado del trabajo.
Chepe, se dirigió a la zona particularmente reconocida por el trasiego de drogas, al lugar, en donde se encontraba a quien le hacía algunos trabajos, un peligroso traficante, uno muy temido en el lugar, al cual, hasta la policía le respetaba, pues era muy poderoso gracias a la droga.
- ¿A qué vienes Chepón?, ¿quieres más droga?, pero no te daré ni mierda hasta que no me pagues lo que me debes.
- Ya sabes que soy hombre de palabra y ya tengo tu dinero, solo me faltan unos cuantos billetes y te lo quiero pagar de junto. Se disculpó Chepón, con tal de conseguir más polvo blanco, sabiendo que mentía y que de no pagar, tendría que hacerlo con su propia vida; pero Chepón tenía un plan para zafarse del Jefe; el cual consistía en sacarle más droga y con las ganancias largarse del lugar, desaparecer por un largo tiempo. 
Pero en éstos casos, los vagos creen ser más listos que los jefes, pero si ésto fuere así, entonces no serían unos simples gatos arrastrados. El jefe, conocía o mejor, intuía lo que Chepón planeaba, por lo que lo mandó mucho a la mierda.
- ¡Mirá maldito o me pagas tu deuda yá o te mato! Los guardaespaldas del Jefe se colocaron a los costados del Chepón, con las manos en sus armas, pero el jefe con un gesto los detuvo.
- ¡Tranquilos!, no quiero porquería en mi negocio. _ Solo démosle un anticipo para que sepa lo que le espera. Les ordenó el jefe a sus matones. Los que le dieron unos golpes a Chepón, quien ya estaba curtido, pero que de todas maneras le causaban un tremendo dolor. En sus pensamientos, seguían sus planes en vigencia y si no lo había logrado ahora, lo haría cualquier otro día.
- ¡Escúchame puto, ya te esperé mucho tiempo y si para mañana no tengo mi dinero, te mueres! _ ¡Ahora a la verga de mi vista!
Chepón salió del lugar con las manos vacías y con una amenaza de muerte, que él sabía que no era una simple amenaza y que sus días estaban contaditos, minuto a minuto, segundo a segundo. 
Salió directo a su apartamento, a recoger lo poco que tenía para largarse, su vida estaba en manos del jefe y él, no tenía un solo céntimo para cancelar su deuda y sus ahorros de los últimos atracos se los había gastado en pequeños lujos, y ya no tenía tiempo para matar a otros inocentes y conseguir un poco de plata para salir de su deuda.
Cuando entró a su apartamento, encontró ahí a su conviviente de un par de semanas.
- ¡Te dije que te fueras a la mierda! Ella con cara de drogada aún o más, pues le había encontrado el lugar en donde Chepón guardaba su droga y se había echado otro lineazo más.
- ¡Puta desgraciada me robaste mi droga! Le grito, mientras la golpeaba, la chica rebotaba por todo el apartamento; cuando alguien tocó a su puerta, Chepón miró por la mirilla, dejando a la muchacha casi inconsciente sobre el piso.
- ¿Qué putas Chente? _ ¡Entra! Era uno de sus fieles amigos de la infancia el que había llegado a su casa; en su cara la angustia.
- ¿Qué te pasa bro´? Le preguntó Chepón.
- ¡Chepón! ¡pélate, pues la orden de tu ejecución ya fue dada y vienen por vos!
- ¡Mierda! Dijo el Chepón, quien pasó encima del cuerpo desnudo de la muchacha desmayada por la droga y la vergueada recibida. Chepón se apresuraba a tomar lo más indispensable, pues, sabía que el tiempo era poco para salir del lugar y esconderse, mientras se desaparecía por un largo tiempo. La puerta sonó. 
- ¡Toc, Toc!
- ¡Shhhhh! Dijo Chente, con la cara pálida, pues él sabía que si lo encontraban ahí tambien lo matarían por soplón. Chepón quedó petrificado, pues, presentía que su hora había llegado.
- ¡Yo abro! Dijo Don José a su pequeña hija, quien se encontraba haciendo sus tareas. 
- Debe de ser el de la pizza que te pedí mi´ja. Y abrió la puerta.
- ¿Sí, en que le puedo servir? Preguntó Don Chepe.
- ¿Eres Chepe? Dijo el desconocido.
- ¿A su respetable orden? Dijo don Chepe... 
Y, se escuchó un plomazo. 
- ¿Qué putas fue eso? Dijo Chepón a Chente.
- ¡Eso fue un plomazo amigo! _ ¡Quien será el que toca? Dijo Chepe.
- ¡¡Chepe soy la cacera, vengo a que me pague la renta!! Grito doña Agripina la encargada del Palomar.
- ¡Ahora llego y le pagó doña Agripina! Le gritó Chepón. A quien le regresó el color a su rostro.
- ¡Puta Chepón le debes a medio mundo...! _ ¡Apúrate y vamonos a la mierda! Dijo Chente y se apresuraron a salir del apartamento.
- ¡Y la pendeja ésta? Le preguntó Chente a Chepón. 
- ¡Olvídate de la puta esa! 
Vieron por la mirilla de la puerta antes de salir del lugar y lo que vieron, fue bajando por las escaleras a el Muerte, el mote del sicario del Jefe, quien bajaba de lo más tranquilo con pistola en mano.
- ¡Es el Muerte que venía por vos...! _ ¿Pero que putas? _ ¡A quién le quebró el culo? Dijo Chepe.
- ¡Vámonos bro´seguramente el idiota se equivocó de apartamento y mató al pobre de mi tocayo!
- ¿El ruco que vive abajo de tu changarro?
- ¡Si hombre! ¡Apúrate! 
Salieron por la parte de atrás del edificio y se perdieron por los callejones de la mendiga zona.    

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