miércoles, 25 de febrero de 2015

Una de Vaqueros 3


- Nunca pensé tener frente a mi al hombre leyenda, al jinete, el más rápido de todo el oeste.
- ¿Así que usted es.. Raga? Dijo el Marshall, sin salir aún de su asombro, pues, siempre escuchó con admiración la historia que precedía a Raga, pero nunca la creyó. Esa tragedia en el rancho de su padre hace algunos años y la rapidez con que aquel joven, un muchacho en esa fecha, había robado la pistola de uno de sus captores y en defensa propia los había matado a todos y luego sentenciado a varios años en la cárcel. Dijo el representante de la ley, quitándose el sombrero y dirigiéndose hacia donde pendían las armas de Raga. Mientras se dirigía hacia la cama, lugar en donde se encontraban las armas, agregó.
- Eso me pareció algo injusto, injusto para un muchacho asustado que solo quiso defenderse de un castigo inhumano. _ Y, si me lo permite Raga, su padre se merecía la muerte, ¡sin dudarlo! Para ésto, el alguacil se encontraba revisando las armas de Raga con mucha admiración. Por otra parte, Raga, quien ya contaba con sus pantalones, botas y su sombrero sobre su cabeza, nada más con el dorso descubierto. Dijo.
- ¿Merecedor o no?, pase unos buenos años en prisión y ahí aprendí muchas cosas más, que hoy día me han servido mucho amigo. _ Luego de un tiempo fuí dejado en libertad, porque decidieron que sí, que si era injusto mi castigo, pero ya parte de mi vida se había quedado en ese lugar, junto a asesinos, ladrones, en fin, la peor escoria alguacil.
- Y, ¿ese sombrero? veo que le tiene mucho cariño y que lo cuida mucho. _También, que tiene una rutina, algo que lo identifica.
- ¿Éste sombrero?; es el único y ultimo recuerdo de mi padre. Dijo Raga, viéndolo melancólicamente. Luego de un breve silencio y que el alguacil siguiera hurgando las armas de Raga, éste continuó.
- Cuando regrese en mí, luego de haber disparado en contra de los hombres de mi padre, quienes me sostenían y luego en contra de él, mi padre...
- Arrojé la pistola lejos y me puse de pié con mucha dificultad, las lagrimas en mis ojos no me permitían ver muy bien, entonces me limpie la cara, la cual la deje peor por el polvo y la pólvora que había en mis manos. Escuche quejarse a mi padre, pues aunque no lo crea alguacil, ¡todos los hombres de mi padre tenían el balazo en la frente, pero mi padre no!
-¡¿No?! Dijo el alguacil con asombro.
- ¡No! Dijo Raga y agregó. _ No, mi padre tenía el disparo a un lado del corazón y se desangraba, él tosía mucho. Con el terror en mis piernas y el horror en mis ojos, me acerque hasta donde se encontraba mi padre sobre la tierra, sobre el terreno polvoriento y cuando me vió, me tomó de la mano, como queriendo hacirse de algo, me la apretó y me dijo.
- ¡Hijo, perdóname..! ¡Coff coff!... ¡perdónate a tí...!    _ ¡La culpa fué mía....! ¡¡Coff, coff!! Para eso le tenía su cabeza sobre mis piernas, entonces, dijo ésto justo antes de morir: _ ¡¡Estoy orgulloso de tí hijo!! Y, murió.
- ¡¡Padre, padre, Noooooo!! Grite con un tremendo dolor en mi pecho, pues el de mi hombro ya ni lo sentía. Entonces lo coloqué sobre el suelo con mucho cuidado y me dirigí a recoger éste sombrero, el que era de mi padre, lo recogí y lo limpié, luego me lo puse, me dirigí hacia donde estaba la carreta con la herramienta para marcar las reses, coloqué a cada quien sobre ella, junto a las herramientas. Hizo una pausa y luego siguió.
- A mi padre, lo coloque sobre su hermoso caballo negro azabache; me subí al mío y me encamine a la ciudad ahí, me entregué al alguacil. _ Éste, con una mirada de asombro me recibió y no me creyó la historia y dijo: _ Seguramente los mataste por venganza mucho después de que el bárbaro de tu padre ordenara que te agarraran y te hiciera lo que te hizo, ese viejo loco que tenías; por padre. Quedo callado Raga, pero, el alguacil le pidió que prosiguiera.
- El alguacil estaba aterrado - Decía Raga- al ver frente a su frente, sin aún saber en que momento ésta llego allí, ver y sentir a su propia arma pero, en ese momento sentí como colocaban sobre mi cabeza un frío cañón de rifle, el tipo me advertía.
- ¡Un solo movimiento y te vuelo los cesos! Entonces les entregué el arma y me encerraron el alguacil y su ayudante, quien había entrado en ese instante, ésto empeoró la situación alguacil.
- Sin embargo, éste mismo alguacil, el que me hundió en la cárcel, el mismo que no creyó mi historia, pasó mucho tiempo pensando en como había llegado a su frente su propia arma, sin él darse cuenta. Hizo otra pausa y siguió con su relato.
- Él alguacil, entendió y pensó, que a lo mejor yo no había mentido y si era real mi historia. Y, fué él mismo quien apeló por mí y entonces me soltaron.
- Ahí empezó mi pesadilla alguacil, muchos querían saber si era cierta mi historia o si era una simple leyenda y a donde fuere, siempre había quien se quería medir conmigo y la historia se repetía en cada pueblo. Y, aquí me tiene.
- ¡Vaya, que historia, hijo! _ ¡Sé, que te respetan hasta los más famosos pistoleros de todo el oeste!
- ¿Verdad?
- Lo que sucede alguacil, es que uno sabe y se llega a respetar a uno mismo y al que tiene una leyenda en su espalda.
- O, Una quemadura, marcada con su nombre, por un fierro al rojo vivo, que sirve para marcar reses, Raga.
Raga simplemente sonrió y le pidió sus armas al alguacil, colocándolas en su cintura; por ultimo, se dirigió al espejo con sombrero en mano, lo limpio y se lo colocó sobre su cabeza. 
- Bueno alguacil, me voy, no quiero traerle mas problemas. Dijo Raga y le extendió su mano al alguacil; quien se la apretó en seña de admiración.  Pero, ese estrechón de manos fué irrumpido por unos gritos que venían desde la calle.
- ¡¡Jinete, sal de ahí!! El alguacil se asomó a la ventana y vió que se trataba de John, el jefe de los muertos de la cantina la noche anterior y capataz del patrón. Junto a él tres hombres más, bien armados sobre sus caballos.
- ¡Yo, arreglo ésto Raga usted váyase por la puerta de atrás! Dijo el alguacil, pero Raga ya no estaba ahí, Raga se dirigía a hacerles frente a sus retadores.
- ¡¡Diablos!! Dijo el alguacil, al darse cuenta de que Raga ya iba en camino, él alguacil corrió para darle alcance.
Una vez, ambos en la calle frente a los hombres del patrón, éstos dijeron
- ¡Nos acompañaras jinete, y usted no se entrometa alguacil, son órdenes del patrón!
Raga, se sacó el sombrero y luego de limpiarlo, lo coloco en manos de un niño que observaba lo que pasaba, con toda la curiosidad en sus ojos infantiles.
- ¡Guárdalo y luego me lo traes, ahora vete! _¡Si señor! Dijo el infante y corrió a protegerse.
Raga, echó hacía atrás su gabardina, listo y dispuesto a enfrentar a sus retadores. Y dijo.
- ¡El primero que mueva un solo musculo o acerque las manos a sus armas, será lo último que haga!
Los hombres del patrón rieron en la cara de Raga, el capataz dijo.
- ¡Lo de anoche fue suerte jinete y alcohol en mis venas, ahora será distinto! Advirtió el hombre más rápido y temido de esa región. Entonces el alguacil dijo ésto.
- ¿De veras, quieren enfrentarse en duelo contra el hombre más rápido del oeste?
- ¡Es obvió que no saben con quien quieren enfrentarse! 
- ¡Cállese alguacil, son ordenes del patrón! Gritó muy enojado John, el capataz.
- ¡No! Dijo uno de los hombres que lo acompañaban. _ ¡Yo si quiero escuchar al alguacil!
- ¡Sí! Dijo otro. ¡Hable alguacil! No se quede callado y diga lo que debe decirnos!
- ¡Bueno! Dijo el alguacil, haciéndose a un lado. 
- ¡Se están enfrentando a Raga!
- ¡¡Raga!! Gritaron los acompañantes de John ya nerviosos.
- ¡Cálmense idiotas! ¡Ese Raga es solo una leyenda, ése no existe! Mientras, Raga seguramente ya había estudiado a sus contrincantes y ya conocía en su mente, quien moriría primero. Los hombres vieron a los ojos azules de Raga y el miedo se apodero de ellos.
- ¡¡Yo vi la quemadura de Raga en su espalda, por eso sé que es él!  Gritó el alguacil, cosa que puso muy nervioso a uno de los hombres del patrón y acerco mucho su mano, sin él quererlo a su revolver y, en ese instante se escuchó el estruendo del disparo y el revolver derecho de Raga ya en su funda, dejando salir de él, humo, señal de haber sido utilizado. Y de la cintura del nervioso, vieron caer su pistola con todo y funda. Raga les dijo.
- ¡Ésto, fue una advertencia! ¡la próxima, será uno de ustedes!....







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