lunes, 16 de marzo de 2015

El Choacorral


Ya se encontraban por el kilómetro 15, camino a una de las tantas casas en el lugar el Choacorral. Era una mañana soleada y ambos iban muy motivados en el carro de la empresa a la cual le trabajaban.
- ¡Despacio!, ¿creo que un poco adelante esta la entrada? Dijo Juancho, quien conducía.
- Si tú lo dices, pues, yo no conozco, es más ni se pronunciar ese nombre. Le respondió Pancho
- ¿Qué clase de nombre es ese?
- Creo que le llaman así por la arboleda del lugar o ¿algo así?
- ¡Mira ahí esta el rotulo! Grito Pancho.
- Te lo dije, que por aquí era. Pidieron la vía para cruzar, pues la entrada quedaba en el carril opuesto de la carretera hacia Sacatepequez, el lugar realmente era hermoso y se sentía un frío pero muy cálido. Entraron por la única entrada al lugar, era un caminito serpenteado de terracería y de arboles altos, unos secos, con la copa en lo alto. Mientras caminaban por el lugar buscando la dirección, se maravillaban de las casas tan lujosas, de inmensos terrenos, se encontraron con varias naves, carros lujísimos, del año, de precios que no les alcanzaría ni cincuenta años ahorrando para poder comprarme uno. Mientras que Pancho baboseaba viendo las hermosas quintas y tambien lo hacía literalmente de puro asombro. Juancho se encargaba de buscar afanosamente la dirección, pues, el muy atarantado se había perdido.
- Te perdiste ¿verdad?
- Creo que sí, es que estas direcciones son muy diferentes.
- Pará, ahí viene un marchante. Juancho se detuvo y Pancho le hizo la parada al parroquiano.
- ¡Disculpe vecino! ¿usted conoce la casa de... Cogió la orden de trabajo y como pudo leyó.. - Familia Joh...an...son Wit...ner. A medias del nombre iba, como todo un tartamudo lingüístico, cuando el indígena lo corrige con tal fluidez, que a Pancho le dieron ganas de bajarse y patearlo.
- ¿Usté busca a los Johanson Witner?; pues, ¡la tienen allí en frente! Eso casi hace que Pancho se bajara, pero Juancho lo detuvo del brazo y le dió las gracias a nuestro guía momentáneo; quien luego de extraerse el sombrero como señal de respeto, siguió su camino. 
Se quedaron observando el lugar y era algo hermoso. Luego se bajaron del auto y llamaron por medio de un timbre, los que respondieron de inmediato fueron una pareja de rotwailers negros con café, después de escucharlos ladrar con ganas de devorar a quien tocaba la puerta; por una ventanilla de seguridad, salió una vos.
- ¿Quién? Tanto Juancho como Pancho, vieron por todos lados tratando de ver quien les hablaba pues, la ventanilla estaba polarizada, luego de varios minutos, haciendo el oso Pancho le atinó.
- ¡Hola! venimos de SW Telecomunicaciones a revisar su KSU.
- ¡¿KSU?! Dijo el incognito.
- ¡Su planta telefonica! la cual reportaron que una de las extensiones no funciona.
- ¡Ah si!, pero no me digeron nada.
- ¡Mire amigo! _Dijo el Juancho molesto_ nos permite revisarla o nos vamos y no garantizo volver pronto y se le cobrara la visita.
- ¡Esta bien, espere y confirmo! Pasaron varios minutos y entonces se escuchó el sonido de un motor y la enorme puerta se empezó a abrir, Pancho para ésto casi que se le encaramó a Juancho del susto, luego se dirigieron hacía adentro con el vehículo de la empresa, mientras entraban el tipo con escopeta en mano, les dijo: _ ¡Parqueén allá y no se bajen hasta que llegue o no respondo pos los perros! Así lo hicieron y cuando estuvieron en el lugar, seguían observando lo que el dinero puede hacer.
- Bueno pueden bajarse; ¡síganme por favor! Pancho otra vez casi que se muere del susto imaginando que los perros los atacaban. Por fin, ya en la entrada de la mansión.
- ¡Permítanme por favor! El vigilante abrió la puerta vigió, metiendo su cabeza adentro de la casona.
Juancho le hizo una señal de locura con la mano a Pancho, al ver lo que el tipo hacía.
- ¡Bueno todo esta en orden! Cuando quisieron entrar, el vigilante gritó con histeria.
- ¡¡Frezence ahí!! Ambos quedaron parados como estatuas, con una pata en el aire y la otra todavía afuera de la casa. El histérico de Pancho, dijo enojado.
- ¿Que pasó amigo? ¡me va a matar de un susto!, por fin ¿entramos o no? 
- ¡Disculpen, pero deben de descalzarse o sino no los puedo dejar entrar!
- Y eso ¿por qué amigo? Dijo Juancho molesto.
- Es por el piso, no ven que es de madera importada y sus zapatos -Esto lo dijo de una manera discriminadora- no son finos y pueden rallarlo.
- Y, ¿cuando esta gente tiene visitas tambien se quitan los zapatos? Dijo el Pancho casi cayéndole encima al vigilante.
- ¡No se enoje señor, esas son las ordenes! y los visitantes traen zapatos importados y esos no creo que rayen el piso. Bueno, luego de un tira y escoge, de dimes y diretes; por fin aceptaron a entrar descalzos.
El otro problema, eran los agujeros de los calcetines de Juancho.
Se dispusieron a chequear la extensión reportada y efectivamente encontraron que había un problema con esa extensión, la cual quedaba justo en un corredor que unía la ala izquierda del inmueble con el ala derecha y al frente una enorme sala con toda clase de lujos.
- ¡Mira vos Pancho! 
- ¿Qué vos Juancho?
- El tipo, está como nervioso, viendo por todos lados con las pepitas de los ojos bien abiertas ¿que le sucederá?
- ¡Si verdad vos! Ésto, mientras se reparaba el problema de la extensión; el daño era producto de una juerga de la noche anterior, pues, aun se veían algunas botellas tiradas por ahí.
- Amigo, ¿qué le sucede ya nos tiene nervioso? El vigilante les dijo con la vos muy bajita; para ello, se encontraban los tres, sentados sobre el piso, al lado del mueble donde se ubicaba el teléfono y, ésto les dijo.
- Es que anoche hubo una fiesta y no vi salir a la hija menor de los señores y no sé si estará en la casa y no quisiera despertarla o que ustedes pasen un rato desagradable como los que he pasado yo.
- ¿Un momento desagradable? Dijeron Pancho y Juancho, casi simultáneamente, pero en tono quedo.
- ¡Sí! Dijo el tipo. 
De pronto se escuchó que del ala derecha se abrió una puerta, los tres quedaron en silencio sepulcral y entonces Juancho y Pancho entendieron de lo que el vigilante hablaba.
De aquella habitación, salió una chica, como de 25 años, de piel blanca, pero bien bronceada y de cabellera rubia, tan rubia que hasta reflejaba los rayos solares en las paredes. La chica salió completamente desnuda, por ello supieron que estaba muy bien bronceada y pasó frente a los tres idiotas, que seguían en el piso y a los cuales los ignoró por completo, en otras palabras, Juancho, Pancho y el vigilante, no eran nada para ella, es más los rotwailers si eran visibles para la chica, mientras que los tres hombres asombrados, eran como posta de vaca tirada sobre el suelo. 
La vieron pasar hacia el ala izquierda y luego de regreso hacia el ala derecha, con botella de agua en mano, entró en su habitación y el sonido del golpe de la puerta los hizo reaccionar. Estaban mudos, tratando de grabar la imagen en su mente y así no olvidarla ¡nunca jamás!
- ¡Ven! a eso me refería, ver a la señorita y a sus amigas en puros cueros, eso ¡enferma a cualquiera!
Ahora los tres eran hermanos de la hermosa visión; se despidieron Juancho y Pancho del vigilante y cuando salieron con rumbo a la capital, se escuchó a lo lejos el grito del vigilante
- ¡¡Vieja ahí te voy!!
Un mes después, la secretaria del servicio técnico de SW Telecomunicaciones gritaba: _ ¡¡Tengo una orden de servicio para el Choacorral!!
Pancho y Juancho, volaron por los aires para recibir la orden; mientras que el resto del equipo técnico, los veía con cara de: _ Y esos mulas, ¿qué onda?.... 


Por cierto; aún guardo esa hermosa imagen en mi subconsciente... ¡¡Jejejeje!!

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