martes, 3 de marzo de 2015

Gajes del oficio


Hace unos días llegó a mi oficina, una dama muy elegante y guapísima, alguien a quien conocía de tiempo y a quien le había hecho varios trabajos, pero ese día había llegado particularmente, tan hermosa y sensual, que a mi atención robó por completo, tanto fué, que al verla entrar, con mucho disimulo tomé la foto de mi esposa, testigo de uno de tantos momentos de felicidad. 
Jamás antes ésto me sucedió, ella me hizo volver en el tiempo y en el instante en que se sentó y cruzo las piernas, despertó al depredador que antes fuí.
- Amor, perdóname pero no puedo evitarlo. Pensé mientras veía a la fotografía gritarme desde el fondo del cajón. _ ¡No! Yo me hice el que no escuché y por fin lo cerré. Mientras, la dama, seguía hablándome y yo seguía sin escuchar, en mi mente, las mejores frases, esas que siempre me hicieron ser parte aguas entre mis amigos de juventud, ser la admiración entre ellos. Los que siempre llegaron a pedirme que les obsequiara una de tantas frases rebuscadas, pero exitosas. Pues, mi filosofía siempre fué; que al corazón de una chica se llega por su vanidad. Y, a ésta, siempre la exploté y jamás me falló. 
Debo de confesar que mi fuente de inspiración, era escuchar los discos antiguos de mis padres, canciones que para las chicas de esa época, con seguridad jamás habían escuchado y las frases que de ahí tomaba, eran palabras nuevas y las sentían como si ellas me las habían inspirado, como si fueran mi fuente de inspiración para tan hermosas y originales frases. Ese era mi secreto, tal cual el de Fonsi y la serie "Happy days" lo era, los supermercados.
Regresé con mis baterías recargadas a la dama que seguía frente a mi, explicándome, el por que de su visita. Por fín, me decidí y acomodé en mi mente la jugada para llegar a causarle interés a tan delicada y sensual fémina. 
- Pues, como le contaba, Sergio, ese es el motivo de mi presencia, hoy acá con usted.
- Claro, la entiendo... Gloria... Para mi (....)
- ¡Disculpe, pero yo no me llamo Gloria!, ¿creí que me había reconocido? _ ¡Estefany!, ¡ese es mi nombre!, ¿lo olvidó? 
Yo reí, muy complacido en mis adentros y con mis ojos dilatados de pura emoción, me dije; _ ¡lánzale el zarpaso mortal!, ¡es ahora o nunca! Entonces afilé mi artillería pesada contra ella, quien yacía ya enredada en mi tan estudiada trampa. _ ¡Ahí voy!.. y le dije.
- ¡Claro que la recuerdo y sé que su que su nombre es, Estefany!, pero hoy le cambié el nombre. Me quede en silencio un par de segundos viéndola directo a los ojos y luego. Mientras ella me veía con asombro, por lo que de mi escuchaba; yo, aproveché y concluí con mi seducción.
- Para mi, usted, ¡hoy se llama Gloria!, pues, estar junto a usted es estar ¡en la misma Gloria!
Ella, enrojeció, y aunque quiso disimularlo no pudo, así que le tocó que agradecerme el atrevimiento.
- ¡¡Sergio!! que amable es usted, ¡por eso no lo cambio! Y, agregó.
- ¿Que va a decir su esposa si lo escucha? 
Ésto lo dijo de una manera muy sensual e insinuante.
Yo abrí el cajón y la ví ahí adentro, junto a mi, sonriendo muy feliz. La tomé entre mis manos y la coloqué en su lugar.
- ¡Tiene razón Estefany!, ¡le pido mil disculpas! 
Dije muy apenado, pues ya mis días de conquistador habían quedado en el pasado. Ella, luego de ver y escuchar mis palabras me dijo.
- ¡Bueno, no dijo que me llamaría Gloria! 
Y, sonrió muy sensualmente.... 



Historia inspirada en la canción: Secretos de Amor de Joan Sebastian 

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