viernes, 22 de mayo de 2015

DUELO DE AMOR 2


Andrés pasó a la par de sus antiguos amigos, éstos lo saludaron pero, Andrés iba acompañado consigo mismo y con un caminar pausado casi arrastrando a sus pies, de postura un tanto agachada y la vista perdida en el suelo, un semblante amarillento o más bien, pálido.
- Y, ¿a éste Andrés qué le pasa?, ¡parece zombie! dijo uno de los del grupo, él que lo saludó. 
- ¡Está así desde que la novia lo dejó! respondió otro del grupo.

Andrés siguió su camino al lugar de siempre, un lugar al cual asistía desde su rompimiento con su novia. 
Luego de caminar por un rato, llegó a ése lugar y en él entró. Adentro, era un lugar lúgubre, muy oscuro, casi no se podía ver nada, muchas siluetas ¡eso sí!, a lo mejor de otras personas en la misma situación de Andrés. Él camino hasta el fondo y al llegar, una silla lo esperaba y a la par otra silla con su acompañante esperándolo.
Andrés le confesaba a su acompañante que ya estaba cansado de su actual situación y que deseaba retirarse de ahí, en busca de un nuevo rumbo, una nueva oportunidad para ser feliz, que ya su tiempo de estar en ese lugar tan frío, oscuro, casi negro total, con un dolor en el pecho, el cual, no le permitía respirar con libertad, un estado el cual lo estaba hasta enfermando pues, se había adelgazado tanto, por tener tanto de lo que ahí le daban, estaba desesperado de tanta depresión. De verse rodeado de tantas personas como tú. - Su acompañante - 
Y, sabía de otros miembros que hasta se habían quitado la vida, y de otros que se habían entregado al licor, a las drogas, otros que tomaban medicamentos delicados recetados por especialistas. 

Su acompañante le dijo muchas cosas, entre las cuales destacaban: _ ¡Ni lo pienses! Aquí estas muy bien, te encuentras conmigo la única que te entiende y la única que nunca más dejará que nadie te haga daño. _ ¡Sigue abrazado a mi!
- ¡No! dijo Andrés. _ ¡Estoy harto! pues ¡ya no te quiero aquí, junto a mi! _ ¡Yo necesito ser feliz! y aquí ¡jamas lo lograré!, ¡buscaré a alguien que me haga recobrar la fe en el amor otra vez! ¡así que hasta aquí llegué! 

Andrés se puso de pié y ésta vez se irguió tanto que su acompañante de casi un año, al ver lo alto y gallardo que Andrés era, se asombró y Andrés, su caminata inició con rumbo a su libertad, mientras avanzaba ya no se le veía cansado ni encorvado y su mirar, al frente, mientras iba por el largo pasillo oscuro, lúgubre y frío; alcanzaba a ver por vez primera a otros, sentados en otros lugares acompañados de un personaje idéntico al que a él lo acompañó por casi un año. Mientras más se acercaba a la puerta, que estaba ahora más cerca que nunca de él, se decía: _ ¡Adiós amiga, hasta nunca, quiero ser feliz, necesito ser feliz, darme otra oportunidad, encontrar a alguien que me amé y yo ame! 
Por fin llegó a la puerta; una chica y negra, muy negra, una puerta desquebrajada y oxidada, algo de lo cual hasta hoy se percató, tanto llegar a ese lugar, tanto tiempo metido ahí y hasta ahora se daba cuenta de que ese lugar era algo horrible. 
Cuando el picaporte tomó entre su mano, se juró qué, ¡pasara lo que pasara en el futuro, jamás volvería a ese lugar! Decía. Que cuando Andrés tomó el picaporte y quiso darle vuelta para la puerta abrir, alguien desde afuera la abrió y tal cual él fue hasta hace unos minutos, por aquella puerta entró otro chico, Andrés tuvo la buena intención de tomarlo del brazo y detenerlo pero, éste ya iba como autómata con rumbo al lugar que Andrés acababa de dejar vacante.

La puerta oxidada y negra quedó entre abierta y para Andrés, por ella entraban rayos de luz, Andrés como insecto atraído por la luz, abrió la puerta y de ahí salió. 
Cuando lo hizo la puerta se azotó y se escuchó, como si siete pasadores se armaron y se les colocó candado a cada uno para que nadie siguiera los pasos de Andrés.
Andrés se maravilló al darse cuenta de cómo, él que hasta ese momento se veía en blanco y negro iba tomando colores, y veía que el mundo no era en blanco y negro; que todo tenía color; el vió hacia el cielo para agradecer y se dió cuenta que ahí había un cielo despejado llenó de estrellas bailarinas y en el centro entre dos nubes blancas una luna brillante que desde lo alto le alumbraba su camino hacia una nueva vida. Sonrió al ver las luces de neón multicolores y cuando se vió a él mismo, él vestía de colores alegres y el pálido o amarillento de su semblante habían desaparecido por completo. 

Maravillado estaba  por ver que la vida no había terminado para él, cuando la chica que fue su novia por cinco años y con quien se iba a casar lo cambio por otro, quien la embarazó. Pero eso era solo un recuerdo, una experiencia que estaba en su haber, para en el futuro no cometer el mismo error que pudo haberlo llevado hasta donde estuvo y del hoyo de donde ahora salió; se encaminó por la avenida y seguía maravillado. Respirando profundamente para sentir la conjunción de aromas, y ver la maravilla de colores, su suéter se quitó para sentir en su pecho y en su cara los aires frescos de una noche bien iluminada.

- ¿Andrés eres tú? Se trataba de Silvia, una chica con quien en un tiempo salió con él y a quien dejó por la que lo traicionó. 
- ¡Hola Silvia, si soy yo! respondió con una enorme sonrisa de oreja a oreja. Ella le preguntó; _ ¿en dónde te has metido todo este tiempo? Cuando Andrés le iba a contestar....

El chico que entró en el lugar lúgubre y que se encaminó cabizbajo y meditabundo con rumbo al lugar que Andrés por fín había dejado. Se sentaba en el lugar que durante casi un año perteneció a Andrés; al éste sentarse, muy asustado su compañera de mesa le dijo:
- ¡Bienvenido! ¡yo te atenderé el tiempo que sea necesario y estaré contigo siempre, nunca tendrás que llamarme pues, ahí estaré antes que lo desees, verás que bien te sentirás conmigo! ¡seremos los mejores amigos y de aquí ya verás que nunca te querrás ir!....
- ¡Disculpa que te interrumpa! dijo el chico, pues, su ahora acompañante no paraba de hablar.
- ¿Si dime, pregunta lo qué quieras? Dijo ella muy segura y el chico le preguntó.
- Y, ¿tú quién eres? ¿cuál es tú nombre? 
Ella sonrió, si a esa mueca se le puede llamar sonrisa y presta y rauda y con mucho orgullo, le respondió....
- .....Yo me llamo.... ¡¡SOLEDAD!! 

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