jueves, 27 de agosto de 2015

Alguien como tú (las canciones de mi vida)


- ¡Antes de irte, antes de terminar, vuelve a mentirme y hazme el amor una vez más!

Estas palabras detuvieron al hombre que fue todo para ella, justo en el umbral de la puerta él quedó paralizado al escuchar ésas palabras que hirieron a su corazón. Ella al ver que sus palabras habían logrado detenerlo, esperanzada, siguió con ese juego desesperado de palabras para convencerlo una vez más, de que ella era la mujer que lo amaría por siempre. Y agregó.

- ¡Acuéstate y hazme el amor, solo por ultima ves; luego si quieres te puedes marchar!

Él se volvió, cerró la puerta, bajo su maleta y con sus ojos vidriosos la vió, después de unos minutos esperando que su orgullo y sus sentimientos le permitieran hablar, ésto dijo.

- ¡Sabes que es lo que más deseo, pero también sé que, solo se trata de lo mismo, de una manipulación más, tú nunca cambiarás!... Ella lo interrumpió con estas palabras...

- ¡Luego vete tranquilo, nada me va a suceder, ya lo he decidido, porque se que no moriré!
Él sonrió irónicamente al ver que nada cambiaba con ella y le dijo con la voz entrecortada.

- ¡Sabes que aún te amo, y juegas conmigo, como lo has hecho siempre, sé que no morirás, porque el que morirá!, ¡ese soy yo!
Ella se encontraba frente a él, imponente, hermosa como siempre, pero al escuchar lo que le dijo quien se marcharía, ella para no evidenciarse le dió la espalda y como si nada se colocó a arreglar la habitación, mientras ésto hacía, ella le dijo que arreglando esa habitación, era como si arreglara su vida que vendría pronto a ella, y siguió con ésto; pronto podré volver a empezar y además le dijo; que solo era cuestión de tiempo.  Ésto ultimo a él le dolió mucho, pues al decir esa frase: ¡Solo es cuestión de tiempo!, con una mano ella señaló a su bello cuerpo, el cual estaba parado frente a él de una manera más que sugestiva.
Mientras él veía su actitud desafiante que contrastaba con sus palabras. Seguramente se sentía muy herida por la partida del hombre que la hacía muy feliz y sentirse toda una mujer.
Él se defendió, diciendo: _ ¡Claro! no pasará mucho tiempo, pues eres una bella mujer, pero seguro estoy que no encontrarás a alguien que te amé, como te amo yo, mucho menos que te bese como yo te beso, pero siempre me largo, está vez no hay retorno, pues, no puedo con esta situación ya tan insostenible. 
Ella se calmó pues, sabía que estaba perdiendo al amor de su vida y entonces lo intentó nuevamente con ésto.

- ¡No digas nada, será mejor así, no más palabras que no quisiera oír! Y entonces ella caminó hasta donde él se encontraba con lagrimas en sus ojos, ella se acercó lo más que pudo para sentir su olor y soñar con él, con sus caricias y mientras él sentía que aun la amaba tanto, escuchó esas palabras que para él fueron hirientes.
Ella le dijo al oido:

- ¡Acércate una vez más, haz lo que quieras de mi y luego si quieres te puedes marchar!

Éstas palabras carecían de arrepentimiento, había soberbia en ellas, algo que sin ella darse cuenta lo alejaba en lugar de acercarlo. Él quiso y deseo abrazarla y hacerle de todo, tanto la amaba, pero sabía que con ella no se podía quedar, si lo hacía era para seguir sufriendo; así que se alejo de ella y se dirigió nuevamente a la puerta; mientras tomaba la maleta, ella sintió la muerte, y lanzó su ultima frase, una que causaría más dolor que arrepentimiento en la pareja, ésta vez ella también lloraba, pero en su rostro no se veía cambio alguno, la soberbia se había apoderado de ella, pensando que lo convencería como en oportunidades anteriores. 
Ella dijo con la voz temblorosa y gangosa por lo que en el pecho sentía, con pucheros de niña malcriada.

- ¡Necesito de alguien como tú, para poder olvidarte, que me bese los labios como tú...
que me enamore y atraviese mi cuerpo como lo sabes hacer tú, dulce y suavemente pero muy intensamente!
- ¡Alguien que me hable y consuele como lo sabes hacer tú. Y, casi gritando dijo: ¡Alguien que me bese como tú! ¡dulce y suavemente! ¡y a la vez tan intensamente! ¡Regresa y hazme el amor solo por ultima vez! ¡luego, si quieres te puedes marchar!

Él no se detuvo y siguió caminando hacía la puerta, tomó la maleta y llegó nuevamente hasta el umbral de su puerta, ahí se detuvo y sin voltear le dijo:

- ¡Sabes que te amo, pero ya no soporto tus celos irracionales y esa violencia que no puedes controlar!, ¡debes cambiar, no por mi, ni por nadie! ¡hazlo por ti, y para quien llegue! ¡pues, solo será cosa de poco tiempo a mujer bella no le será difícil! ¡para ti lo difícil, será encontrar a alguien como yo, no por mis besos que me dices, sino por lo mucho que te aguanté!, ¡pero ya me cansé! 
Ella dijo llorando y de rodillas al borde de la cama que los vió ser muy felices, amándose muchos años.

- ¡Necesito de alguien como tú!, ¡que me bese como tú! ¡que me ame como tú, dulcemente, suavemente e intensamente!... Ella siguió musitando éstas palabras ya postrada, medio cuerpo sobre la cama y el resto en el suelo. ¨
Pero él, con mucho dolor en su corazón no se detuvo y del que fue su hogar por años, sin ver para atrás con maleta en mano, del lugar se marchó, él iba igual o más destrozado que la que en el lugar, ahí llorando con sus celos enfermizos y su soberbia. ¡Sola, ella quedó!


Historia de: C. Blanes y S. Raga



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