sábado, 22 de agosto de 2015

Receta de Doña Rosaura, para dejar el licor


Ésta historia ocurrió en el oriente de mi país y lo que les contaré lo supe muchos años después de aquel acontecimiento, uno muy especial que se llevó a cabo en esa región de mi querido país. Doña Rosaura, era una señora ama de casa, con siete hijos, a los cuales amaba mucho, el único sustento de aquella típica familia oriental lo llevaba en hombros Don Catalino, un político y secretario municipal de esa región y muy amigo, de mi tío Wenche. Quien fue, el que nos compartió la efectiva receta para dejar de beber o chupar, como se dice por ahí. 
Mi tío estuvo un fin de semana de visita por esa región y aprovechó para visitar a su entrañable amigo de bohemia, Don Catalino, quien muchas veces se olvidaba de sus obligaciones en su hogar por su adicción al licor y eran muy buenos amigos con mi tío, porque a él también le gustaba el chupe y he de agregar que cuando mi tío se entonaba, era capaz de entretener por horas a muchos con sus ocurrencias e historias reales o ficticias, solo él lo supo y siempre dijo que todo era cierto, aunque habían unas, que ciertamente parecían películas gringas futurístas para aquella época. 

Una vez me contó, que en un lugar a donde lo envió el gobierno a trabajar, pues mi tío era telegrafista y era un eterno errante. Bueno, en uno de esos traslados, cuenta que llegó a un pueblo y al llegar lo primero que hizo luego de acomodarse en la pensión que sería su hogar por tiempo indefinido fue ir a la cantina a tomarse un par de cutos (bebidas alcohólicas) y que luego de ello salió al comedor más fino del lugar y que fué ahí, que conoció a la mujer más hermosa que jamás sus ojos hallan visto (era algo que siempre decía) y que después de varios días cortejándola, por fin la convenció y ella, fué su mujer. (Entraré en detalles de esta historia en otra oportunidad, pero a lo que voy) Y que al tiempo enfermó, cayó en cama y que los médicos no atinaban que era lo que le pasaba... Bla bla bla... Al fin supieron que mi tío había contraído Sífilis (sinónimo de Sida hoy día) Al enterarse de la mala noticia él pensó en mi abuelita, pues pronto moriría y bla bla bla... 
Que él fué, el que se sometió como conejillo de indias a las primeras pruebas de la penicilina y que milagrosamente se curó y que gracias a él, ésta medicina milagro del siglo XX, era segura. 
Éstas eran sus historias (saque usted sus conclusiones) Prometo contar esta historia completa en otra oportunidad, pues me salí del tema de hoy.

Ya con los tragos entre pecho y espalda Don Catalino invita a mi tío a un evento muy especial que estaba a 24 horas de llevarse a cabo; resulta que el gobernador y otras autoridades muy importantes llegarían al lugar, por asuntos políticos y que él, Don Catalino, era el encargado junto a Doña Rosaura de la recepción.
- ¿Entonces compadre Wenches se queda? Mi tío vió la oportunidad de resarce con la cúpula política y sacarle provecho.
- ¡Claro! ¿cómo no quedarme? ¡nada me hará faltar a tan magno evento! ¡Gracias por la invitación compadre Catalino!, ¡salud!
- ¡Ah y le cuento que Rosaura será quien preparé el ponche y sabe que delicia de bebida hace mi señora compadre!
- ¡Ahora con mayor razón me quedo compadre, esa bebida que prepara Rosaura es bebida del cielo, embriagante y deliciosa!
Regresaron algo coloradones a casa de Catalino, cuando éste llegó, Doña Rosaura estaba con garrote en mano, esperando al bolo de su marido, pero al ver con quien llegaba, todos saltaron de sus lugares a recibir a mi tío Wenches, incluyendo los niños los más chicos, pues sabían que esa noche sería muy especial escuchando historias que estoy seguro; ¡jamás olvidaron!
- ¡A dormir, mañana es un día muy largo! ordenó Doña Rosaura, pues eran los anfitriones del magno evento. Todos protestando pero se fueron a dormir.
Al día siguiente, el lugar era como un día festivo, todos colaborando en los preparativos del magno evento que se llevaría a cabo en el salón de la alcaldía municipal esa noche.
- ¿Rosaura, dime harás tu delicioso ponche? Preguntó mi tío con sonrisa en boca, la cual se le hizo agua al escuchar de Rosaura que si lo haría, pues era un evento especial y nada mejor que ese famoso ponche, para las personalidades de la capital y de la cabecera departamental, que llegarían a la reunión.
Unas pocas horas antes del evento, Doña Rosaura mando a llamar a su esposo, Don Catalino y a mi tío, para que le ayudaran a destapar las botellas y otras cosas más para la preparación del delicioso elixir, algo para lo que no hubo que rogarlos. Mientras Doña Rosaura preparaba el famoso ponche, mi tío hacia de las delicias, en cuanto a entretenimiento se refiere y cuenta que se le hacía agua la boca de solo ver como Doña Rosaura preparaba su ponche. 

Por fin, Doña Rosaura terminó su ponche y les pidió su atención a su amado esposo y a su compadre: Y con ello les doy el secreto para que cualquiera deje el vicio del licor. 
Esta es la receta, o la clave, o el chivo, de Doña Rosaura para quitarle el vicio a cualquiera...
- ¡Mira mi amor y usted compadre, acerquence que quiero compartirles un secreto de mi delicioso ponche! Ellos se acercaron como trozo de metal atraído por poderoso imán.
- ¿Si comadre, diga? Preguntó mi tío.
- ¡Habla mujer! ¿qué pasa? Dijo Don Catalino muy emocionado.
- ¡Bueno les voy a dar mi receta secreta para que éste ponche quede más delicioso, pero solo si prometen que no tomarán como cerdos hoy en la noche!
- ¡Jajaja! Rieron los dos y prometieron que no lo harían, pues el evento no era para hacerlo.
- ¡Claro que es un evento para no emborracharse y lo que haré es para salvar sus trabajos y no queden en evidencia de que son un par de borrachos! Dijo Doña Rosaura ya encabronada, pues mangos si creía en las promesa de ese par de desobligados borrachos. 

Entonces, Doña Rosaura tomó mucho aire y llenó sus pulmones, luego se escuchó un sonido muy particular en su garganta, de dónde extrajo desde sus pulmones una flema verde, mezclada con saliva y luego de saborearla y sentir nauseas, la arrojó en el ponche... ¡¡Sí!! Doña Rosaura acababa de echar un gargajo verde al delicioso ponche, el cual flotaba sobre el licor en la superficie del perol en donde se encontraba tan deliciosa bebida.
- ¡Ah desgraciada! ¿qué has hecho, sucia? Gritó Don Catalino muy molesto e indignado y en lo profundo de sus ojos se veía la tristeza a pocas horas de dar inicio el mega evento. Mientras, mi tío corría al corredor de la alcaldía a echar las tripas. Luego de echar todo el estomago afuera, regresó y dijo.
- ¡Compadre, se cagó en nosotros la Rosaura! Pero mi tío no estaba molesto, el se carcajeaba mientras lo decía y más, al ver la cara de Don Catalino.  
Doña Rosaura le daba vueltas al ponche con una paleta de madera, hasta que logró diluir su fluido pulmonar, su moco verde y después de varios minutos de movimientos, el ponche quedó impecable.

Más tarde ya en la reunión, luego del momento político que los reunió, todos los políticos y dignatarios de la república, preguntaban con ansias y sed, por el famoso ponche de Doña Rosaura la señora esposa del Secretario Municipal, Don Catalino. 
- ¡Vos Catalino, servite del famoso ponche que hace tu mujer, pues tenemos seca la garganta! Y todos brindaron por Doña Rosaura, menos Don Catalino y mi tío Wenches, al que se le revolvía el estomago al ver como los políticos y funcionarios, bebían aquel famoso ponche y pedían más y más.
- ¡Vos Catalino que afortunado sos, tu mujer es una diosa de los ponches!, ¿pero por qué no estas tomando? 
- ¡Si! ¡salud por Doña Rosaura!
- ¡¡Salud!! gritaron todos, mientras se servían más y más. 
- ¡Tómense aunque sea uno con nosotros! insistían las personalidades a mi tío y Catalino; pero ni Catalino ni mi tío bebieron. AL fin alguien dijo.
- ¡Doña Rosaura! ¿sería posible que me diera la rasete de su delicioso ponche para hacerlo en la capital?
- ¡Claro con mucho gusto! dijo Doña Rosaura, mirando a su esposo y a mi tío, quien no pudo más y salió corriendo del lugar a vomitar otra vez.

Ésta es la receta de doña Rosaura para dejar de ingerir licor, no tiene derechos reservados. ¡Así que puedes usarla cuando quieras!... ¡Hasta la próxima!... ¡Salud!







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