jueves, 17 de septiembre de 2015

El Muelle de San Blas (las canciones de mi vida)


Con todo respeto.
Escuchando está triste pero hermosa canción, me dió curiosidad e investigué y me enteré que Maná se inspiro en una vida, en una historia real; la vida de: Rebeca Méndez Jiménez, quien despidió a su prometido en ese muelle, allá en el año de 1971. Ella muere esperando a su amor, en el año 2012.

Ésta es la historia que Rebeca a través de la canción de Maná me ha inspirado. Debo de aclarar que mi historia es completamente pura ficción.


Rebeca, quien era maestra en San Blas, lugar en dónde trabajando conoció a Fernando, quien llegó trasladado de la capital a trabajar a la misma escuela en la que trabajaba Rebeca, fue ahí cuando Fernando conoció a Rebeca, y Rebeca al verlo sintió un cosquilleo en su estómago.
_ ¡Maestra, le presento al nuevo profesor del quinto año! Dijo el director, cuando presentó a Fernando con Rebeca. Ella tímidamente extendió su mano, mientras fernando la recibía con fuerte apretón, sin dejar de verla a los ojos.
_¡Mucho gusto profesor y bienvenido! ¡Con permiso debo dar mis clases!
De esta manera empezó la historia de Rebeca y Fernando.
En una de tantas salidas de la escuela, una tarde, convergieron y al verse sonrieron ella como siempre chica tímida, sin aun no haberse estrenado con nadie del pueblo como novia, él con más experiencia y una rara confianza en él.
_¡Hola! ¿Rebeca verdad?
_ ¡Sí! ¡y usted Fernando lo sé!
_¡Mucho gusto una vez más! ¡me gustaría invitarla a tomar un helado! ¿le gustaría acompañarme? Ella sintió que el suelo se le abría al escuchar como alguien la invitaba a su primera cita, no por que fuera fea, sino por ser muy tímida e hija única. Luego de aceptar aquella invitación, con helado en mamo caminaron por las playas de San Blas, juntos vieron sobre el muelle como el sol moría esa tarde sobre el horizonte del mar, un presagio de que ese mar y ese muelle serían significativos en sus vidas y que ellos los marcaría para siempre.
Luego de dos semanas saliendo, luego de terminar el trabajo a comer un helado y de caminar sobre la arena de la playa, por fin Fernando besó a Rebeca, el primer beso para ella, no así el de Fernando, estaban sentados en la entrada del muelle, cuando Rebeca recibió su primer beso y en ese instante escuchó a lo lejos, como un barco en alta mar hacia silbar su pito, diciendo adiós, mientras se perdía en el océano con rumbo desconocido para ellos, ese momento quedó grabado en la mente de Rebeca, quien no cabía de emoción y fue en ese instante, cuando Fernando supo en su corazón que aquel beso no era uno más, que ese beso había sido especial y al dejar de besar a su ahora novia y verla a sus ojos ilusionados, se dijo. _¡Ella es el amor que siempre he buscado!
Rebeca lo llevó a su casa y a sus padres les presentó y en la escuela a la hora de recreo, ella llevaba la refacción y se alejaban a un lugar apartado de la escuela a comer y disfrutar con la compañía de ambos. 
El tiempo pasó como siempre, sin preocupación de lo que pasa en este mundo y Fernando por fin decidió que amaba demasiado a Rebeca y le pidió que aceptara ser su mujer. Ella en ese momento tan especial se encontraba parada en la entrada del muelle, cuando Fernando se lanzo a la arena y desde ahí abajo a lo Romeo y Julieta tal cual la escena del balcón, le pidió a Rebeca que se casara con ella; Rebeca casi se desmaya al escuchar la propuesta, pero Fernando luego subió y la acogió entre sus brazos y cuando ella estuvo mejor y aun entre los brazos de su amor, ella le dijo que sí, luego se fundieron en un dulce beso.
El compromiso se llevó a cabo, los padres de Rebeca lo aceptaron, pues vieron en Fernando ese amor que ellos siempre desearon para su débil y hermosa hija.
Una tarde cuando faltaba poco para su matrimonio, llegaron al palacio municipal, lugar en donde el secretario municipal les solicitó sus papeles, para iniciar el acta de matrimonio y para otras diligencias, requisitos para estos menesteres. lamentablemente como Fernando no era oriundo de ese lugar, le hizo falta un par de papeles, necesarios para llevar a cabo el matrimonio.
_¡Y por eso apreciado suegro me tengo que ir, por unos pocos días, para traer los papeles que me hacen falta y así poder casarme con su hija!
_¡Muy bien muchacho, cómo se deben hacer las cosas, ya me puedo morir tranquilo, porque sé que mi hija quedará en buenas manos!
_¡Jaja no diga eso suegro! dijo Fernando a su suegro.
_¡Si papi no digas eso, ahora solo pensemos en nuestra felicidad y que pronto tendrás a tus nietos, los que siempre has querido! ¿crees qué no lo sé? 
Y todos rieron, menos la madre de Rebeca, quien solo le pudo dar una hija a su esposo, quien siempre quiso diez, pero que ahora se los daría su amada hija Rebeca.
El día llegó y hacia el muelle juntos se hicieron presentes desde muy temprano, no por temor de perder el barco que lo llevaría a su destino, sino para poder estar más tiempo juntos. Mientras esperaban a abordar el barco, ellos se decían palabras con mucho amor.
Cuando estaba a punto de irse, Fernando se despidió de Rebeca. ella le santiguo la frente y luego besó su boca.
_¡Vuelve pronto mi amor, que ya te empiezo a extrañar!
_¡Volveré muy pronto, solo voy por esos papeles y regreso para casarnos mi bella Rebeca!
_¿Me lo prometes mi amor? dijo Rebeca.
_¡Te lo prometo mi amor! dijo tambien Fernando y agregó: _¡Promete que me esperarás, que no te vas a enamorar de nadie! dijo ésto, bromeando, pues sabia que ella sería incapaz de algo así.
_¡Prometo esperarte el tiempo que sea necesario, aquí en este lugar me encontrarás el día que regreses para ser mi esposo y nunca podre amar a nadie, pues mi corazón se va contigo, aquí en este lugar estaré mi amor, regresa pronto! Se besaron y aun tomados de la mano caminaron sobre el muelle, hasta la puerta del barco que lo llevaría con su destino, mientras él subía al barco, ella se empapó con su llanto; él ya arriba del barco para consolarla le dijo.
_¡Juro que volveré! ella quien no podía emitir sonido alguno, solo vió como empezó a moverse el barco y a separarse del muelle y con un pañuelo en su mano que lo agitaba diciéndole adiós a su amado Fernando, quien desde la popa tambien se despedía y mientras se iba le gritaba.
_¡Te amo! ¡te juro que pronto volveré! ella quien se ahogaba en sollozos, en su mente le dijo.
_¡Juro que aquí estaré esperando por ti mi amor!
Mientras el barco se hacía más chico en el horizonte y mientras desaparecía de su vista, ella escuchó el silbido del pito de la embarcación, que después desapareció. En el muelle ya solo Rebeca y su padre que la esperaba hasta que el barco se desapareció.
Los días eran tristes y largos, separados uno del otro esperando con ansias que el tiempo pasara muy rápido, para que Fernando regresara y se casaran y así vivir para siempre felices. 

Por fin llegó la fecha en que Fernando debería de regresar y cómo lo juró, ella desde temprano sobre el muelle esperando a su amado, pero él no apareció y triste ella regresó a su casa, mientras ella caminaba con rumbo a su hogar, sentía un miedo horrible en su cuerpo, tal cual un mal presentimiento.
_¿Y Fernando hija? Preguntó el padre de Rebeca, quien se extraño al ver regresar sola y triste  a su Rebeca.
_¡No vino padre! y se arrojó contra el pecho de su padre bañada en llanto, su padre la recibió entre sus brazos y la consoló.
_¡Bueno hija, tal vez tuvo un contratiempo, ya verás mañana el regresará!
Al día siguiente, Rebeca temprano esperando al próximo barco, el cual llegó pero sin su amado novio.
Los meses pasaron y ella a diario en el muelle, esperando a su futuro esposo, esa tarde, esperando como siempre la llegada de su novio, alguien del pueblo llegó con ella; con la noticia de que su padre había sido victima de un infarto y que la llamaba en su lecho de muerte, Rebeca corrió hasta su casa y cuando entró hasta donde descansaba junto a su esposa y al medico; su señor padre, quien deseaba despedirse de su amada hija, ella llegó tarde, pues cuando ella entró al cuarto su padre dejó de existir.

Un año después, ella seguía cumpliendo su promesa y juramento a pesar de que sus amigas y familiares le insistían de que se olvidara de Fernando, pues seguramente él ya no volvería, algo a lo que ella se negaba y cuando lo hacía, salia corriendo empapada en su llanto y siempre al mismo lugar, el muelle de San Blas; sentada en el lugar en donde Fernando le pidió matrimonio.
La gente al ver que nunca se cambiaba de ropa, la que por la noche lavaba para usarla al otro día y que hasta abandono su plaza de maestra, pues su casa solo la usaba para dormir, asearse y alimentarse, el resto del tiempo, siempre frente al mar, viendo pasar los barcos en el horizonte y los que llegaban al muelle, ninguno le devolvía a su amor.
Su madre le rogaba a su hija que lo aceptara, que olvidará a Fernando, pues en el pueblo empezaron a juzgarla, que seguro estaba enloqueciendo; pero Rebeca solo lloraba y salia con rumbo al muelle, su ropa se habia decolorado y estaba llena de zurcidos, la madre de Rebeca se enfermó y le cogió una gran depresión, de ver a su pobre hija desesperada esperando a quien era evidente jamás regresaría, ella en sus momentos de tristeza y lucidez se preguntaba: _¿Qué pasaría con este Fernando?, le se veía muy enamorado de mi hija, ¿por qué le hizo esta barbaridad a mi podre hija? esas eran las dudas de la señora. 

Otra de esas tardes de abril, en que Rebeca veía el atardecer sobre el muelle acompañada de sus promesas y de su juramento y ademas de los bellos recuerdos comiendo helado por las playas de San Blas; alguien a ella llegó.
_¡Doña Rebeca, su madre murió! Rebeca escuchó bien la nefasta noticia, pero a su casa no volvió, mientras a su madre la velaban, ella caminaba sobre la playa, con un gran desespero, los cangrejos le mordían los pies y ella ni siquiera sentía dolor, pues el dolor lo llevaba en su espíritu, en su corazón, en su alma.
Al día siguiente enterraron a su madre junto a su señor padre y ella no quiso estar ahí, pues ella supo que en ese instante ella quedó en este mundo: Sola, sola con su espíritu, sola con su recuerdos de amor, sola con el mar, sola sobre el muelle de San Blas, sola ella quedó sola.

El tiempo pasaba y los habitantes del lugar de buen corazón, le dejaban alimentos y cobijas en el muelle, pues ese se volvió su hogar; los niños que pasaban por ahí le gritaban: ¡Loca! pero a ella poco le importaba, ella seguía esperando a su prometido Fernando. La historia se difundió y a San Blas llegaron turistas y hasta músicos de rock, quienes escribieron prosas de su historia, a pesar de que ella era lo más famosos del lugar, el presidente municipal un día dió orden al psiquiátrico del lugar para que la condujeran al hospital, el manicomio, pues ella seguro habia perdido la cordura; los concejales del palacio municipal se opusieron pues ella era algo bueno para el pueblo, ella representaba divisas y hasta inspiración para algunos músicos, narradores, cuentistas, en fin; pero la orden siguió su curso y cuando llegaron los hombres vestidos de blanco, un uniforme blanco, como el de sus cabellos, ésto sucedió un abril cuando se cumplía un aniversario de la partida de Fernando y de la muerte de su madre, pero ni los mas fuertes enfermeros la pudieron despegar de los maderos del muelle; pareciera que el muelle se fundiera a ella y la sostuviera que nadie la pudo de ahí mover, hasta las olas del mar se incrementaron en tamaño cuando hicieron ésto y, mejor dijo el presidente municipal; _¡déjenla al fin y al cabo es un buen ingreso par el pueblo!

Transcurrieron más de 40 años y la señora Rebeca permanecía fiel, esperando en el mismo lugar, pero siempre, sola, sola con el sol y con le mar, con el muelle y sus recuerdos, con las nubes y los silbidos de los pitos en el horizonte.
Una madrugada cuando casi cumplía los 63 años de edad, ella vió que en el horizonte, casi en el centro del mar, de entre una densa bruma aparecía un barco, como si fuera un barco fantasma y se dirigía hacia el muelle; ella se levantó y hasta la orilla del muelle se acercó, extrajo su pañuelo amarillo y lo abanicó en el aire; del barco justo en su proa se veía a alguien agitar su mano, mientras el pito del barco silbaba y silbaba, como diciendo: _¡Aquí estoy mi amor, cómo lo prometí! sí, era Fernando que había regresado como lo prometió un abril, el barco ancló en el muelle de San Blas y en él, Fernando, él estiro su brazo como invitándola a subir, ella emocionada se despojo de un chal, el cual dejó tirado sobre el muelle y se subió al mismo bacro en donde estaba Fernando, quien al subir la abrazó y la llenó de besos y al mar se la llevó se introdujeron en la espesa bruma y ésta se los tragó; junto al mar.

Al día siguiente por las calles del pueblo los niños del pueblo gritaban: ¡La Loca se fue! ¡la Loca se largó! ¡la Loca por fin se fue! los vecinos salieron a las calles y entre los oriundos del lugar tambien algunos gringos  y todos se preguntaban. 
_¿Qué pasó? ¿Cómo que Rebeca se fue?
_¿Qué suceder con la Loca de RRebeca? she left?
Ésto se preguntaban todos y mientras tanto, otros corrían al muelle para ver si aquello era cierto. Cuando un niño pasó gritando frente a la presidencia municipal, el presidente lo cogió de un brazo.
_¿Qué dices chamaco? ¿qué la Loca por fin se largó?
_ ¡Sí, ella se largó! ¡ella se fue! El señor presidente municipal lo soltó y su sombrero de su cabeza quitó para rascar su cabeza, con la duda en su frente fruncida.
_¡Chamaco del demonio! ¿seguro qué se marchó la Loca? le gritó muy intrigado.
Mientras el niño corría dando la noticia, pero más adelante el grito al presidente municipal.
_¡Sí señor, se largo! ¡ella se murióooo!...

Efectivamente, sobre el muelle, a la orilla del muelle muy cerca del mar, ahí estaba el cuerpo de la Loca Rebeca, muerta sobre un chal y en su mano un pañuelo amarillento; efectivamente ahí estaba su cuerpo, pero no su alma, su espíritu estaba con su amor sobre el mar.

Al entierro llegaron todos los del pueblo, propios y extraños la acompañaron al lugar en dónde descansan sus padres, todos los que una vez la llamaron Loca la lloraban, nadie quedo en su casa, todos la acompañaron en su ultimo adiós. 

En el muelle solo quedó su historia y una hermosa canción.

Me lo creo, pues para el amor no hay tiempo ni barreras y menos para ese tan fiel, nadie supo a ciencia cierta que pasó con Fernando, ¿porqué se burlo de Rebeca? Yo sé que él no se burló de ella; lo que pasó es que su barco naufragó y nadie sobrevivió y como era  una embarcación sin importancia, nadie se preocupó en buscarlos. Pero el verdadero amor, con el tiempo venció todas esas barreras, hasta la barrera de la muerte y su promesa de amor le cumplió, por fin, él por ella volvió. Mientras, ella fiel a a su juramento, siempre ahí lo esperó, ahora viajan en esa embarcación entregándose su amor por toda la eternidad y junto a ellos, los padres de Rebeca y ahora de Fernando, junto a ellos, el sol, el mar y  tambien algunos cangrejos fantasmas que se enredaron en sus ropas.

A la memoria de un gran amor, para Rebeca. De corazón espero que disfrutes de ese amor que el destino cruel te arrebató. Y, para todas y todos aquellos que como Rebeca son fieles a un juramento de amor y  que tambien esperan a su amor en algún muelle diseminado por el mundo.

Historia de; Maná y S. Raga.

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