miércoles, 7 de octubre de 2015

El Gran Robo



Era una familia muy pobre, compuesta de seis personajes, incluyendo los padres, cuando la familia creyó que ya estaban completos, se dió una noticia en esa noche a la hora de la cena, la madre con su rostro muy ilusionado les dijo. 
- ¡Familia, mi señor esposo  y mis adorados hijos, les tengo una maravillosa noticia, la cual espero los llene de alegría como lo ha hecho conmigo. Una mujer que por su edad ésto ya no sería posible, pero Dios hizo el milagro en mi y en nuestra familia y se dió...!
- ¡Pero ya habla mujer, di cual es ese milagro!
- ¡Sí mami! ¿cuál es la maravillosa noticia! 
La madre sonrió y no dejo de sonrojarse y por fin, debido a la presión de la concurrencia ella continuó, y les dijo.
- ¡Voy a tener un bebe!
El lugar quedó en silencio, el padre se levantó de la mesa de comedor y se dirigió hasta donde se encontraba la futura madre con su rostro muy feliz, esperando escuchar algo de sus seres queridos, el señor abrazo a la mujer en estado y besó su frente, luego dijo.
- ¡Gracias a Dios!, ¿y ustedes no felicitan a su madre?
Los niños, pues ninguno sobre pasaba aun la mayoría de edad, tres de ellos dijeron.
- ¡Felicidades madrecita! y corrieron con ella y se inclinaron hasta acariciar la barriga de la madre, mientras el otro, le besaba la barriguita y le hablaba a su futuro hermano, mientras otro, no se movió de la mesa, con el seño fruncido y no dijo nada, permaneció mudo, la madre se levantó y se dirigió hasta donde se encontraba su hijo, molesto evidentemente.
- ¡Hijo, no te preocupes pues, para mi siempre serás mi hijo amado, solo que ahora tendrás un nuevo hermanito con quien podrás jugar y cuidarlo, veras que te llevaras muy bien con él!

Pasaron los nueve meses y al final de una jornada de labor de parto, se escuchó el chillido de la criatura recién nacida, el doctor dijo.
- ¡Es un varón y tanto la madre como el niño, gozan de excelente salud!, ¡pueden pasar a conocer al nuevo miembro de la familia! 
Así lo hicieron, todos felices cargaban al niño y lo besaban, menos uno, quien lo veía simplemente con la curiosidad de ver a un recién nacido, pero no se le acercó y tampoco dijo nada, solamente beso a la madre a petición de ella.

Años después, cuando el niño creció, y tendría como unos tres años, el que nunca lo quiso y siempre reprochó en silencio a la madre, corría con su pequeño hermano, empujando una carreta de albañil y sobre ella el niño, su pequeño hermano, quien reía como loco debido a la velocidad en que su hermano mayor lo colaceaba por los corredores de la alcaldía hasta el parque del pueblo en donde nacieron; cuando nadie lo veía, éste se acercaba a su pequeño hermano de quien en sus pequeños ojos le irradiaba un profundo amor y aquel veía que veía por todos lados para cerciorarse de que nadie lo viera y al estar seguro de que nadie lo veía, abrazaba a su pequeño hermano y lo besaba con mucho amor.

El tiempo siguió su caminar y el pequeñín aumento en tamaño y edad, ahora con seis años era el consentido de la familia y para el que lo despreció, su hermano, el mejor, el más amado, como eran muy pobres éste le hacía juguetes: camioncitos con trozos de madera y clavos que se encontraba por ahí, las llantas eran pepas de aguacates y sobre el camión hecho por él, colocaba a su hermano y lo empujaba y con eso empezaban las grandes aventuras que juntos durante mucho tiempo vivieron juntos. 
Alguna vez ambos se quedaron prendidos en las vitrinas de algún almacén, deseando un juguete de esos de ultima generación, aquellos juguetes de lata y cuerda que se movían curiosamente y que eran la novedad, el más pequeño le decía a su hermano.
- ¡Quiero ese, o mejor aquel, no, mejor ese otro! y su hermano quien era unos años mayor que él y sabía por experiencia propia que los deseos de su pequeño y amado hermano no serían nunca satisfechos, por el hecho de ser tan pobres, le dijo.
- ¡Algún día, hermanito, te lo prometo, que los tendrás contigo y jugarás con ellos!
- ¡Siii! gritó el otro, se subió al viejo camión de madera y pepas de aguacate y siguieron su camino por las polvorientas calles de un pueblo allá en Jutiapa, la Cuna del Sol.

Una tarde de fin de año, a inicios de diciembre, los comercios estaban llenos con juguetes y regalos preparándose para la navidad, esa tarde, llegó el hermano mayor del niño y le dijo. 
- ¡Hermanito, ven, pero no hagas ruido, es una sorpresa! y se lo llevó a un cuarto enorme que era lugar en donde se encontraban las camas, aquello parecía un hospital, sentó a su hermanito menor y le dijo.
- ¡Lo que te prometí!  ¿recuerdas? 
- ¡No! dijo el inocente de su pequeño hermano, entonces éste sacó de un costal, cuatro juguetes, precisamente los que el niño aquel día deseó a través de la vitrina y que su hermano le prometió que un día se los daría. El pequeño fue feliz al ver el obsequio de su hermano mayor y éste le dió cuerda a los juguetes y la algarabía dió inició; un mono dándole duro al tambor, otro era un perrito que daba brincos y movía la cola, mientras tanto un carro de la policía corría sobre el piso de tierra, también había un payaso que al darle cuerda bailaba muy alegremente. Ambos disfrutaban jugando con aquellos caros juguetes, así se la pasaron todo el día, ambos jugando, uno dándoles cuerda y el otro riendo de ver lo que los juguetes hacían luego de tener la cuerda completa y el hermano mayor hacía diferentes voces dándole más vida a los juguetes, el niño disfrutaba con las ocurrencias de su hermano mayor y con los movimientos de sus juguetes deseados. 
Al caer la tarde y casi anochecer, regresaron a casa el resto de la familia, la primera que escuchó las risas y las diferentes voces de los diferentes personajes,, fue la madre quien se dirigió hasta el enorme cuarto, el cual como dije era el dormitorio de todos y al ver lo que ahí encontró se alarmó y de un grito llamó al jefe de la familia.
- ¿Qué es ésto? ¿de quien son esos juguetes de niños ricos? 
- ¡Son míos! dijo el chiquitín. 
- ¿Cómo que tuyos, quien te los dió?
- ¡Me los dió...! decía el pequeño, pero su hermano mayor lo interrumpió diciendo a la madre con el rostro muy afligido.
- ¡Yo se los traje para que jugara con ellos y no deseará como lo hemos hecho nosotros por ser pobres, pero mañana los devuelvo madre!
La madre le dió un pescoson y el padre se quitó el cincho para darle su merecido por haber robado esos caros juguetes, pero los otros hermanos se interpusieron entre su valeroso hermano y sus encolerizados padres, ellos dijeron.
- ¿No escucharon que mañana los va a devolver?, ¡entiéndanlo por favor, papi, mami, no le peguen, a sido honesto con confesar su delito! Entonces los padres se fueron tranquilizando y la madre dijo.
- ¡Estos juguetes son de don Cipriano, el dueño de la juguetería a donde pediste trabajo de vacacionista hace dos días, seguramente para ésto pediste trabajar! ¿verdad? ¡ese era tu plan pequeña sabandija, me has desilusionado! la madre pidió a su hijo mayor que fuera por don Cipriano y así lo hizo.

Mientras don Cipriano llegaba a la casa, todos se olvidaron del incidente y disfrutaban de un show privado que el jovencito junto a su risueño y feliz hermanito les presentaban, los papas sentados y tomados de la mano y el resto rodeando a los picaros, hasta que por fin sonó la puerta de madera; el otro hijo corrió a abrir la puerta, pues sabían quien era. 
- ¡Adelante don Cipriano, mis papas lo esperan, están en el cuarto! 
Don Cipriano entró con la confianza de un buen amigo y al entrar y dar las buenas noches, se quedó petrificado al ver sus más caros juguetes que deberían de estar en su vitrina y no en ese pobre cuarto. 
Entonces los padres, le pidieron se sentara y ordenaron al hijo a que diera las explicaciones respectivas y las disculpas del caso; don Cipriano al escuchar lo que el muchacho argumentó se conmovió y hasta una lagrima se le escapó, pues era una historia de niños muy pobres que nunca podrían tener en su poder unos juguetes de tal calidad. 
Don Cipriano comprendió al muchacho y reconociendo la honradez de toda esa familia, dijo ésto.
- ¡Esta bien muchacho, no estuvo bien lo que hiciste, pero tienes un poderoso atenuante que es tú promesa, por ello, escucha bien lo que voy a decirte: ¡Puedes quedarte por hoy con esos juguetes, pero mañana temprano me los regresas al lugar de donde los tomaste y regresas a tu trabajo que aun conservarás, pues reconozco que no lo has hecho por maldad sino por cumplir una promesa a tu amado hermanito, que con seguridad nunca tendrá un juguete de éstos, además, éstos juguetes ya están vendidos para el hijo de un hacendado, así que será nuestro secreto y por favor no los arruines, cuídalos pues mañana llegan por ellos!
Don Cipriano se despidió y se marchó a su casa, esa noche fue muy larga, pues nadie quería ir a la cama.

Cuando llegó el 24 de diciembre, don Cipriano llamó al joven ladronzuelo y le pagó su sueldo de vacacionista, a lo que el jovencito agradeció. Le preguntó don Cipriano. 
- ¿Qué harás con ese dinero muchacho? 
- ¡Se lo daré todo a mi madre, para que nos haga una rica comida de navidad don Cipriano! 
- ¡Esta bien! ¡feliz navidad! ¡ya vete! 
Cuando el muchacho se dirigía a la puerta para irse a su casa, don Cipriano le gritó.
- ¡Espera muchacho!, ¿no te iras sin tu regalo de navidad, verdad?
- ¡Un regalo don Cipriano! ¡nunca antes tuve uno, además yo le robé sus juguetes! ¿no entiendo?
- ¡No los robaste, los tomaste prestados, que es diferente, además se que amas a tu pequeño hermanito que pensé que desearías llevarle un regalo de navidad! ¿o no?
- ¡Pues si don Cipriano, pero no puedo comprarle nada!
- ¡Ten es un regalo para tí, pero conociéndote supe que lo indicado era darte un juguete de estos de madera, pues no puedo darme el lujo de regalarte otro, pues las finanzas no están buenas y lo que escogí es justo para que se lo obsequies al pequeñín de tu casa!
- ¡Excelente don Cipriano, muchas gracias! y corrió con la ansiedad de llevarle su regalo al hermano que un día lo enceló y al cual no deseaba en su casa. 
Mientras éste corría,le gritó a don Cipriano.
- ¡¡Feliz navidad don Ciprianoo!



Basada en una historia real









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