viernes, 27 de noviembre de 2015

Hazme el amor (Erotismo light)


Él se encontraba frente a ella mientras se desvestía, el quedó admirado de ver la belleza de mujer, se dijo, nunca pensé ver tanta belleza en mujer debajo de esa ropa, ella quedó completamente desnuda, sus ropas regadas por la alfombra del pequeño cuarto. Cómo una obra de arte quedó ella frente a él sin más nada que un leve nerviosismo en su cuerpo, mientras él no dejaba de verla de pies a cabeza y se sentía afortunado por tener frente a él a tan hermosa hembra y se dijo nuevamente, nunca pensé encontrar tanta belleza debajo de esa pobre ropa, en uno de sus escaneos lujuriosos el hombre se percató de la excitación de la chica, debido a su perfecta depilación, el observó como la flor se abrió y también vio las líneas que dejaban las mieles que de ella salían, unas líneas delgadas, las cuales a su paso mientras se secaban por la temperatura de su piel, éstas brillaban a la luz de las velas, otro signo de excitación en ella que la delató, fueron sus pezones, los cuales se colocaron duros y se elevaron, más bien hacia el hombre apuntaron, sobre salían de dos aureolas rosadas que delineaban la feminidad ante imponentes y firmes senos, ella se sentía incomoda de ser observada con lujuria y deseo, eso lo dijo, el no saber donde colocar sus nerviosas manos y sus delgados brazos, el se dio cuenta y le sonrió, ella hizo también lo mismo y su rostro musito una tímida sonrisa, él que no quería perder detalle de la desnudez de la dama le pidió para relajarla le trajera de la cómoda que le quedaba a su espalda una vela, la que mejor aroma les daba, ella obedeció se dio la vuelta y hacia la vela caminó, él al verla caminar y observarla por su espalda, sintió un pequeño orgasmo que lo elevó hasta los cielos, su caminar elevaban a sus caderas con movimientos celestiales, sus nalgas dibujaban a lineas curvas que aceleraban la excitación de su acompañante y el roce de sus esbeltas piernas la hacían más deseable, nunca él quitó su vista de la cintura hacia abajo, ni paso de las rodillas, ahí se mantuvo su mirada de hombre deseoso por poseerla; apenas dio como cuatro cortos pasos ella sentía que nunca llegaba hasta la vela de rico aroma, que decidió cuando estuvo cerca inclinarse y no dar un paso más, en esta posición, el hombre se percato que la chica ya estaba dispuesta y que su excitación era la adoc para entregarle su amor. Ella tomó la vela entre sus manos, se dio la vuelta y hasta la cama con ella caminó, su andar era espectacular, con movimientos armónicos, los cuales se veían en su firmes senos y sus pezones dispuestos a estallar. Por fin llegó y el le pidió colócala por acá, el cuarto estaba impregnado de aromas, especialmente de dos, el de la vela de rico olor y el de las feromónas que de los poros de tan linda piel dejaba por donde caminara una estela con tan especial olor; que despertaba mucho más el deseo del hombre quien la espera sobre la cama, ella observó su fuerza y su excitación esperando por ella; él era como el conquistador que posa en la foto sembrando la bandera que lo acredita como dueño del lugar al que llegó a ganar para él o para su rey, esa imagen imponente era la que esperaba a la chica, la cual no podía disimular en su lindo rostro, además de su admiración el deseo por ser también conquistada por el caballero y sentirse como la tierra que sostenía en sus entrañas el palo de ondeante bandera. 
Ya sin pudor ni timidez, ella subió a la cama y como felina en celo caminó hacia él, primero un brazo, luego una hermosa pierna, después la otra mano y la otra más bella pierna, sus pechos caían por su propio peso pero mantenían su firmeza y arrojo y los pezones no se diga, eran capaces de perforar al más duro material si así fuera necesario, ella dejó entre sus largas y bien formadas piernas las del sujeto, quien la esperaba con ansias incontrolables.  Sus senos rozaron la más elevada piel de él, en ese momento eran impresionantes, sus senos parecían dos témpanos rosando al Titánic y cortándolo por cada costado; en medio, justo en medio de los bellos senos, ella lo hizo a propósito para verificar su hombría y que también supiera que ella podría colocar su cuerpo tan duro como lo hizo él; como el arado que el suelo rasga para recibir la semilla que dará en el futuro frutos así rasgaban su piel el par de pezones cuando se sobaban sobre su pecho, lentamente ambos recibían placer al sentir tan caliente y provocativo roce, mientras éstos recorrían el pecho del tipo sus caderas habían conquistado el lugar deseado y de ahí ya no se movieron, ella se inclinó un poco más y sus pechos se fundieron contra él; él sintió que le falto el aire al recibir tan delicioso peso sobre su piel, los labios de ella también se colocaron sobre los de él y una caricia les hizo como preludio de lo que pronto vendría, después de sugestiva caricia, ella lo devoró con hambre y deseo, con labios, dientes y lengua, la chica tímida feroz leona y cazadora por naturaleza se convirtió,  tenía a su presa en donde ella deseaba, mientras el otro cedía su poder ante tremendo porte de mujer dominante ya desinhibida y dispuesta a empezar a dar y recibir placer. 
Él sintió cuando ella se colocó para recibirle adentro de ella, ambos concentraron sus cinco sentidos en el momento tan particular y por minutos por ambos deseado, el sentía como entraba al lugar a donde fue invitado, mientras lo hacía él con firmeza entraba y ella con sus paredes húmedas, calientes y pendientes, más bien ardientes al roce de las sensibles pieles se deleitaban entregándose deliciosos jugos que hacían las veces de aceites para no causar daño en maquinas industriales, pues la faena apenas iniciaba. 
Por fin ella sintió que el recorrido llegó a su final y él, feliz de haberlo logrado, estar completo adentro de tan lindo ser y volverse uno solo como debe de ser; las manos de ambos se buscaron y al encontrarse se entrelazaron como pidiendo ayuda para resistir los embates que se aproximaban, ella cerró los ojos y su pecho se levantó hacia el cielo, aunque sus parpados escondían a bellos ojos color miel, éstos sentían que regresaban al cielo y justo par allí se dirigieron, su boca se entre abrió dejando escapar sin ella desearlo un quejido, pero no de dolor sino que de placer, pues en sus entrañas empezaban a ser más frecuentes esas cosquillas que no logras complacer, mucho menos rascar y eso la volvía loca, sentir y no saber como contener tanta picazón, pero le gustaba pues era lo que ella deseaba; para aplacar esa sensación ella empezó sus movimientos buscando con la ayuda de su amante controlar lo que la volvía loca, por adentro de su ser él sentía como era tomado y apretado, pero él también lo deseaba para contener lo mismo que ella deseaba contener. Sus pechos se agitaban al ritmo de los movimientos de cadera de la mujer, cuya frecuencia cada vez se incrementaba y por leves ratos se apaciguaban, cayendo casi a cero para tomar un respiro. Los movimientos de ella, ascendentes y descendentes, otras veces circulares se reflejaban en sus senos quienes también llevaban el ritmo de la danza erótica la que muchos le llaman amor y otros también la conocen como sexo; aunque el roce de ambos cuerpos daban un poco de sosiego a la comezón que ambos llevaban a dentro de sus delicadas pieles, también llegó el momento en que este se incrementó y fue algo que los volvió como dos locos dispuestos a morir antes que dejar de sentir a dicha deliciosa sensación, ella ya no pudo fingir y de sus bellos y húmedos labios, los cuales emitían tímidos sonidos agradables al oído del macho, ahora al igual que lo que sentían en sus sexos, también se incrementaron y los tímidos quejidos ahora casi eran aullidos, como de loba amante de luna llena. Él tampoco pudo disimular y se dejo escuchar, ambos eran dos volcanes a punto de explotar, como la naturaleza lo hace cuando ya no logra contener tanta energía y la debe de expulsar, como magma y como fuego, lo mismo sucedió en el cuerpo de ambos él hizo erupción y ella recibió en sus entrañas la explosión que el hombre ya no pudo contener. 
Como rara vez suele suceder, ambos se incendiaron a la vez y sus mieles echas jugos naturales se entregaron, en ese instante, ella agitada y gimiendo sin poderse detenerse sus manos se apretaron como pidiendo consuelo o que el otro la salvara de morir de placer y de amor, el otro también apretó sus manos delicadas, pues sentía que su vida le abandonaba para quedarse en el cuerpo de la chica; después de aproximadamente quince segundos de agonía delirante y extaciante con placeres solo conseguidos por cuerpos desnudos y sudados por adentro y afuera, la calma regresó a sus cuerpos y sus manos dejaron de hacerse daño con firme apretón, al cual ignoraron, ella suspiro y abrió sus ojos y a él le sonrió, sus cuerpos que hace unos minutos se encontraban agitados, estimulados y con una tensión especial se empezaron a relajar, la calma llegó como suele suceder después de la tormenta, pero seguían como uno solo.
Ella se inclinó y colocó a sus pechos ahora relajados, aun con sus pezones hinchados pero ya no podrían hacer daño, se fundieron sobre los del hombre ella mujer sonriente, tan feliz, beso con calma los labios de su amante, solo se escucharon los típicos sonidos como de ventosas que quieren llevarse consigo lo que acaban de succionar, se vieron y en sus ojos un brillo tan especial, ese brillo que solo se puede ver después de hacer el amor, como si estuvieran de acuerdo ambos de dijeron, ¡te amo! 
Mientras la relajación se acrecentaba en sus cuerpos, los únicos que daban señales de vida con movimientos involuntarios, eran sus sexos quienes al ir relajándose se contraían y daban ricos apretones, con tan deliciosa sensación se fueron quedando dormidos, pues ellos querían seguir siendo uno solo por el resto de sus vidas. Por fin se durmieron, la faena sexual por fin había terminado y descansaron, pues al despertarse viene otra mucho más violenta. 
Ah bellezas del amor y el sexo...

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