miércoles, 25 de noviembre de 2015

Sálvame la vida (Paranormal al estilo Chino)


Cuando se dio la vuelta, pues decidió que era hora de volver a casa, luego de un maravilloso día en el campo, lugar tan especial y diferente que un día en uno de sus tantos viajes como vendedor rutero lo encontró, pero esa vez tan solo lo vio desde su auto y al ver el lugar, algo lo atrajo, tanto como la miel a la abeja o como la luz ultravioleta a los insectos nocturnos, que se prometió un día regresar pero para disfrutar de él como visitante, quiza pensó era buen lugar para desestresarse. 
El día llegó y al lugar visitó, lo hizo solo para meditar y encontrase consigo mismo, ese día hasta ayunó y de lujo se la pasó, cuando sintió que había logrado el cometido deseado pues sentía su cuerpo tan descansado y a su alma tan liviana y además muy inspirado, se encaminó hasta el lugar en donde dejo a su coche, pero en el justo momento en que se dispuso a abandonar el lugar sintió un murmullo en su oído, algo que al principio fue imperceptible y además nada entendió, sus sentidos el sintió que se colocaron en estado de alerta y de nuevo el murmullo llegó hasta él, esta vez con más claridad y escuchó: ¡Salva mi vida! su cuerpo se erizó al escuchar claramente y repetidamente como leve susurro de mujer enamorada que le suplicaba: ¡Salva mi vida! Se detuvo con la duda, pensando que a lo mejor no era el viento o su imaginación y que de pronto había alguien por ahí no tan lejos, quien suplicaba por ayuda, él se dijo: ¿Un secuestro? o ¿un sobreviviente de la violencia que impera hoy día?, entonces se volteó y con sus pupilas dilatadas hizo un paneo al hermoso paraje que lo recibió con los brazos abiertos y a su alma relajó, lo mismo hizo con su cuerpo, pero nada, la calma seguía con él y el paraje, ni siquiera un trinar de algún pájaro, por más que agudizó sus oídos para escuchar mejor no se repitió el pedido de auxilio, se dijo: ¡vaya, extraño lugar, seguramente mi mente estará jugando conmigo!, así que dio de nuevo la vuelta y cuando quiso dar el paso que lo conduciría hasta donde estaba parqueado su carro, esta vez no fue murmullo, fue una suplica desgarradora e imperativa: ¡¡SALVA MI VIDA!! y junto a las palabras no tan suplicantes, llegó a su espalda un violento viento que movió todo su ser, él sintió como si su ropa se le desgarró de lo fuerte que el viento sopló y hasta lo hizo perder la vertical, un viento tan frío, como si estuviera en un lugar tan gélido que le dolió hasta el tuétano y su piernas se desvanecieron como si un peso le cayera encima, su corazón se le veía levantarle la camisa y la frecuencia con que le latía, casi lo hacen perder el conocimiento, a sus costados, pues aun estaba ahí parado, veía como pasaban hojarascas secas y otras de esas basuras que un violento viento suelen llevarse consigo, rápido cerró sus ojos, pues sintió el polvo que viajaba y se azotaba contra él; luego escuchó otra vez la suplica, pero esta vez un poco más aliviada y serena, como si hubiera encontrado el consuelo, como si quien suplicaba y luego exigiera hubiera recibido la respuesta deseada. Mientras su oído escuchaba ¡Salva mi vida! pero así de manera alargada el escuchó la frase, que mientras la frase terminaba con la palabra: vida, tambien el violento viento desaparecía con la suplica y la calma regresó al lugar y en ella quedó. Ahí quedaron desahogados y tranquilos paraje y calma, pero no así quien por ella llegó, por el contrario, él sentía un peso muy incomodo sobre todo su cuerpo desde sus pies hasta la cabeza y tambien sintió la turbulencia en su alma y la paz que había conseguido desapareció; inició su caminata hasta el lugar donde se encontraba el coche, pero mientras caminaba iba muy incomodo y atento, por si sentía de nuevo la extraña solicitud de ayuda la cual ya no escuchó más, como anciano, sentía su cuerpo tan pesado que se tardo mucho en caminar la distancia que al llegar la hizo en poco tiempo, para cuando llegó a su vehículo, su mano temblaba como si padeciera del mal de Parkinson, tuvo que tomar su mano con la otra para lograr introducir la llave en el agujero del registro de la puerta y para entrar, le costó mucho, se sentó y su corazón latía agotado y él sentía que hasta le faltaba el aire, cada vez sentía como si algo se le fuera penetrando en su cuerpo, luego de varios intentos logró dar starter a su carro y le dió marcha, se dirigió a la gran ciudad, directo a su departamento, pero en su alma y pensamientos le acompañaban la incertidumbre de lo que le había pasado, de lo que había vivido.
Manejó más tiempo que de costumbre y aquel hombre de 28 años ahora parecía de 82, no literalmente, pero si en su espíritu y su estado de animo y en lo pesado de su cuerpo, el que llegó a renovar fuerzas y a desestresarse regresó mucho más grave. Al parquear su auto en su garaje le dió un raspón al faldón derecho, algo que llamó la atención de su pareja, una bella joven de 22 años, bella y llena de vida y muy enamorada de su novio.
_ ¿Oye que pasó? ¡ya rayaste el auto!, ¿vienes drogado? su novio no respondió, más bien le pidió le ayudara a bajar del auto, sin darle importancia al accidente que recien tuvo.
_¡Ayúdame a bajar por favor!
_¿Te drogaste? ¡Prometiste no volver a hacerlo!
_¡Claro que no! ¡Llévame a la cama por favor!
_¡Pero que pesado te siento, parece como si ayudara a mi abuelo! Dijo la joven chica ya preocupada.
Entraron a la casa y se dirigieron hasta su habitación, mucho les costó subir las gradas que dan al segundo nivel lugar en donde se encontraba la habitación, al llegar, éste se dejó caer sobre la cama y ésta se hundió y tambien rechinó, cosa a la que no le dieron importancia.
_¿Qué te sucedió? Preguntó la chica muy preocupada, pues le veía el rostro muy demacrado.
_¡Estoy muy cansado, quiero dormir y descansar! Eso dijo y se durmió.
Cuando el reloj anunció la media noche, Cliffort despertó sobre saltado, escuchando en su oído: ¡Sálvalo tambien!...
_¿Qué te sucede mi amor, tienes una pesadilla? ¿Quieres un poco de agua? Pero éste no respondió, pues él solo escuchaba: ¡Sálvalo tambien!... La chica simplemente lo cogió en sus brazos y lo consoló como si se tratara de su hijo pequeño, uno que aun no tenían.
Amaneció y Cliffort seguía escuchando en su oído la frase: ¡Sálvale su vida tambien!...
_¡Mi amor, ahora te llevó al médico, pues te ves muy mal! Dijo Cloret e hizo una cita con el medico.
Al legar a la clínica (Hospital) Cliffort se sentía agotadísimo y su andar era mucho más pausado, sentía, le dijo al medico como si tuviera una caparazón, como si él fuera una tortuga, el medico sonrió y le explicó que el estrés era una enfermedad discapacitadora y que le haría unos exámenes de inmediato para lo que debería quedarse hospitalizado un par de días para ser evaluado y que descansara, así lo hicieron. 
Cloret regresó a su casa muy preocupada y Cliffort quedó hospitalizado, se le hicieron los exámenes de rutina, ademas tomografías y radiografías, etc. un examen muy riguroso.
_¡Hola Cliffort! ¿cómo se siente?
_¿Qué encontró en mis resultado Dr. Orantes?
_¡Nada en particular! ¡algo si me llamó la atención y es que sus exámenes parecen de una persona de 82 años! ¡le haremos otros por si alguna equivocación!
_¡En cuanto a sus radiografías y tomografías, sí vemos algo extraño, pero el radiólogo piensa que las maquinas necesitan de su mantenimiento!
_¿Por qué Dr. Orantes, qué encotraron?
_¡Vea por usted mismo! Éste es su esqueleto, pero lo extraño es que pareciera que hay otro esqueleto entrando en el suyo! ¡No se preocupe, es una imagen fantasma, como las de los televisores cuando tienen una mala recepción debido a la mala colocación de la antena! Por ello le haremos otros en cuanto el técnico revise los aparatos! ¡Mientras, descanse Cliffort!
Pero Cliffort seguía escuchando la misma frase que no le dejaba en paz: ¡Sálvalo tambien!... 

Pasaron dos días más con Cliffort en el hospital y el Dr. Orantes entró en el cuarto con Cloret.
_¡Vaya por fin despertó que susto nos dio!
_¡Mi amor se te ve muy bien! ¿cómo te sientes?
_¡De lo mejor! dijo un Cliffort rejuvenecido, pues hace un par de días parecía un anciano. Le dijo.
_¡Cliffort vea sus resultados, justo de alguien de su edad! ¡excelentes! ¡Y la radiografía véalas usted mismo! ¿recuerda la imagen fantasma? ¡nada, ahora todo en orden a pesar de que el técnico dijo que todo estaba en orden! 
_¡Bueno firmo los papeles y pueden irse! concluyó el medico.

Pasaron un par de meses y la vida de la joven pareja mejor que nunca, únicamente que Cliffort ahora no escuchaba la suplica, en su lugar tenía sueños extraños, tan extraños que una mañana despertó de madrugada con una idea metida entre ceja y ceja, y sin pensarlo un minuto más, despertó a su amada Cloret.
_¡Cloret, Cloret, despierta!
_¡Ajúm! ¿qué sucede, que te pasa?
_¡Levántate, iremos a un lugar maravilloso! ¡Te enamorarás de él!
_¡Está bien mi amor, pero tranquilízate, estas muy agitado y tan emocionado!

Se vistieron y Cliffort sacó de su hogar a su novia con mucha prisa.
_¡Apúrate Cloret, apúrate!

Llegaron al lugar en donde toda la pesadilla de Cliffort empezó y Cloret al ver el lugar quedó maravillada pues, jamás sus ojos antes vieron lugar más hermoso y tan apacible, caminaron tomados de la mano, se tumbaron sobre verdes y suaves terrenos de grama, el cielo con celajes azules sin una sola nube, cuando les cayo la tarde, se levantaron, ella seguía emocionada y se sentía tan bien consigo que pidió a Cliffort regresarán lo más pronto posible; se dispusieron a caminar hacia donde dejaron el coche, pero Cloret escuchó un murmullo en su oído que le decía: ¡Salva mi vida! ella se asustó y con angustia vio la cara de Cliffort y con la cara muy pálida le preguntó
_¡Escuchas eso mi amor! Ella ya estaba descompuesta e incomoda y Cliffort solo la veía y sonreía, mientras su chica se sentía como de 82 años; para ésto nuevamente el violento viento pero solo le afectaba a Cloret, solo ella se sentía incomoda recibiendo en su rostro las hojarascas secas y el polvo que llevaba el viento, el cual no le permitía estar vertical, sin embargo Cliffort se veía de lo más agusto y sin sentir ninguna molestia por el viento que únicamente afectaba a su novia quien sintió en su espalda un sobre peso, como si una caparazón se acomodara sobre ella, algo que la agitaba y cansaba como si fuera una anciana de 82 años. Cliffort la tomó entre sus manos y la llevó hasta el auto, la introdujo en él y de inmediato la llevó con el Dr. Orantes a quien le solicitó el mismo tratamiento y exámenes médicos para Cloret, el Dr. Orantes no dejo de extrañarse de que Cloret regresara al consultorio con los mismos problemas, síntomas y los resultados idénticos a los que Cliffort tuvo hace varios días. 
Al final, Cloret al igual que Cliffort se sintió de lo mejor y regresó a casa con su novio, al llegar hicieron el amor como si hubieran estado casi cien años separados el uno del otro. Mientras se amaban ella le dijo.
_¡Bésame Hirojito!
_¡Espera, esos ya no son nuestros nombres, acostúmbrate, yo soy Cliffort y tú eres Cloret!
_¡Si mi amor, perdón! Y siguieron amándose como nunca.

Meses más tarde, un visitador medico quien viajaba por los mismos parajes que Cliffort, se internaba en el maravilloso paraje, lugar en donde logró encontrar la paz y el sosiego, éste se relajó de maravillas y una vez logrado su cometido, se puso de pie para caminar hasta donde lo esperaba su carro, pero cuando quiso dar el primer paso que lo llevaría hasta su vehículo en su oído él escuchó algo que le heló hasta el tuétano y le paralizó su cuerpo, todo se erizó, cuando a su oído llegó la frase: ¡Salva mi vida! 
Y junto a ella un violento viento, con polvo y hojarascas secas...








 

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