domingo, 13 de diciembre de 2015

Tormenta sobre el Atlántico


Las olas en el Atlántico, a mitad del océano, eran de varios metros de altura, una lluvia perniciosa caía sobre el océano, aunque muchas millas más al sur de la embarcación se veía una luna sola que aparecía por momentos como indicando acá el tiempo es mejor, la embarcación de unos 12 tripulantes, los cuales se encontraban en sus camarotes, no así el capitán y sus primeros oficiales, quienes fumaban en el puesto de mando junto al timonel, quien con pericia mantenía a la pequeña embarcación a flote, ya acostumbrados a los embates de miles de noches juntos sobre el Atlántico; el resto de la tripulación, se hallaban en sus camarotes unos dormían tranquilos mientras otros trasnochaban jugándose su sueldo en manos de póker y bebiendo whisky para no sentir el frío de esa muy movida noche.
_ ¿A dónde vas idiota? dijo uno de los jugadores a uno de sus compañeros, quien con bolsa en mano y con implementos para salir afuera en una noche como tal, se arriesgaba a ser lanzado por alguna ola afuera del barco y quedar perdido en alta mar.
_ ¡Se murió Barky y ya hiede, le daré cristiana sepultura! Dijo el viejo hombre sin poder evitar que las lagrimas corrieran por su mejía, el cadáver pertenecía a un gato viejo, el cual había sido su compañero de aventuras por muchos años y que recien había fallecido de causas naturales y el viejo se lo quiso llevar a tierra firme para darle cristiana sepultura pero la hedentina era ya insalubre; que decidió mejor darle las honras fúnebres como uno más de los marineros del barco lanzando su cadáver al océano.
_¡Vamos ratas marinas, acompañemos a nuestro amigo a darle las exequias a nuestro gatuno amigo! dijo otro tosco marinero, quien deposito sus cartas sobre la mesa, confiando en que nadie las vería y el resto de hombres veteranos de alta mar siguieron a su camarada para la ceremonia. 

Una vez terminado el cotejo, se entraron todos a seguir jugando su partida de póker, las cartas esperaban pacientes sobre la mesa a sus jugadores; mientras entraban en la escotilla hace ya unos minutos, los cuales sirvieron para la ceremonia y nadie se percató que el tiempo había cambiado y que ahora la luna estaba sobre ellos, brillando imponente, algo que en el cuarto donde se encontraban el capitán y los oficiales habían notado, algo extraño asumiendo que había sido unos nubarrones pasajeros cargados de una tormenta, algo que solía pasar a menudo en alta mar pero que siempre los dejaba con una rara sensación y un poco confundidos. Mientras tanto, cuando entraban los hombres en la nave, el deudo grito.
_¡Miren! ¡Algo flota por la popa! ¡Es grande!
dijo el hombre, el más viejo e irrespetado por todos sus compañeros quienes regresaron al lugar para chequear lo que su compañero veía.
_¡Es cierto, es un bulto algo grande! ¿Será un cuerpo humano o será una ballena pequeña que flota sobre el océano!
_¡No! dijo otro, y continúo, ¡Muy pequeño para ser cría de ballena y muy grande para ser un  hombre! ¿Qué raro?
_¡Avisaré al capitán! Dijo el joven marino, pero el capitán se acercaba al escuchar los gritos de sus marineros.
_¡Acá estoy! ¡veamos! dijo el viejo de barba canosa y parche en el ojo. 
_¡Vira a popa, pero poco casi estamos con él! Ordenó el capitán a quien piloteaba la pequeña embarcación y mientras se acercaban al bulto, éste seguía meciéndose con el vaivén de las pequeñas olas, el resto de la tripulación vió hacia el horizonte y unos metros más allá de la nave para ver si había rastros de alguna embarcación en donde pudo haber viajado el que estaba ahí flotando.
_¡Detén las maquinas! ordenó el capitán y dos marineros bajaron por el hombre o lo que fuera, se acercaron sobre una balsa salvavidas para verificar de que o quien se trataba; al percatarse que se trataba de un hombre lo halaron por las ropas mojadas y los subieron sobre la balsa, algo que les llevó mucho trabajo, pues el hombre era muy robusto y caucásico, rubio y con barba de días, la piel dorada por el sol, quemaduras normales para alguien expuesto al sol por varias horas o días, iba inconsciente pero vivo, éste fue llevado hasta la vieja embarcación; se tardaron varios minutos para poder llevarlo hasta arriba y otro poco para llevarlo al cuarto del medico quien dormía plácidamente.
_¡Doc! ¡Doc!, ¡despierte un herido!
_¡Quien fue el idiota que se hirió ahora! dijo el médico muy molesto por haberle despertado de su placido sueño.
_¿Quién es éste hijueputa? preguntó el viejo galeno, cuando vio al tipo sobre la camilla boca arriba, luego dijo.
_¡Quiténle esa ropa mojada o morirá de frío o de pulmonía! los que lo llevaron hasta ahí le despojaron de sus ropas, por lo menos de las que le cubrían el dorso no así los pantalones, los cuales estaban rasgados. El médico escuchó si tenía signos vitales y se asombró de escuchar a un corazón latir en su interior y de una manera que lo confundió.
_¡Está vivo el maldito, hubiera preferido que estuviera muerto y asi me habría ido a la cama y éste de regreso al océano! dijo el cascarrabias del medico.

Al día siguiente, todavía en medio del Atlántico, el capitán entró en el cuarto del medico quien dormitaba por la noche incomoda, esperando que su paciente reaccionara.
_¡Hola doc!
_¡Hola capitán!
_¿Cómo está tu paciente?
_¡Con vida capitán, pero sigue inconsciente!
_¡Ya veo, me avisas cuando vuelva en sí!
_¡Será un placer capitán! dijo el viejo y siguió dormitando. 
La noche les llegó de nuevo y el tipo extraído del mar no despertó, el medico lo revisó de nuevo y todo normal pero éste no regresaba en sí.
_¡Qué extraño que sigas en este estado bastardo! dijo le medico y al dar la vuelta para salir afuera un rato a fumar un cigarrillo, el barco se a maqueó muy fuertemente que lo hizo trastrabillar.
_¡Maldición, otra tormenta como la de anoche! dijo el médico y al darse la vuelta para sostener a sus paciente y que éste no cayera al suelo debido al embate de las olas consecuencia de otra tormenta igual o peor de la noche anterior.
_¡Que putas! ¿dónde te metiste bastardo del océano? El hombre no estaba en el lugar donde estuvo ya casi 24 horas inconsciente y en el suelo tampoco estaba.
_¿Qué putas? ¡se esfumo el bastardo! ¡capitán! Gritó el medico pero en ese instante un rayo ilumino todo, colocándolo como si fuera el medio día, de un día caluroso de verano y en las paredes del cuarto se vió cuando alguien degollaba al medico, dejándolo postrado sobre la camilla, lugar que hace un rato fue del rescatado del océano, éste lo cubrió y salió del lugar perdiéndose entre las sombras del barco y tambien entre las aguas.
_¡Qué bueno que llegas capitán, pues me aburría solo aquí! dijo el que piloteaba al barco manteniéndolo como siempre, a flote en noches como esas.
_¡Tú no eres el capitán! dijo el piloto antes de ser atravesado con un tubo, el cual casi lo partió en dos. Luego de ser brutalmente asesinado fue arrojado al océano y de nuevo otro sonido en el cielo el cual iluminó una vez más a la nave.
Mientras la nave iba a la deriva sin quien por ella, la puerta del camarote de los marinos se abrió muy lentamente, ahí se encontraban la mayoría de los hombres abordo los cuales uno a uno fueron muriendo degollados y ahogados por el asesino misterioso.
_¿Qué le sucede al piloto que no controla la nave? dijo el capitán al segundo oficial, quien salió del camarote lugar en donde se encontraban tomando whisky con dirección a la cabina del piloto de la nave, pero cuando pasó frente a la puerta del camarote de los marinos algo salió de ahí y con fuerza lo llevó contra la barandilla cayendo al océano inconsciente. Mientras el barco estaba a merced de la brutal tormenta. 

_¡Capitán! Dijo el hombre que vió al naufrago, el mismo quien perdió a su gato.
_¿Cómo estas? ¿cómo te sientes amigo? éste trastrabillo cayendo a los pies del capitán
_¡Diablos! ¿qué le pasa al piloto que no controla como siempre la nave?
_¡Acompáñame, vamos a verificar que pasa con éste bruto! ordenó el capitán a su único hombre que le quedaba con vida sobre la nave, éste quiso seguirlo pero la nave nuevamente se elevo y de inmediato cayó lo que hizo que el viejo marinero se quedara tirado mientras el capitán salía del camarote con rumbo al puesto del piloto, pero al salir del camarote con un martillo le abrió la cabeza al capitán del barco, matándolo inmediatamente, el cielo se abrió nuevamente y todo se aclaró, mientras la tormenta como llegó, pasó y de nuevo sobre la embarcación la luna llena y hermosa alumbraba y rescataba a la vieja embarcación; la calma regresaba a la vieja nave y todo se encontraba en calma, lo que le facilitaba al viejo levantarse del suelo y mientras lo hacía enfrente a él, dos piernas con las ropas desgarradas y ensangrentadas.
_¿Tú? ¿qué haces de pie, regresa a la enfermería o ya te sientes muy bien? preguntó el viejo al que tenía enfrente, el naufrago, un hombre alto, de piel muy blanca, con barba de días y de pelaje muy rubio, el viejo dijo al verlo al rostro y verle a los ojos.
_¡Vaya! ¡qué raro! pero, ¿sabes una cosa? me has recordado a mi Barky, disculpa  que me sonría pero fue un gran amigo y lo extraño tanto, pero deja que te ayude a regresar al cuarto del doc, mira, te habrás herido, que estas todo ensangrentado, debe de ser porque no estas acostumbrado a los embates de una tormenta sobre el Atlántico, pero ya te acostumbrarás. _¡Acompáñame! y el hombre rescatado del océano se fue acompañado por el viejo; mientras regresaban al camarote del medico la noche sucumbió y el día llegó, había amanecido. 

El misterioso hombre le extendió la mano al viejo sobreviviente como despidiéndose de él, éste hizo lo mismo sin entender el porque el hombre sacado del mar la noche del funeral de su viejo gato de ojos tan idénticos al del hombre se despedía, si aun estaban tal vez como a dos días del puerto más cercano; el viejo sintió mucho cariño en el apretón de mano que le dió el tipo que sintió como cuando un amigo de años se despide de alguien y luego de ello, se acercó a la barandilla de la proa del barco, lugar en donde él eligió para subirse a ella y desde ahí se lanzó al océano.
_¡Oye! ¿qué haces? ¿a dónde vas? ¡hijo espera! 
Pero el tipo se lanzó y cuando el viejo llegó al lugar de donde regresó al océano el hombre de ojos de gato, éste lo buscó pero de él nada, absolutamente nada, literalmente el océano se lo tragó.

El viejo regresó a tierra con los cadáveres de sus compañeros sobre el viejo barco, el cual al llegar lugar en donde lo esperaban los oficiales de la policía. 
El viejo y el barco viejo jamás volvieron al océano. 
Nadie le dió crédito al anciano al dar sus declaraciones y las muertes de los once marineros quedó como un asesinato sin resolver y el misterio se quedará en la mente del viejo y entre los camarotes y pasillos de la vieja embarcación. La policía dijo que el viejo no pudo haber asesinado a once experimentados y recios marineros, como habían sido encontrados los cadáveres y sobre vivir, era imposible, pues todos eran unos marineros muy fuertes y algunos demasiado jóvenes y experimentados hombres lobos de mar como para ser vencidos por un viejo enclenque. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario