jueves, 28 de enero de 2016

Corazón de cristal en cuestiones de amor


Una vez tuve un corazón hecho de cristal cortado y mis venas sangraron y casi muero desangrada.

Entonces lo cambien por otro, uno de cristal templado, lista para recibir golpes fuertes, segura que nada lo quebraría, pero en el primer encontrón, mi corazón se despedazó en mil pedazos y como pequeñas rocas sobre el pavimento del amor ahí quedó. Lo recogieron con palas y al basurero fue a dar.

Pensé, solucionaré mi problema de una sola vez y me construí un corazón, está vez lo fabriqué con vidrio a prueba de balas, me sentía supergirl y, con mi corazón a prueba de plomo me dispuse a salir, muchos desengaños y traiciones resistí; hasta que conocí a tremendo terrorista y a mi corazón de cristal a prueba de plomo lo hizo estallar y hasta el cielo fue a dar, subió y de ahí, solo humo quedó.

Dispuse ser quien rompiera corazones y me mande a hacer uno de vidrio soplado, pedí los mejores colores, los más brillantes y espectaculares, realmente valió la pena, pues a muchos chicos cautivé y hasta los enamoré, por un tiempo una mujer feliz fuí, con citas diarias y variadas, bello fue, pero lo que ignoré fue que éste cristal es uno de los más frágiles y con nada un día alguien por acariciarlo lo rompió y sin mi bello corazón de cristal soplado me quedé. 

Se lo agradecí, no lo maldecí, pues me había vuelto igual a ellos, una sinvergüenza y vagabunda pero hermosa. Pero no era lo que yo buscaba, así que se quebró y nunca lo reparé y otro menos quise para mi.

Me ofrecieron uno de vitral de iglesia, pero me negué, no quiero ser una Sor Inés, mucho menos encontrarme a un Don Juan y menos que todo me lo diga en rima, asi que me negué y Don Juan se largo con sus vitrales en busca de alguna monja arrepentida.

Me gustó la idea de un vidrio importado, así que lo coticé por Internet y al mes me lo instalaron, pensé, ahora si la hice, pero el problema era que no entendía su idioma y desilusionada mejor lo devolví, lo bueno fue que me reintegraron mi plata.

Probé con vidrios de luz neón y salí con mi corazón iluminado e ilusionado, pero tanto gas terminó por enviciarme y en una clínica de adictos terminé, meses me costó mi recuperación y cuando por fin me desintoxiqué y de la clínica sana salí, me dije, ya no más corazones de vidrio ni de ningún otro material. 

Regresé a mi hogar y debajo del tapete extraje la llave que por años ahí deje olvidada y recordé cuando prometí nunca por ella volver, pero ella fiel, ahí oxidada pero aun estaba, la tomé y con ella corrí a la pila y la lavé, le quité lo más que pude todo el oxido y con ella como un fiel tesoro me acompaño hasta un lugar en donde alquilan cajas de seguridad, entre en el lugar y mi contraseña me exigieron y yo les demostré que la dueña de la caja de seguridad era yo. 

Entramos, un agente del banco y yo, primero él introdujo su llave y luego me vio como indicándome ahora meta la suya, yo traté, pero el oxido me lo impedía y durante media hora agente y yo, tratamos de meterla, pero era algo dificil, yo pensaba mientras lo intentábamos; ¿tendré qué regresar a mis corazones de cristal? Pero el agente dijo; al fin señorita, lo logré, mueva usted la mía a mi cuenta... Uno... Dos... Tres.... 

Y le dimos el giro y clarito escuché, cuando la puerta sin llave por fin quedó y ahí se encontraba, aun latiendo, mi  corazón original. Al verme, le dio taquicardia, yo lo acaricié y luego lo calmé, el emocionado de un brinco a mi pecho se lanzó y cabal quedó; de inmediato con mi cuerpo se conecto y a funcionar empezó. 

Yo me sentí agradecida, ahora con mi corazón de carne y sangre latiendo adentro de mi pecho, que un suspiro se me escapó y me dije; a ser de nuevo una chica normal,  y a buscar al verdadero amor. 

Cuando le di las gracias al agente de seguridad, éste caballerosamente se quitó el quepis y fue cuando sentí a mi corazón latir a mil adentro de mi, allí fue que me enamoré y por fin encontré al verdadero amor. 

Y a partir de ese instante, la mujer más dichosa soy, cada día despierto con mi amor al lado y él jamás una traición me ha dado y segura estoy, que ni lo ha pensado.

                                          El Fin 

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