viernes, 5 de febrero de 2016

Un Bartender muy tierno


_¡Otro trago cantinero!

Exigía un joven que se encontraba completamente alcoholizado y el cual, llegaba al lugar de jueves a sábado y se sentaba en el mismo lugar de la barra; pues, deseaba ser atendido por el mismo Bartender, quien decía él, le escuchaba cuidadosamente todas sus historias relacionadas al por qué se emborrachaba.

_Aquí tienes amigo, deberías de parar ya ¿no crees?

_¿Qué, mis propinas no son buenas? ¿Acaso mi dinero no es bueno? ¿Qué pasa contigo?
  ¿Acaso tu trabajo no es atender a tus clientes?

Gritaba el muchacho completamente ebrio, al cantinero que siempre fue comprensivo con él y quien además, conocía de él hasta el más intimo secreto; el origen de su adicción al alcohol, el Bartender, siempre lo aconsejó bien, pero este tenía tanto dolor y rencor en su corazón que nada más que el alcohol, podía aplacar su dolor y la rabia que en su pecho residía. 

Al escuchar el escándalo del borracho en la barra, se acercó uno de los gorilas de la seguridad y preguntó amablemente pero con cara de malos amigos al Bartender.

_¿Todo bien? ¿Quieres qué saque a la calle a este borracho relajero?

El Bartender, con la comprensión y la amabilidad en su rostro, le dijo al guardia que todo estaba bien, todo estaba bajo control, que podía controlar al sujeto; el gorila entendió y se retiró, pero antes dijo.

_Estaré por aquí muy cerca, por si se te ofrece algo.

Cosa que al joven borracho no le agradó y se colocó de pie solamente deteniéndose del vaso con alcohol, del cual no desperdició ni una sola gota y muy molesto dijo.

_¡Oye Gorilón! si tienes problemas conmigo, salgamos a la calle, ahí te daré tu merecido, te haré tragar el polvo.

El guardia solo se sonrió con el Bartender y se retiró. 
Pasaban los día y el chico no paraba de tomar y como cada jueves, ahí en el mismo lugar, pero esta vez, su gentil Bartender no le quiso servir licor, pues ya era mucho.

_Ya no más amigo, te vas a matar si sigues en las mismas, ya es hora de que vayas a AA.

_¿Insinúas que soy un alcohólico? Estas equivocado amigo, yo puedo dejar ésto cuando se me de la gana. Solo que hoy no se me da la gana. ¡Sirve otro trago, aquí esta la plata!

Al instante, de nuevo el guardia de siempre.

_¿Lo saco a la calle?

_No, yo lo atiendo y lo pongo bajo control.

_¿Por qué lo consientes tanto? Si a veces ni propina te da.

_ Me simpatiza, además tiene una gran pena a consecuencia de una mala mujer.

Eso dijo el Bartender y agregó.

_Por hoy, terminó mi turno, no te puedo atender y de mis compañeros nadie quiere atenderte, a todos les caes mal, será mejor que te marches, ve a casa a descansar amigo. Y, si no vuelves nunca más; mejor.

El Bartender se retiró y salió por la salida de los empleados, mientras lo hacía, veía como su amigo, era tomado por cincho y nuca y conducido a la puerta que da a la calle. 
El Bartender encendió su auto y lo sacó del parqueo, pero no giró por la calle que lo conduciría hasta su casa, sino que tomo el otro sentido, solo para ver el destino que le tocó vivir esa noche a su amigo, el joven alcohólico. 
Efectivamente, cuando pasaba frente al bar, él alcohólico volaba por los aires dando de bruces sobre el pavimento y ahí quedo cuasi desmayado.

De aquello, que había sucedido el día sábado, para hoy que era martes; el joven de nombre Johan, se despertó con dolores musculares y con un poco de resaca, pues el aterrizaje sobre el pavimento y los golpes que recibió del gorila a quien ya lo tenía hasta la coronilla, lo habían dejado cuasi inconsciente y hasta ahora se despertaba, sobre una cómoda cama y completamente desconcertado.

_¿Donde diantres estoy? ¡Hay!

_¡Tranquilo, tienes muchos hematomas, golpes y moretones, pero no te preocupes, pues como todo bolo, nunca se fractura, ¡jijiji! Te he estado curando, no soy enfermera pero sé algo de medicina y no se diga con estos golpes. Sabes, mi padre era alcohólico y murió por eso. Debes de dejar de tomar. Espera, te traeré un café, esta caliente pues recien lo hice. Mira que has dormido por días, fui yo quien te desvistió y te dio un baño, algo que ya he hecho otras veces, nada de que alarmarse ni porque ruborizarse. La chica salió del cuarto adentro de camisa de hombre, de color blanco muy fina, la cual transparentaba y permitía ver el magnifico cuerpo de la joven morena, de cabellera larga, de piernas largas y muy femeninas, ella caminaba descalza lo que hacía que la imagen fuera más sensual, no llevaba sostén y como braga, una tanga que dejaba observar su magnifico trasero; a propósito, estaba recien bañada.

_¿Quién es esta hermosa chica y que dulce es conmigo, pareciera me conociera de años, pero, por más que pienso no doy quien pueda ser.

Ella regresó con la tasa de café aun humeante en sus manos, la imagen era más caliente que el mismo café que humeaba. 

_A propósito, me llamo Fanny y ¿tú eres?

_Me llamo Johan... Pero, ¿te conozco, según entiendo has visto cuando me arrojaron del bar y me rescataste de donde quedé casi inconsciente, pero no recuerdo más nada?

Explicaba Johan, mientras sorbía el café, el cual le cayó de perlas, él se encontraba completamente desnudo bajo las sábanas blancas.

_Sí, tendrás que comprarte ropa nueva, pues la que traías hedía mucho y ademas ya no servía, así que la tiré a la basura. Algo que sonrojó a Johan. Tranquilo que no ha pasado nada entre tú y yo.

Esto hizo que Johan se sonrojara aun más, que mejor siguió tomando su café, mientras la chica Fanny caminaba por el cuarto, ella abrió una gaveta, de la cual extrajo las cosas personales de Johan, billetera, celular, cincho, etc.

_Por más que trato de recordarte, ¡no te recuerdo!

_No te preocupes, pues tú no sabes nada de mi, yo soy una completa desconocida para ti. Sin embargo, por increíble que te parezca, yo sé todo sobre ti, de tu rompimiento con Carola y del sufrimiento que te ha tocado vivir estos últimos seis meses. Me perdonarás, pero les avisé a tus padres, quienes ya vienen para acá con ropa y te conducirán a petición mía a un centro especialista en enfermos alcohólicos, para que te ayuden. Y si después de que estés totalmente recuperado quieres saber de mi, ya conoces donde vivo, aquí estaré esperando por ti.  

Ésto lo dijo apretando la mano de Johan, era evidente que Fanny, quien conocía muy bien a Johan, sentía algo por él. Quien al verse ya bañado y arreglado, el chico no estaba nada mal. 
En eso, alguien llamó a la puerta.

_¿Deben de ser tus padres? 

Efectivamente, se trataba de ellos, la madre entró directamente al cuarto, después de que Fanny le indicó donde se encontraba su hijo, mientras, el padre de Johan se quedó con Fanny agradeciéndole todo lo que hizo por su desafortunado hijo. La madre salió del cuarto, mientras Johan se vestía y corrió a los brazos de la chica a quien beso y bendijo.

_Eres un ángel hija, nunca te podremos pagar lo que has hecho por nuestro único hijo, esa maldita lo dejó destrozado, iban a casarse y lo traicionó con su mejor amigo. 

Fanny le dijo que conocía toda la historia y que por ello lo había ayudado y sin interés alguno, luego la madre le dijo.

_Además de tener un corazón bello, eres una chica hermosa, solo mírate, ¡que mujerona más sexy!

_Que pena ahora me termino de vestir. 

Y, Fanny corrió al cuarto en donde Johan terminaba de vestirse, él salió del mismo, mientras ella se colocaba ropa decente; cuando salió, ya con más ropas, ellos se pusieron de pie y de nuevo le agradecieron a Fanny, el padre de Johan le dió una tarjeta por si necesitaba algo; mientras que la madre abrazaba a su hijo, ella le dijo a Fanny con el amor de una madre.

_Lo que necesites hija, pues eso eres de hoy en delante para nosotros. 

El padre de Johan asintió con el rostro y luego se dirigieron a la puerta, la abrieron, ella la sostuvo y después se marcharon; pero cuando Fanny cerraba la puerta, del corredor se escuchó un grito que provenía de Johan...

_¡Espera Fanny!, a todo esto, ¿dime quién eres tú, por qué sabes toda mi vida, por qué me ayudaste?

Fanny sonrió y le dijo, con un brillo en sus ojos avellanados.

_¿En verdad no lo sabes?... Soy... ¡Tu bartender!



                                    El Fin


A propósito, la tarjeta que el padre de Johan le dejó a su nueva hija adoptada o quiza futura nuera.
Decía: Johan Cohen... Presidente de las Aerolíneas Internacionales Delta. 


















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