viernes, 15 de abril de 2016

El camaleón


Corría una década muy delicada en cuanto a guerras sin sentido se refiere y Berlín, Alemania, dividida en dos, los verdes y los colorados. Para mi eso no tenía la menor de las importancias pues, apenas era un crío de cinco años, creo, en mi casa la que quedaba al centro de un enorme jardín, el cual mi madrecita se esmeraba por tenerlo maravilloso, en él, todas las especies de rosas, y tantas otras flores que a algún botánico le habría gustado estudiar. 
Mientras, yo me divertía como explorador en jungla, mi mente me llevaba a los lugares más increibles y paradisíacos y de otras índoles, en viajes; los cuales daban inicio en el televisor de la sala, uno en blanco y negro, luego de ver una de aquellas increibles producciones corría a ese mágico lugar. En el cual hubo como inquilinos: Micos, palomas, gallos, gallinas, una vez tuvimos un camaleón, que desafortunadamente se perdió en el inmenso e inhóspito (para mi) jardín.

Un día, mi inteligente hermana mayor nos dijo: _Vamos a ver si es cierto que se desparece y lo colocó en una rama, sobre un arbolito enano, porque habían unos arboles tambien y efectivamente, cuando lo colocó ahí, el condenado camaleón, se torno del color del enano árbol, y nosotros: _¡Ahhh!, mi hermana dijo. 
_Ahora coloquémoslo por acá y luego por allá. 
En una de tantas colocadas, mi madre gritó desde adentro. 
_¡Lilly y Nory, vengan! 
Ellas salieron corriendo al llamado de la matriarca de mi hogar y yo, las vi correr por el enorme jardín, hasta que entraron en la casona vieja, pero bella, solo quedamos ahí, el animalito y yo, cuando quise ver al camaleón, justo donde lo dejó mi hermana Lilly, apareció por la puerta de ingreso de la casona mi hermana Nory y me gritó.
_¡Lalito! dice Lilly que no le despegues la vista al camaleón.
_¿Bueno? 
Le respondí, emocionado y asustado, pues el animal no era del todo de mi agrado, entonces obedecí a mis hermanas mayores y dirigí mi vista justo a donde habían colocado al camaleón, objeto de diversión y cual fue mi asombro, ya no lo vi, me dije. 
_Condenado animal, ¿crees que no te encontraré? 
E inicie mi búsqueda por el animalito, pero yo estaba equivocado y ya nunca lo encontré, dónde creí que estaría era mi imaginación, mientras lo buscaba mi corazón se aceleraba pensando.
_Me van a regañar.
Luego de varios minutos con mi rostro pálido, llegaron las chicas.
_¿En dónde esta mi hermoso camaleón?
Dijo Lilly y vaya si quería al animal, pues su novio se lo trajo de uno de sus viajes al Petén, pero el animal se aburrió de tanta melosería, que se perdió en el inmenso jardín y por supuesto, al que le jalaron las orejas fue a mi, yo grité.
_¡Mamáaaaa! 
Y salió del caserón, la leona, en busca de su cachorro y al verla ahi parada con el seño frunsido, yo corrí hasta sus enaguas y mi madre les llamó la atención a las chicas, pues como dijo ella: _¿Cómo dejan a un niño de apenas cinco años cuidando a horrible animal?, ustedes par de viejas son las culpables.
_¡Uffff!
De la que me salvé, pues mi hermana me veía con ojos de... ¡Ya te quedaras solo! y me las pagaras. 

Pero, más tarde llegó el novio a visitarla y de una preguntó por el bendito camaleón, mi hermana le dijo.
_Ya lo acosté, esta haciendo como frío ¿no?, pero no te preocupes mi amor, que lo estoy cuidando muy bien.
_Lo se mi amor. 
Dijo el incauto y enamorado novio y entonces se metió en la platica de mayores, otro aun mas incauto, yo.
_Que alivio, ¿entonces lo encontraron?...
_¡Mamáaaaa!
Llegó de nuevo la protectora, leona de la casa.
_¿Qué sucede hijo!
_La Lilly me quiere pegar. Pero ella dijo que el animal de colores ya esta durmiendo en su jaula y yo pensé que lo habían encontrado.
_Lalito tiene razón, no le mienta a su novio señorita y explíquele que el condenado animal se perdió en mi jardín.
_¿En serio? que calidad, te dije que eran inteligentes, ahí estará mejor que en la jaula, no tengas pena mi amor, en mi próximo viaje te traigo otro recuerdo. 
Y sellaron su amor con un beso.
_¡¡Guácala!! 
Dije con nauseas y mi hermana gritó.
_¡Mamá! llévate a tu engendro de aquí, que nos esta molestando.

El novio de Lilly me desarregló mi peinado y me guiño el ojo con tremenda sonrisa.
Creo que le caía bien, mi madre gritó desde el cuarto.
_¡Lalito, a la cama!, ¡te lavas los dientes y a dormir!

Pasaron un par de semanas o un mes, cómo puede saber un niño de mi edad (entonces) cosas del tiempo, si para nosotros, los niños, eso no tiene valor ni nos interesa, todos los días son iguales, una oportunidad para tener otra aventura y que mejor que el enorme jardín de mi casona.

_¡Hola Rubén!, ¿cómo estuvo su viaje?
_Muy bien suegra, ¿la Lilly está?, es que le traigo otro recuerdito del Petén, este si les fascinará, es hermoso.
_¡Quiero ver!, ¡quiero ver!...
Grité dando brincos al rededor de Rubén, pero este, no abrió la caja hasta que mi hermana llegó y lo recibió con un apasionado beso.
_¡¡Guácalaaaa!!
Dije con el estomago descompuesto.
_Vengan, entremos para que lo vean y luego le preparamos en el jardín; su nuevo hogar. 

Entramos y la familia entera estábamos a la expectativa, los cinco hermanos, mi madrecita y mi padrecito.
_¿Qué les parece? 
Dijo Rubén, abriendo la caja.
_¿Qué es eso? 
Grito mi madrecita, mientras el resto de la familia, incluyéndome a mi, quedamos con las pepitas muy bien abiertas; el que primero se expreso, fui yo.
_¡Cool!
(No se si esta expresión estaba vigente o no, pero para que tengan una idea de mi asombro).

Todos salieron al enorme jardín, mis hermanos consiguieron rápido una pala y empezaron a abrir un agujero, mientras mi otro hermano preparaba un poco de mezcla, todos estábamos emocionados. Menos mi madre.

_¡Pero ese animal nos va a comer a todos!, no Rubén, llévese esa cosa de mi casa.
_¡¡Nooooo!! 
Dijimos todos y como ahí habia democracia, mi padre dijo.
_Se quedará, mientras esté pequeño, pero cuando crezca, lo donaremos al zoológico. 
Y todos estuvimos de acuerdo, hasta mi madrecita, jejeje.

Luego de preparar el hogar de nuestra nueva mascota, lo extrajeron de la caja y lo colocaron en su nuevo hogar, este al estar ahí, uno de mis hermanos lo alentó con una varilla de palo de uno de los rosales y éste le rugió.
_(Sonido de rugido, jajaja) Y con sus fauces quebró el palito, agitando con fuerza su cola. 

Era bello mi nuevo inquilino, para el bello y enorme jardín de mi madrecita, ella por supuesto al ver lo que hizo el cocodrilo gritó.
_¡Nooooo! 
Y salio corriendo hacia la cocina de nuestro hogar, dulce hogar. 

_¡Qué tiempos aquellos!

Esperen, cuando el crío del lagarto o cocodrilo, que podría saberlo un niño de cinco años, hizo aquel sonido y quebró el palito agitando con fuerza su cola escamosa, me pareció ver en lo alto de una de las plantas del bello jardín de mi madrecita al camaleón, yo me quedé cayado, pues no quise privarlo de su libertad. Jejeje. 





Nota: esta historia comenzó con el Muro de Berlín pues esa era la historia, pero mi mente me llevó por otro rumbo. Pronto esa historia.


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