martes, 5 de abril de 2016

Lalito


_Bueno, Lalito estará mejor luego de tomar este jarabe. Pero seguirán viniendo si no le permite al niño jugar con tierra, que se ensucie, que respire aire puro, que juegue con otros niños de su edad, mientras no haga caso a mi consejo como pediatra, su hijo seguirá enfermándose.

La madre de Lalito salió del consultorio del pediatra, sacándole la madre al galeno, pues ella no compartía que si su hijo estando completamente limpio se enfermaba muy seguido, siguiendo las absurdas indicaciones del medico su niño seguro moriría, así que de su recomendación... ¡A chingar a su madre! Eso pensó doña Quita. 
Caminaron por medía hora, hasta que por fin llegaron al lugar en donde se ubicaba su hogar, frente a su casa una nube de polvo, doña Quita le cubrió la cara con sus enaguas a Lalito para que no respirará ese aire contaminado y con exceso de polvo y de inmediato entraron en su casa.  Lalito corrió hasta su cuarto y al entrar se dirigió al ventanal, un cristal enorme que daba al campo o área verde, esa ventana enorme era prohibido abrirla y además alrededor del cristal lo tenían sellado con cinta transparente para evitar que entrara al cuarto del niño una sola partícula de polvo, ahí adentro todo de blanco, como las ropas del niño, ese cuarto solo se le parecía a una sala de operaciones del Hospital General y tal vez ahí, estaba un poco más sucio que el cuarto de Lalito. 
Mientras Lalito veía por el enorme cristal hacia el enorme campo que se encontraba justo frente a él; un lugar de 20*40 metros, en donde los ingredientes principales eran; como cincuenta niños de la edad de Lalito, un poco mayores y otros, un tanto menor y el otro ingrediente era el polvo, pues la grama que una vez hubo ahí, solo quedaban unas islas en lugares estratégicos que habían sobrevivido desde que se estrenó la colonia y los niños encontraron ese lugar para sus juegos de infantes. 
El campo, tenía acceso por seis lugares, dos de los cuales como a cien pasos de adulto tanto para oriente como para occidente, otros dos campos en las mismas y asi a lo largo de toda la colonia y en cada campo se tejían las historias que quedarían grabadas en las mentes de los infantes, los cuales eran en cada uno de ellos casi 50 niños. 

Los adultos, cuando tenían que pasar por el lugar provenientes de cualquiera de los accesos, lo único que veían era una enorme nube de polvo y un escándalo el cual no tenía sentido y al cual nadie comprendía, pues eran idiomas diferentes a los de los adultos, ellos pasaban casi que trotando pues, al llegar a sus hogares...

_¡Ya vine cielo! Dijo el señor Casimiro, un morenito que vivía en uno de los accesos al campo. Al escuchar esto, la esposa de Casimiro salió a recibirlo y al toparse con él, ella preguntó.
_¿Quién es usted señor? Creí haber escuchado a mi esposo.
_Mi amor, soy yo, Casimiro. ¿Por qué preguntas? Dijo Casimiro sonriendo.
_Por que mi esposo es moreno y usted se ve rubio.  Ya sé, pasaste por el campo, ya te dije que no pases por ahí, ¡mejor corónalo! ¡Al baño Casimiro! ni pienses que te besaré con todo ese polvo encima.
Y así en los demás hogares, pero si algo era beneficioso para los padres de familia, era que en el centro de sus hogares quedaba ese campo; sin pena de vehículos, ni nada por el estilo, ahí se encontraban la bandada de niños jugando, ellos estarían tranquilos, por eso nadie protestaba de esa nube de polvo y aquel relajo de sonidos que provenían de los campos que un día fueron áreas verdes.
Ademas, en el lugar, los vecinos que vivían enfrente de los 800 metros cuadrados, al ver a los infantes vieron una oportunidad, pues si no podían deshacerse de ellos,  había que sacarle provecho a esa nube de polvo, lugar de donde salían esos gritos espantosos, algunos colocaron sus ventas de helados y choco-bananos, otros de dulces y chicles y otros, ventas de frutas, como mangos con pepita, pepinos pelados con sal, limón y pepita, mientras que otros, vendían tostadas y mucho más. 

_¿A dónde vas Julito? pregunto Jaimito.
_A comprarme un pepino, ¿quieres uno? 
_Esta bien. Y se encaminaron abrazados los dos amigos. 

Y de la venta de doña Chabela, salían Julito y Jaimito, cada uno con una tira de pepino; los líquidos de este corrían por las manos y las comisuras de los niños, haciendo en ellos una mezcla de líquidos pegajosos y tierra. Por otro lado, otros niños, comiendo un helado, la situación era la misma o peor, por sus brazos hasta los codos los caminos que dejaban la miel de los helados tornándose en lodo y en las camisas, las cuales las usaban como manteles; ahí de todo, una rara mezcla que al llegar a casa las madres optaban por tirar la ropa, pues lavarla sería una faena inútil.

_¡Miren! ahí esta el niño del cristal. Dijo Mayrita a otras niñas quienes corrieron al verlo con su cara pálida y triste, una que cambiaba al ver como se acercaban a la ventana las niñas y desde afuera le decían.

_¿Por qué no sales a jugar con nosotras? A lo que Lalito les respondía.
_¡Estoy enfermo! Y otra le preguntaba. 
_¿Que tienes? 
Lalito respondía con sonrisa en sus labios y levantando sus hombros.
_No sé, mi mami si sabe que es, pero ya estoy tomando mi medicina, creo que pronto saldré a jugar con ustedes. 
Esto decía Lalito muy ilusionado de que pronto llegara ese día. Entonces preguntó Adelita
_Y, ¿cómo te llamas?
_Me llamo Lalito.
_¡Adiós Lalito! haber cuando sales a jugar. 

Las niñas se introducían en aquella nube de polvo y se perdían en ese lugar del cual salía un sonido muy peculiar, esto ponía triste a Lalito. 
Pero doña Quita, salía con esponja y jabón a limpiar el cristal que habían dejado embadurnado las niñas con lodo o una rara mezcla que dan las golosinas, el sudor, el polvo y los residuos melosos de los helados corriendo por sus brazos.

_¡Ah niñas cochinas! cómo dejaron el vidrio, seguramente por ellas te enfermas Lalito, 
Refunfuñaba doña Quita, mientras limpiaba, pero Lalito se hacía para un lado y para el otro tratando de no perder detalle de lo que sucedía en ese bello lugar, pues a la vista del niño aquello era un oasis de remanso, regocijo y experiencias increibles. Él, veía por un lado a chicos jugando al fútbol, por otro lado a las niñas jugando a la comidita con sus muñecas, por otro extremo, otros niños jugando al béisbol y más allá, en un lugar escabroso y con accidentes geográficos propios del campo, los más intrépidos jugando a: Los Peligros. Montados en sus bicicletas, uno colocaba un ejercicio y todos debían de hacerlo exacto, sino perdían y así, el que lo hacía mejor pasaba a poner el siguiente Peligro, Lalito disfrutaba cuando los menos habilidosos caían con todo y bicicleta y se raspaban y rasgando la ropa, ellos se dirigían a un lado a reparar la torcida bicicleta o a llorar, mientras les pasaba el dolor de algún raspón que ahora tenía una protección que era un pedazo de tela pegado en la piel, sangre, mugre y más polvo. 
Pero doña Quita, lo único que ella veía al dar un vistazo al lugar, era una enorme nube de las mismas proporciones del área del campo, conformada de polvo y ese extraño sonido.

Así eran los días, por lo general a diario a pocas se iba llenando el campo, conforme terminaban sus deberes escolares salían todos impecables de sus casas con la bendición de sus padres y así de uno en uno, hasta conformar los casi 50 niños y el fin de semana, aquello estaba full; salvo por quienes salían a algún lugar a pasear, pero al regresar de una se quedaban en el lugar succionados por la nube, otros que se ausentaban deseando regresar pronto de visitar a la tía o a la abuelita, pero la mayoría se encontraban ahí, comiendo y jugando, destrozando la ropa, dejando huellas para toda la vida sobre la piel; en fin, esa era la vida infantil del lugar.

_¡Miren! ahí va Lalito, seguramente sigue enfermo y lo llevan con el doctor. 

Efectivamente así era, doña Quita y Lalito a la consulta puntual con el pediatra. La secretaria del medico le indicaba.
_Dr. ya llegó doña Quita y Lalito. El medico sonreía y le indicaba a su secretaría. 
_Hagalos seguir.
_Doña Quita, puede pasar el Dr. la espera.
_Doña quita, usted otra vez y ahora ¿qué tiene Lalito?
_¡Sí! otra vez y no vendría tan seguido si usted fuera un buen medico y le diera una buena medicina a mi Lalito. 

El medico reía al escuchar el reclamo de la madre, diciendo lo de siempre.
_Doña Quita, deje que Lalito juegue en ese campo, que trague tierra, que respire esa nube de polvo, que se llene de mugre, que se revuelque, que comoa golosinas llenas de bacterias, amebas y de todos esos bichos y ya verá que ya no me volverán a ver la cara.
_¡Por supuesto que no le veremos la cara otra vez! ¡pues mi hijo moriría! ¿qué clase de medico es usted?

El medico reía al escuchar a doña Quita, su mejor paciente y amiga de toda la vida, pues era el prometido de su hija mayor.
_Le explico: Lo que le pasa a Lalito es que él no ha estrenado su sistema inmunológico y si no lo hace, entonces, ¡si morirá prematuramente! ¡se lo aseguro!
_O sea que, ¿usted dice que, metiéndose  todos esos bichos mi hijo vivirá más tiempo?
_Si doña Quita, a caso ve usted a alguno de sus vecinitos aquí, ¡no! solo es usted la de ese vecindario la que viene cada semana con una nueva enfermedad. Si Lalito entra en esa nube oscura de polvo y de sonidos extraños, a su cuerpo entrarán todas las bacterias y bichos, es cierto, entonces su sistema inmunológico los estudiara y luego los destruirá, dejando esa información en las células para qué, cuando lleguen a su organismo nuevos y malvados bichos, ellas los matarán de inmediato, esa es la función del sistema inmunológico; pero usted no le permite que él estrene su sistema inmunológico, pues su casa es un hospital completamente desinfectado, por ello cuando entra una mínima partícula del mismo polvo que hay en su hogar o lo llevan su esposo y hermanos y hasta usted cuando sale a la tienda o va al mercado, con ese poquito y pequeña partícula que llegue a él; Lalito se enferma, ese es el problema, déjelo vivir la mejor vida que es la niñez. 
Esta vez, doña Quita no recriminó al medico, se quedó pensativa y analizando lo que el medico y yerno le decía y entendió que él tenía razón.

Un día Lalito se encontraba detrás de aquella ventana de vidrio y varios niños se acercaron con él.
_Oye niño, ¿por qué no sales a jugar?
_Me llamo Lalito y no puedo, pues me enfermaría.
_Dile a tu mamá que te compre una bola de plástico y te meta en ella y asi podrías salir con nosotros a jugar. 
Doña Quita escuchó lo que Jorgito dijo con el seño fruncido y muy convencido, además de que los que lo acompañaban le palmearon la espalda, como indicando que ideota Jorgito, dejándole la camisa con varias manitas impresas. Doña Quita salió y les dijo. 
_Niños dejen tranquilo a Lalito, no lo molesten y regresen a su rara nube oscura. 
Pero Danielito dijo.
_Doña Quita, deje salir a Lalito, de pronto y al salir ya no se enferma más.

Esas sabias palabras de un niño de siete años, quedaron como eco en la mente de doña Quita, pues el niño de siete años convergía con el diagnostico del Dr. Morales, su yerno. 
Y por las noches siguientes las palabras de Danielito le agolpaban en la cabeza que no le permitían dormir, además escuchaba cuando el Dr. Morales le decía: Esta dejando pasar la mejor edad de su hijo, la infancia.

_¡¡Miren!! dijo Mariíta y como algo que jamás nadie se imaginó en todo el vecindario que pasaría; esa tarde el bullicio extraño enmudeció y al suelo llegaron todas las partículas de polvo suspendidas en el aire, era una imagen como si un mago extraordinario hubiera dejado estancados e inmovilizados a todos los cincuenta niños que jugaban en el lugar y gracias a ello los vecinos de los cuatro cuadrantes alrededor del campo lograron ver las casas que estaban enfrente de las suyas al otro lado del campo, Los niños y su mente e imaginación que solo te ofrece la infancia vieron hacia la casa de Lalito, pero lo que ellos vieron no fue una casa como todas las del vecindario, las cuales eran iguales, de no ser por algún arreglo que se les haya hecho, después del grito de Mariíta, todos con la vista puesta en la puerta de la casa de Lalito pero lo que ellos veían era una enorme nave, de la cual, por el lado de adentro se escuchaban los sonidos de los pasadores cuando se iban quitando, uno a uno, ese sonido se introducía en los oídos de los niños y repercutía en cada esquina de los 800 metros cuadrados, luego se escucho como se quitó otro cerrojo y asi siguió, hasta que se escuchó el ultimo y un sonido galáctico o de nave de ciencia ficción de película, salió la compuerta de aquella nave y la compuerta se adelantó como cincuenta centímetros al frente, luego de que se escuchó el ultimo cerrojo y junto con la puerta, del interior unida al sonido galáctico, vieron salir una niebla blanca, sin una sola bacteria y entonces la puerta comenzó a ascender y mientras lo hacía, más niebla blanca y de adentro de aquella nave que no era otra cosa más que la casa de Lalito, una luz cegadora, que cada que la puerta ascendía iluminaba todo y que impedía ver hacia adentro de la nave, por fin la compuerta llego al final de su recorrido lento pero firme y cuando esto pasó, fue apareciendo la silueta enorme de un astronauta o extraterrestre que lentamente como en cámara lenta iba saliendo de la nave, el silencio ahora era impresionante, ademas los vecinos veían por las ventanas detrás de las cortinas y la silueta enorme al fin se hizo presente afuera de la nave... Sí, se trataba de Lalito, quien salía por fin a jugar al enorme campo; cuando Lalito puso su primer paso en la calle, su pie derecho para ser más exacto, todos pensaron...
Un pequeño paso para un niño... pero un gran paso para Lalito y todos los niños que al igual que él son presos de sus padres por creer que asi los protegen de muchas enfermedades, pero que en realidad, todos ellos, al igual que doña Quita están equivocados. Luego de aquel pequeño pero gran paso, Lalito dió otro y siempre en cámara lenta fue descendiendo de las gradas que lo conducían de su casa hacia el campo y siguió con paso firme y sin claudicar, ni un solo momento pensó en detenerse, cuando por fin puso su pie en el campo, todos, los cincuenta niños o más, gritaron y del suelo ascendió de nuevo la nube de color café y el extraño ruido lleno las calles del vecindario y la nube se tragó a Lalito junto a los otros niños.

Desde ese memorable día, el único que recuerdo que se haya desaparecido por un instante la nube y el ruido, pues a partir de ese día eso ya no sucedió, sino hasta que todos crecieron y se fueron, el campo murió y la nube tambien, pues desapareció para siempre y con ella, aquel sonido que aun echaran de menos los que aun quedan ahí. Lalito ya no enfermó más.
El sol desde lo alto siguió por muchos años luego de que Lalito salió de su encierro obsequiándoles la necesaria vitamina D; una que casi veinte años después la cambio por cáncer de piel. Pero esta es otra historia.

También vimos cuando el Dr. Morales cerró su clínica y la traslado a otro sector en donde aun habían muchos Lalitos que le darían el pan diario de cada día. 
Las partículas de polvo ascendieron hasta el cielo azul y desde ahí vio junto al enorme sol y a las blancas nubes que formaban las extintas figuras hechas por las nubes y el viento: Caballos, rinocerontes, rostros, etc. y todo lo que la imaginación de la mente de un niño contiene.

Las tan esperadas vacaciones habían llegado y aquel campo ahora no tendría descanso, pues estaría ocupado desde los primeros rayos de sol, hasta muy entrada la noche pues, por la noche los niños salían a jugar escondite, arranca cebolla y tantos otros juegos obsoletos y olvidados o simplemente salían a escuchar historias que algún abuelito con bastón y silla de madera rodeado de más de cincuenta niños muy aterrados escuchaban las historias de miedo que el abuelo de Quiquito les contaba y el viejo disfrutaba al ver las caras de asombro y miedo de su selecto publico. 
Así tambien, lo veía sonriente la luna y el cielo estrellado sin nada de smog ni otra porquería de contaminación. 
Sin duda alguna, la vida de antes fue mejor para adultos y no se diga para los niños que hoy día sufren del avance de la ciencia y del modernismo que antes de le denominó: Ciencia Ficción. 
Y que hoy es una dura y cruel realidad.



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