miércoles, 15 de junio de 2016

El cirujano plástico y la mujer amargada


El elegante caballero se acercó a la desdichada señora quien poseía un rostro desfigurado debido a una terrible enfermedad, un cáncer de piel, el cual le dejó su rostro muy dañado a consecuencia de que el cirujano que la operó en un hospital publico no se midió, pensando en que para ella era mejor seguir con vida que con un rostro regular. 
Él caballero luego de acercarse le cuestionó.

_Hola, buen día, puedo preguntar ¿que le sucedió a su carita?

La señora indignada y acostumbrada a las burlas le frunció el rostro y sin pena le dijo.
_Y a usted ¿qué le importa? ¡¡hijueputa!! ustedes catrines solo quieren burlarse de la gente humilde, ¡¡vaya a la mierda!!

_Disculpe señora, solo quería saber y ver si podría ayudarla. 

Le respondió el caballero de muy buena pinta y se alejó muy abrumado y confundido, pero a la vez, con la comprensión hacia la señora.
La señora siguió despotricando contra el caballero hasta que la llegada de su bus la regreso a la realidad y le hizo la señal de la parada. Subió al mismo y se dirigió hacia su destino, mientras viajaba no dejaba de pensar en el individuo que se quiso burlar de ella, pero esta vez no se lo permitió; _ya muchos me han chingado; se decía en sus adentros y cuando se percataba que alguien la veía hacia el rostro, ella los veía con una mirada matadora y les alegaba diciéndoles

_¿Qué miran? ¡¡cerotes mal nacidos!! 

Entonces, los pasajeros se alejaban de la señora haciendo sus comentarios, no sin otros que le respondían y le sacaban la madre y entonces si se burlaban de ella. 

Por fin llegó a su destino y realizo la acción para que el bus se detuviera en la siguiente parada, luego bajo y se dirigió a una de las clínicas más caras de una zona muy elegante y de gente pudiente, al acercarse a la clínica con ansiedad buscó el letrero que su comadre le indicó.

_¡Acá está!: "Cirugías plásticas gratis para personas de escasos recursos" Eso indicaba el rotulo, ella, mientras ascendió hasta la clínica escuchó en el ascensor a otras personas que la acompañaban. _Seguramente son cirujanos plásticos en sus practicas. Eso dijo una señora de buen ver a su sirvienta, quien ya no aguantaba con las bolsas del super y viendo de reojo a la desdichada y su cara casi mutilada. El ascensor dió el aviso con su clásico sonido de que había llegado al piso solicitado en su botonera, la señora bajó y se dirigió hacia la clínica, lugar en donde ofrecían las cirugías gratis.
Al atravesar la puerta una enfermera muy amable en cuyo gafete decía: Lilly, salió a su encuentro.

_Bienvenida señora, por acá, sígame por favor.

Y la señora amargada la siguió sin siquiera dar las gracias; pasaron por pasillos largos hasta que llegaron a una sala de espera, la cual estaba muy llena, lo cual aprovechó para que Lilly le diera alientos diciendo.

_Ya ve señora, a veces creemos que somos los únicos desafortunados, pero como usted ve, hay muchos y algunos están peor. Pero por favor pase y siéntese por acá y llene este formulario si es tan amable luego regreso por él. 

La señora lo tomó y de nuevo no dio ni las gracias. Mientras ella llenaba su formulario se escuchó una algarabía y la gente se abalanzó contra alguien en el lugar, menos ella, quien siguió con su encuesta medica, luego de que la llenó, esperó con la tablilla en sus piernas y se dedicó a observar el lugar y escuchó a los pacientes que eran sus vecinos.

_Qué gran medico ¿verdad usted?
_Si, muy bueno y que guapo ¿no?
_Deje eso; dicen que es el dueño de esto y que él es quien dona las cirugías.
_Oiga y ¿él hará nuestra cirugía?
_Pues la verdad no sé, mire ahí viene la seño Lilly.
_¿Ya terminó señora?
_Si, aquí está. 
_Gracias, yo le aviso entonces para cuando la evalúen para su cirugía.
_Esta bien, acá espero.  Dijo la señora, pero nunca dio las gracias
disculpe Lilly
_¿Si diga doña Pachita? Le dijo Lilly a una paciente de hace varios días llegando.
_Mire, ¿y el doctoro opera o son practicantes? 
_No, él opera, pero sus pacientes son elegidos por él, sino son elegidos por él, los operan otros médicos, muy buenos tambien y claro supervisados por él.

Pasaría una media hora, cuando apareció en el salón de nuevo el cirujano benefactor y con mucha amabilidad les habló a los pacientes, la mujer solo alcanzó a escuchar lo que él medico dijo.

Pasaron como quince días después de que la señora amargada llegara por vez primera a la clínica, cuando por fin le tocó su cirugía; esta vez la acompañó su hija y tambien fue atendida por Lilly quien la condujo hasta su cuarto, antes de su cirugía programada para el día siguiente.

_¡Seño Lilly? Dijo la hija de la madre amargada.
_¿Quien operará a mi madre, el medico famoso u otro medico?
_Si, será otro medico, los elegidos por el Dr. Diaz Lara están en aquella sala. A propósito mire ahí viene el Dr. ¿porque no habla con él?
_Gracias seño Lilly.
_Dr. Díaz Lara, ¿puede atenderme? Dijo la hija de la mujer.
_Claro, diga ¿en que le puedo servir?
_Me dice la seño Lilly que usted no podrá operar a mi señora madre.
_Lamentablemente no, pero los médicos que atienden acá son muy buenos.
_Pero ninguno como usted. Dijo la hija de la señora maleducada a consecuencia de su desgracia.
_Gracias señorita, muy amable, con permiso.
_Disculpe Dr. Diaz no puede darle ánimos a mi madre y a la vez revisarla.
_Claro, con mucho gusto. Dijo el Dr. muy amablemente.
_Buenos días doña... leyó el nombre en los papeles al pie de la cama... Zoila, ¿cómo se encuentra? 

Cuando quiso Zoila responder ya no pudo, pues sus recuerdos la llevaron a unas semanas atrás, cuando un señor elegante se acercó a ella para preguntar que le había sucedido; ella simplemente lloró. 

_¿Qué te pasa mamita? Dijo la hija, pero el Dr. Diaz le pidió a la señorita, hija de Zoila. 
_Déjela, que se desahogue, hoy la vida le dio una gran lección. ¿Veo que me recuerda Zoila?

La conversación no pasó de ahí y la hija nunca supo que pasaba en ese instante.
Al día siguiente, cuando Zoila estaba en el quirófano, el medico anestesista, el Dr. Walter Orantes le dijo a Zoila. 

_Por favor doña Zoila, respire profundamente y cuente del 10 al 1 Si Dr. gracias dijo Zoila por lo menos ahora daba las gracias.
Cuando ella empezó a contar: Diez, nueve... vio que su cirujano era el Dr. Diaz Lara. Ella sonrió y con la vista ella dio las gracias al Dr. quien respondió mentalmente: De nada Zoila.
Cuando terminó la cirugía, Ligia la hija de Zoila, esperaba en la sala de espera y al ver llegar al Dr. Diaz, ella se sorprendió pues se encontraba sola en esa sala.

_Hola hija, la operación de tu madre fue exitosa, quedo como reina de belleza.
_¿Usted la operó Dr.? ¿pero yo sabía que usted operaba solo a personas especialmente elegidas por usted? 
_Asi es y tu mami fue una de mis elecciones hace un tiempo atrás.
 _¿En serio? Pero, yo no sabía nada; bueno, no importa, ¡muchas gracias Dr. Dios se lo pague!
_¡Amén hija, amén! 

Dijo el Dr. Diaz Lara mientras se retiraba. 


                                     El Fin 













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