lunes, 27 de junio de 2016

La Casa Grande: El ChinPul


Lalito se encontraba en la esquina de su casa junto a sus hermanos mayores y unos amigos de ellos, serían en aquella época unos incontrolables adolescentes y entre ellos, un niño como de seis años. Ellos hablando de sus conquistas y fumando como todos unos señores de la alta sociedad, esperando que por ahí pasará alguna de las chicas que vivían en el vecindario y como nosotros, mis hermanos y yo eramos nuevos, las chicas del sector tambien lo eran para ellos; mis hermanos y sus antiguos amigos del lugar en donde antes vivimos, quienes llegaron aquella tarde a visitar, pero no era visita social, más bien era en solidaridad por la amistad y tambien curiosidad por conocer a más de alguna hermosa fémina adolescente de los alrededores. 
Dante, dijo.

_ Ya es tarde ¿qué tal si vamos al cine? 

El resto estuvo de acuerdo, mi hermano mayor opinó que estaba bien, pero que debía de regresar a Lalito a casa, a lo que su otro hermano le dijo. 
_ ¿Por qué no lo llevamos con nosotros, así conoce una sala de cine? Lalito con el seño fruncido pregunto a sus hermanos.
_ ¿Qué es una sala de cine?
_ Ya ves, ¡a eso me refiero!
_ ¡Sí, llevémoslo! Dijo Conejo muy convencido, otro adolescente del grupo. pero el hermano mayor de Lalito seguía inseguro de que fuera buena idea.

_ Pero Lalito solo tiene 6 ¿cómo lo entraremos? 
_ ¡De eso me encargo yo! Dijo el bandido del Conejo.

Y se dirigieron a la sala de cine que quedaba como a cinco cuadras de donde nos encontrábamos del famoso cine: El ChinPul.

Ya en el lugar y con las entradas en las manos, seguía el problema de Lalito. 

- Y, ahora genio, ¿cómo entrarás a Lalito? Pregunto molesto mi hermano mayor.

_ ¡Observen al maestro! Dijo Conejo y se dirigió con el que recibía los boletos, hablo con él un para de minutos y entonces hizo la señal para que se acercaran y cuando sintieron ya estaban adentro del cine.

Se acomodaron en la galería, al otro lado de la luneta solo había una pareja y muy acaramelados. 
Luego de mas menos cinco minutos de espera se apagaron las luces, esto asustó a Lalito y mucho más cuando luego de apagarse las luces y quedar todo a oscuras se escuchó una desabarrancada, cómo si un alud hubiera ido a dar a la sala del cine; cómo si al lado mío hubieran pasado una estampida de caballos, aquello fue un tremendo relajo y entre el relajo Lalito fue cogido por Conejo entre sus brazos, el relajo fue tal, que hasta las luces del cine encendieron y al estar de nuevo la sala iluminada, la galería estaba completamente vacía -solo un grillo en una de las incómodas bancas, que al darse por aludido salto y se perdió- y la luneta repleta. 
Sí, efectivamente, como a la luneta solo la separaba de la galería un corral parecido al utilizado para los bebes, todos pagaban galería y al apagar las luces se abalanzaban como engendros endemoniados hacía las sillas mas cómodas de la luneta y Lalito hizo ese viaje en los brazos del Conejo. 
Aquello era un cementerio en cuanto al silencio y el hacerse todos los locos, me refiero a la ilustre audiencia, que al proyeccionista no le quedó de otra, más que apagar de nuevo las luces de la sala y encender el proyector y, las imágenes aparecieron sobre una enorme tela pegada en la pared del fondo. 
Lalito quedó boquiabierto al ver a tremenda tele al frente suyo y mucho más, cuando escuchó el sonido. 
De una la película dio inició; era una película en blanco y negro, del extinto y muy bueno cine Mexicano. 

No llevaría ni cinco minutos la película, quiza solo habían pasado los créditos de los artistas y el director de dicha producción, cuando uno de los asistentes al cine y que estuvo seguramente en la galería, pues no creo el chico con su novia pudiera ser, ellos siempre permanecieron pegados de sus boca. Se escuchó el sonido del más escandaloso pedo que jamás haya escuchado Lalito, que hasta dio un brinco. En el momento justo que termino de salir el aire de quien seguramente quedo flaco después de tirarse el gas, obtuvo lo que deseaba, la respuesta del respetable y culto publico...

_ ¡Culo de trompeta desafinada!
_ ¡Tu madre! ¡hijueputa! Respondio el que el pedo se tiró.
_ ¡Seguramente te cagaste cerote! Dijo otro.
_ ¡En tu boca metiche! respondió el del gas.

Y así por un buen rato, no pasaron más que otros cinco minutos, cuando se escuchó otro, pero este más amplificado; el respetable reaccionó, siendo el primero en protestar quien primero se descoció.

_ ¡Ese no fui yo! ¡cerotes!
_ ¡Por supuesto que no cerote! ¡el mio es un culo virgen!
_ ¡Virgen la más vieja de tu casa! ¡hijueputa! Dijo el aludido.
_ ¡La más vieja de mi casa es tu madre! ¡cerote!
_ ¡Ese culo no tubo madre, por eso es tan gritón el cerote! Dijo otro, por el otro extremo.
_ ¡Si tuvo! ¡y es la tuya, chute cerote!

Todo regresó a la calma, cuando Lalito dio otro brinco, pues el bandido del Conejo le dio libertad a su trasero y de este sonó tremendo pedo y la hediondez  se dejó sentir en toda la luneta.

_ ¡Puta vos, mi pedo olía delicioso, pero el tuyo, huele como si tu culo fuera cementerio y de él salieran todos los muertos ya podridos!
_ ¡Ah cerote! hasta me ardieron los ojos. Dijo otro, quien sabe y fue uno de los amigos del Conejo.
_ ¡Disfruten hijos de puta, que ese solo fue una probadita! 
Y dejo salir una chorrera, como que iban los pedos tomados de la mano; como si fuera una motocicleta en plena cuesta y se armó la de nunca acabar.

_ ¡Coche cerote, ya llenaste de mierda toda la sala!
_ ¡Disfruta hijueputa! ¡pues de estos nunca más vas a poder volver a oler!
_ ¡Que los huela tu madre cabrón!
_ ¡Mejor vení y pone tu nariz que tengo ganas de tirarme otro! 

Respondió el Conejo y el pobre de Lalito tapándose la nariz y la boca, sintiendo hasta nauseas. El tal Conejo quiza comió frijoles parados con ajo y chicharrones pasados, porque en la sala la hediondez era como si un zorrillo hubiera entrado de contrabando. 

Cuando pasaron los gases, que fueron muchos más y la calma regresó  y además nuestras narices se acostumbraron al hedor; otro culto espectador extrajo de su chaqueta unos cohetes, que seguro le sobraron de la pasada navidad y los encendió; la sala se iluminaba a cada pepitazo, aquello era como si estuviéramos en medio de una batalla campal entre Americanos y Alemanes.
Esto terminó con la función, pues junto a los cohetillos tronando, la guerra de asientos dio inicio y entonces las luces se prendieron y de la sala todos salieron huyendo; mientras que Lalito iba en los brazos del Conejo quien nunca lo abandonó, ni lo desamparó, Lalito se dio cuenta de que los únicos que en la sala se quedaron y ahí permanecieron, quiza sin darse cuenta de lo que aconteció, era la pareja que si pago boletos por la luneta y aún permanecían de la boca pegados.

Despues de seguir  afuera del cine sacándose la madre los cultos que acudieron a la función y mientras se retiraba en grupos, nosotros caminamos con rumbo a mi Casa Grande. 

Una vez ahí, mi madre estaba en la puerta de la calle muy apenada tratando de encontrarme con mis hermanos.

_ ¡Buenas doña Blanquita! Dijo el Dante y después tambien lo dijo el Conejo, los hermanos de Lalito se despidieron de sus amigos y entraron juntos todos a la casa, la madre de los tres preguntó.

_ ¿De dónde vienen con Lalito? ¡ya es tarde!

Lalito se adelantó a responder a su madre ya sin pena; mientras caminaban hacia el dormitorio.

_ ¡Fuimos al cine mami! ¡era una telota! 
_ ¿Así? y ¿cómo entraste a una función que no es para niños?
_ ¡Buenas noches madre! Dijeron los mayores y besaron a doña Blanquita.
_ ¡Momento! ¡quiero  explicaciones! 

Pero estas no llegaron de sus hijos adolescentes quienes como arte de magia desaparecieron.

_ ¡Fue el Conejo, mami! ¡quien me entró! ¡fue emocionante! 
_ ¿Si mi´jo, por qué fue emocionante?
_ ¡Sí mami! ¡fue muy emocionante cuando se empezaron a tirar unos pedotes que como yedían y después unos cohetes y las sillas tambien volaron por los aires! 
_ ¡Un momento! ¿a qué cine te llevaron estos bándalos?
_ ¿Creo que se llama: El ChinPul? Dijo Lalito muy orgulloso.
_ ¡El ChinPul? ¿qué cine es ese? Dijo la señora muy molesta, dirigiéndose a donde estaban los perpetradores. 

_ A ver, jovencitos, ¿qué cine es ese Chin... no se que jodidos? ¡jamas lo he oído!
_ Así le dicen madre. Dijo uno de los hermanos de Lalito. 
_ Por ese nombre es que todos lo conocen madre. Dijo el otro.
_ Y ¿quien jodidos le pondría ese nombre a un cine? a ver ¿qué diablos significa? ¡me lo dicen yá! 

Ordenó la madre con las manos en la cintura señal de que si en el cine no los penquearon, ahí si serían trancaseados.
_ ¡Tranquila madre! le dicen así porque ese cine tiene pulgas y tambien chinches. Dijo el otro. 

Ambos carcajeándose y Lalito simplemente viendo, esperando la reacción de la madre quien tambien rompió en risas.

_ ¡Vamos a dormir Lalito! y ustedes dos, esta platica no ha terminado, mañana seguiremos con el tema. ¡Dios los bendiga...! ¡ChinPul! ¡jajaja! 
_ Que ocurrencias. 

Decía la madre de los adolescentes, mientras caminaba con Lalito a la cama; no sin antes irle revisando la cabeza a Lalito; por aquello de las dudas. 





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