domingo, 17 de julio de 2016

Abrázame (las canciones de mi vida)


Esa tarde acudí a tu cita, justo en un lugar del Cerrito del Carmen, uno que tantas veces nos vio amándonos desde hace tiempo atrás, llegué temprano, ilusionado, como siempre me senté en el lugar de costumbre y mis pensamientos me ilustraron tantas cosas bellas que juntos vivimos en este lugar. 

El lugar se oscureció y un frío a mi alma invadió, entró con mi respiración y de lo que la arboleda dejaba ver, el cielo se oscureció, no con nubes de lluvia sino de esas grises que traen tanto frío.    Cuando bajé la mirada, a lo lejos una silueta se acercaba, eras tú, mi corazón se agitó como si fuera nuestra primera cita, pero eran miles ya; casualmente ambos vestíamos colores oscuros y la tarde fría que junto a los árboles hacían el escenario mucho más lúgubre. 

Por fin, parada frente a mí, a unos pocos centímetros de mí, quise como siempre besarte pero tú colocaste tus tersas y suaves manos sobre mi pecho, seguro sentiste a mi corazón agitarse. Nadie, ni tú ni yo dijo nada, simplemente nos vimos a los ojos y tu mirada me hizo comprender que esta era nuestra última cita, tu mirada me anunciaba que te irías y más cuando en tus ojos castaños se empezaron a llenar de aquella lluvia que azota los cristales de mi hogar cuando llueve recio y luego de esos grandes y expresivos ojos que tanto amo y muchas veces a besos los 
cerré de sus lagrimales brotaron dos gotas de agua que llegaron de tu alma y resbalaron por tus mejías rosadas, esas que llevarán siempre mi sabor, mi aliento. 

Yo tomé tu rostro con mis manos temblorosas y mientras la acaricié, sentía lo suave de tu piel, mientras que con mis dedos gordos detuve que tus sentimientos se perdieran y mezclaran con el infame y sucio suelo, pero tus lagrimas no cesaban, detrás de una otra; mi mano se llenó de tantas valiosas perlas que en ellas por mis poros entraron hasta llegar a mi alma donde las guardaré. 

Ella seguía como yo, viéndome fijamente, entonces sus manos se deslizaron por mi pecho hasta colocarse por detrás de mi cuello y su rostro se resguardó entre mi pecho y cuello, mi corazón te consoló, pues aun seguíamos sin poder hablar, sentí como nuestros cuerpos se hicieron uno solo en un abrazo interminable, un abrazo como el primero. 

Mientras permanecimos así, yo empece a recordar cuando un día hace tiempo ya, cuando eramos aun niños me empezaste a amar y yo te di mi vida y ahora te vas. Si tu te vas, te olvidarás que un día hace tiempo ya, siendo aun niños me empezaste a amar y hoy te vas; si tu te vas ya nada será nuestro tu te llevas en un solo momento una eternidad y yo me quedaré sin nada si te vas. Entonces dije: 

_  ¡Abrázame! Y no me digas nada solo abrázame, quédate a mi pegada sintiendo a nuestros corazones hablar, despedirse y aunque no quiero que te vayas sé muy bien, que tu te irás... 
_ ¡Abrázame! Cómo aquella primera vez, como si me quisieras hoy igual que ayer cuando éramos un par de niños y te empecé a querer y te enseñé a quererme... 
_ Sé que si te vas, me quedará el silencio para conversar, la sombra de tu cuerpo y mi soledad serán mis únicas compañeras... 
_ Si me dejas, contigo se ira todo ese tiempo, mi mejor edad, pero te seguiré queriendo y esperando a que un día vuelvas si hoy de mi te vas.

Ella no dijo nada, solo mi cuerpo apretó como nunca antes lo hizo, yo sentí que esa era su respuesta y que se iría, sin yo saber la razón. 
_ ¿Será que alguien había llegado a entrometerse entre nosotros y nuestro gran amor? 
Luego de ese fuerte y poderoso abrazo que solo lo puede dar alguien que ama tanto te apartaste de mi y de nuevo nuestras miradas se encontraron y mudos de nuevo nos dijimos adiós. 
Tus lagrimas seguían brotando y ahora de los míos tambien, sabía que perdía al amor de toda una vida, mi mejor edad, mi mejor recuerdo, mi más grande amor. 

Mis manos tomaron a las suyas y ella poco a poco sin dejar de verme y aun llorando se fue alejando hasta que nuestros brazos ya no dieron más, mis dedos tocaban los tuyos como la pintura de la Capilla Sixtina, eso sentí. 
Un par de pasos más y diste la vuelta y en mi estómago un enorme vacío y mi corazón que se me salía no podía contenerlo adentro de mi pecho. 

Te vi caminar muy lentamente como deseando que te detuviera, pero yo sabía muy bien que te irías, que te perdería y mi cuerpo, uno sin alma ya no me respondía. Yo aun con mis brazos extendidos deseando abrazarte y besarte como tantas veces, pero en el lugar solo sombras y silencio, una tremenda soledad, la que de ahora en adelante seguro sería mi compañera. 
La imagen que vi llegar ahora la veía alejarse y entonces cuando estabas siendo abrazada por aquella fría oscuridad ya sin esperanzas di la vuelta, resignado y con pasos lerdos casi arrastrados y mi cabeza viendo hacía el suelo empecé a caminar con un profundo dolor en mi cuerpo, mi corazón y mi alma. 

Habría caminado, quiza unos pocos pasos...

_ ¡¡Julio!!





Historia inspirada en la canción: Abrázame, de: I. Ferro y J. Iglesias.
Historia de: I. Ferro, J. iglesias y S. Raga.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario