jueves, 21 de julio de 2016

Anatomía de un amor


Una mariposa que recien nacía, salía de su crisálida, 
al salir escuchó que en el lugar había una revolución 
y miles de ellas volaban como locas por todos lados, 
casi se golpeaban entre ellas, mientras otras 
se daban contra las paredes que las contenían. 
La recien llegada extendió sus alas y entonces 
luego movió sus antenas y le preguntó a quien a su lado 
estaba lista para echarse a volar, a unirse a la algarabía 
de sus compañeras.

_ ¡Vaya, por fin! creí que volvería a ser un desagradable gusano 
ya estaba entumida.
_ ¿Si? Pues bienvenida, yo ya me aburría tanto que pensaba 
iba a morir, pero gracias a Dios por fin se dió. 
Ha pasado tanto tiempo desde la última vez, que creí no volvería 
a disfrutar de esta maravillosa fiesta.
_ ¿Vienes y te unes o te quedarás ahí observando? Le pregunto 
a la recién llegada.
_ ¡No! ¡vamos a disfrutar, no sea y me pase lo mismo que a ti!

Y ambas se hicieron a volar y felices chocaban entre sus amigas 
aquello era una fiesta tremenda y había que aprovecharla 
pues, había pasado tanto tiempo que no volaban así 
y mucho menos se divertían que había que aprovechar, 
el alboroto era increíble, los gritos eran tales que parecían 
unas mariposas embriagadas.

En eso apareció un chico dando vuelta por la esquina y eso 
las alborotó aun mucho más, ahora aquello era peor, 
él se acercaba con su andar de chico malo pero tierno a la vez 
y mientras lo hacía, él sonreía, creo sentía lo mismo 
que la chica que lo esperaba. 
Despues de unos pocos minutos, él se acercó hasta la chica y la besó, 
ella se colgó de su cuello y ambos disfrutaron de delicioso 
y ansiado beso.
En ese preciso momento, las mariposas, todas cayeron al suelo 
y en su lugar, donde antes volaban como desquiciadas, 
tremendo vacío quedó, uno que pronto desapareció. 
Las mariposas, todas quedaron rendidas, como si se tratará 
del amanecer del día siguiente de tremenda orgía.

Mientras ellas desfallecían y dormían; de algún lugar salieron 
miles de hormigas, las cuales invadieron la piel de la joven; 
mientras estas desfilaban sobre su piel, se iba erizando 
y de cada piquete que le daban a la piel de la chica 
le iban produciendo un tremendo pero rico calor, 
su piel se incendió que hasta el chico sintió el cálido calor, 
la deliciosa temperatura que expelía cada poro de su piel. 

El calor que provocaron las hormigas en toda la piel de la chica 
quien aun seguía besando a su nuevo novio, 
se sintió en su interior, desde muy adentro de su corazón 
que no hubo de otra, más que dejarlos salir y abrieron 
las caballerizas y tambien los corrales y de allí salieron en tropel 
miles de bellos caballos, los cuales recorrieron todo su cuerpo, 
pues su galope y los golpes de sus cascos levantaban su pecho 
y su eco se hacia escuchar y sentir por cada parte de su piel. 

El beso era delicioso y ya se estaba aguando en toda la cavidad 
de de sus bocas, en ambos se sentía la tremenda humedad 
y pasaba que los diques no aguantaron y se rompieron e inundaron 
con sus líquidos dicha parte que permanecía pegada una del otro 
intercambiándose aquellos líquidos para no perecer ahogados. 
Sus lenguas, nadaban entre la inundación para mantenerse a flote 
pero faltaba algo en ese lugar; fue cuando la chica sintió 
que sus piernas se aguadaron y que ya no la sostendrían más, 
que el chico al darse cuenta la sostuvo por la cintura 
para que ella no cayera al suelo por tantas emociones en su cuerpo. 
Pero en ese instante, ellos sintieron que a sus bocas llegó un rico sabor, 
un sabor azucarado, un sabor a rica miel. 

Pues claro, el azúcar que había en las venas de la chica 
toda se concentró en su boca para lograr así desaguar lo inundado 
y al carecer de azúcar en sus venas, casi se desvaneció, 
pero, más sin embargo, por ni un segundo ella y él pensaron 
en separarse y dejar de besarse; a pesar de todas aquellas sensaciones 
que la anatomía del amor le hace a un cuerpo de chicos enamorados 
quienes por meses se han deseado, que prefieren morir que dejar de amarse.


                                            El Fin

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