jueves, 4 de agosto de 2016

HOPE


En un tiempo yo vivía con la esperanza, sí, muy esperanzado de amar y ser amado, correspondido diría yo, y luego que la vi entendí lo que significa esa palabra: Esperanza. 
Deseé construir algo hermoso con ella, algo duradero, algo que me acompañara hasta mi vejez y lo pensé en serio, pues cuando esto inició era aún muy joven e inexperto, pero con esperanzas mil. Así que no lo pensé más y detrás de ella, siempre cortejando a quien me daba toda la ilusión de ser un abnegado y eterno enamorado del amor y por supuesto de ella, la mujer que mi corazón eligió, porque cuando la vio se enamoró y las esperanzas abrigó en ese amor y en esa chica, quien era de lo más normal, pero que para mi corazón lo era todo; amor, deseo, amistad, ilusión y sobre todo: Esperanza. 
_ ¡Hola! Le dije un día, ella de reojo me vio y solamente sonrió, me dije. 
_ No le desagrado. Mis esperanzas se fueron a mil, entonces yo aun ahí parado simplemente observándola y en mi mente creando miles de historias de amor; a lo Romeo y Julieta, a lo Sherk y Fióna, historias como las que todos deseamos vivir un día, que cuando regresé en mi, ya no estabas a mi vista, sonreí y dije. 
_ Ya la hallaré. Y entonces nada me atará ni detendrá y mi amistad empezaré por entregarle, creo que eso nos dará la esperanza de que un día, esa amistad, cómo el switch de mi casa que al moverlo ahuyenta la oscuridad de mi habitación; ella tambien iluminé la mía, me refiero a mi vida. 
Esperé por largo rato, pero aquel día ya no hubo suerte y no volvió y aunque conocía su casa de habitación, entendí que no debía acecharla, pues con eso solo conseguiría asustarla y entonces mis esperanzas de conquistarla desaparecerían y perdería a mi amiga y futuro amor de mi vida. 
Al día siguiente, cuando me desperezaba en mi habitación con la esperanza de hoy verla o encontrarla en mi camino, cuando vi por mi ventana ella por ahí pasaba y de reojo seguro me vio y simplemente al verme desperezándome, ella sonrió, yo dije en mis adentros; hay esperanzas. 
Me apresuré, me vestí y salí a la calle, mi madre me dijo: - ¡Hijo...! Pero no le preste atención y por la calle con entereza caminé a paso redoblado en busca de mi amada esperanza, me detuve en la esquina de mi cuadra y escuché que me gritaban. 
_ ¡Hoy es el día de San Andrés! Y yo, pensaba que me importa, pero en eso recordé que mi madre algo dijo y no puse atención, cuando mi reflejo en la ventana de una vecina vi y heme ahí; con la camisa al revés, pero eso no tiene importancia alguna, lo que era vergonzante, era que la bragueta de mis viejos jeens me quedaron en las nalgas, me sonrojé y corriendo a mi casa de habitación regresé. 
Al entrar mi madre con los brazos cruzados y tremenda sonrisa en su bella boca, me dijo y esta vez si la escuche mientras me dirigía a mi cuarto a enderezar lo que llevaba torcido, bueno al revés, ella me dijo: 
_ Hijo, ¡núnca pierdas las esperanzas!, yo dije: - Eso nunca ma´. 
Otro día que se me escapó pero yo no perdía las esperanzas y al  día siguiente me levante temprano y esta vez bien que me fije que todo estaba correcto, lo digo por mi atuendo, desayuné y con las esperanzas al máximo, salí a la calle me paré en mi jardín y una Rosa estaba abriéndose y justo frente a mis ojos, la vi y me enamoró ver como aquella bella Rosa iniciaba su vida y tambien su día, ver tan majestuoso espectáculo me dio muchas más esperanzas, me dije. _ Esto es augurio de que hoy será. 
Lo que nunca supe, es que mientras observaba algo que nunca más en la vida pude volver a ver, me refiero a la Rosa, mi madre me dijo. 
_ Hijo, ¿no te fijaste quien acaba de pasar y de reojo te vio y tambien sonrió? 
_ ¿No me digas que...? 
_ ¡Sí! 
Entonces salí de mi casa de habitación, mientras cerraba la puerta le pregunté a mi madre.
_ ¿Se fue por aquí? Ella, mi madre, dijo: - ¡Sí!, y por ahí caminé, lo hacia como si nada, pero con la esperanza puesta en que pronto nos encontraríamos y esta vez con aquella bella Rosa en mi mano, la cual seguía viva y sonriéndome, pues era joven como yo, de glamoroso color rojo, le dije: - Eres como la pasión, esa que siento por Ella. Bueno, además de un bello amor, tú le recordarás de mi amor cada mañana ¿verdad? La Rosa a su manera me sonrió, tengo la esperanza de que algo me dijo, pero como no conozco el idioma de las plantas no se que dijo, pero esperanzado estoy de que fue algo hermoso de repetir. 
Por más que busqué, no la encontré, le dije a mi bella Rosa roja: - Otro día será ¿verdad?

Despues de varias semanas en las mismas y asombrado de que la Rosa seguía adornando la sala de mi casa, eso me dio muchas más esperanzas, seguro la Rosa quien sabía de mis sueños y esperanzas por ello no moría, pues ella deseaba ser el puente de nuestro amor, que primero tendría que ser una simple amistad. 
_ Bueno. Dije, ya ha pasado mucho tiempo y si no me pongo las pilas no lograré hacer realidad mis metas, eso me dije, eso me dio valor y mis esperanzas acrecentó, que luego de repetir mis palabras me dirigí a su casa de habitación, por varias calles iba ilusionado con dirección a su casa de habitación, serían como las seis de la tarde, las sombras languidecían, pero yo iba con paso seguro y repitiéndome en mi mente todo lo que le diría; desde como la abordaría, hasta como le entregaría, primero mi amistad y un par de días después, le declararía mi amor; eso era un plan infalible, al menos era la esperanza que mi corazón y yo teníamos y para ese acontecimiento, mi glamorosa Rosa roja  me acompañaría, pues estoica permanecía radiante a media sala. 
Por fin llegué a un lugar en donde me detuve, probé mi aliento, me arreglé mi melena, me santigüe, pues a la vuelta de esa esquina quedaba su casa de habitación. Cuando di el paso y quede expuesto, algo de golpe me detuvo e hizo que retrocediera; ella, si ella, el amor de mi vida en brazos de su nuevo amor, ella logró verme cuando estaba en brazos de otro y me sonrió  y con su mano me saludó, seguro en ese instante todas mis esperanzas las perdí, mi corazón si que lloró al igual que yo, regresamos a nuestra casa de habitación y a mi habitación sin cenar me dirigí.
Esa noche me costo dormir, pero al fin, ya de madrugada lo conseguí, mientras me dormía la desesperanza se apoderó de mí, pues mi corazón, quien más sufrió seguía en pleno llanto. 
Al otro día me levante algo tarde, salí de mi cuarto y abajo mi madre regando mi bella flor.
_ ¿Vas a desayunar? Me preguntó, yo dije; que no y me dirigí hasta la puerta, pero mi madre al verme así me dijo: - Hijo ¡núnca pierdas las esperanzas, Dios tiene un plan para ti, ya verás que será mucho mejor del que vienes esperanzado! 
Regresé y mi madre con mucho amor abracé y al hacerlo creo escuché a mí Rosa, que increíble, pero seguía con vida, me dijo: ¡Esperanza! Sí, eso escuché y eso que desconozco su idioma, eso fue mágico, la tomé entre mis manos y sus espinas no me causaban daño, cuando la quise regresar a su recipiente, ella me enterró una espina y comprendí que seguro deseaba salir conmigo, pues, ¿quien sabe como me vio? que pensaría. ¡pobre amigo debo acompañarlo y darle fuerzas y esperanzas miles! 
Salí con ella en mi mano y efectivamente frente a mí, la chica que siempre busqué, ella se detuvo y me dijo. 
_ Bella rosa, ¿pensabas obsequiármela? 
_ ¡No! - Le dije - es para alguien especial, ella sonrió y me dijo: _ ¡Hasta pronto amigo!, yo sonreí porque el primer paso ya estaba dado, ahora eramos amigos, a mi Rosa con ilusión vi y le sonreí, le di las gracias, pero ella me dijo.
_ ¡No, ella no! 
Yo quedé sorprendido, pues esa Rosa sabía mucho, me senté en la banqueta y mientras la observaba con mucha admiración y no por aun tener vida, mucho menos por ser mi consejera sentimental no, simplemente por que teníamos una bella amistad y eso si que da esperanzas ¿no? Pensando esto estaba cuando alguien dijo. 

_ ¡Que romántico! un chico con flor en mamo, dichosa la chica que reciba a tan bella Rosa. Levante mi  vista y frente a mí, un ángel, pero no esos que viven en el cielo si no una chica que no le deseaba nada a esos emplumados de los cielos, yo seguía mudo y ella seguía parada frente a mí, hasta que mi rosa me pinchó de nuevo la mano; yo asombrado la vi y entendí, extendí mi mano y le dije. 
_ Es para ti, claro si la aceptas. 
La chica emocionada la recibió y a mi lado se sentó y me dijo. 
_ Soy nueva en el vecindario y verte con bella flor entre las manos me dijo; ese chico tiene algo especial y además me dije; quiero ser su amiga, ¿qué me dices? Yo, asombrado le respondí. 
_ ¡Claro que si! y después de confiarle mi Rosa le extendí mi mano como muestra del inicio de nuestra amistad y luego le dije. 
_ Mucho gusto amiga, me llamo Sergio.
Y ella sonrío dulcemente y con mi rosa en sus manos me dio la de ella y me dijo. 
_ Mucho gusto, yo me llamo Esperanza. 
Y sonreí, ella pregunto por qué reía y le conté desesperanzada aventura. 

Hoy, después de casi cincuenta años junto con mi Esperanza aun reímos cuando hablamos de cómo nos conocimos. Y en nuestro hogar, nuestros hijos que cada domingo vienen y la alegría de mis nietos jodiendo por toda la casa; y en el centro de mi mesa del comedor, adornando mi mesa y a mi casa de habitación... ¡Sí! increíble, pero sigue con vida y eso me da esperanzas, mi Rosa, la que vi una mañana nacer ante mis ojos; ahí sigue, linda, roja como la pasión que nos ha unido a Esperanza y a mí por casi cincuenta años y eso, si que ne da esperanzas de que nunca nuestra amistad y nuestro amor tendrá un final. 

Así que, tengan esperanzas y quien sabe, un día se encuentren con la maravilla de la esperanza. 






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