lunes, 1 de agosto de 2016

Mi sinceridad puso vanidad en ti


¡Ya esta amaneciendo! 

Esto repetía muy emocionado, pero muy quedito, para no despertarla de su sueño matutino, por el contrario, él ansioso, pero paciente esperaba a que sonará el despertador para así poder ver a majestuosa mujer. Mujer de la que vivía enamorado. 

Luego de varios minutos muy paciente, pero a cada tic tac esto lo emocionaba más y más. Por fin la espera terminó y el reloj timbró, la chica se despertó y con su bella mano desactivo el ruidoso reloj, quien la observaba desde los primeros rayos solares se hizo el desentendido pues, ya conocía su rutina, ella se quedó un par de minutos más, aun en su cama desperezándose, estirándose y para que le fuera más sencilla su rutina, sus sábanas hizo de lado. 

Ella, acostumbraba a dormir completamente desnuda y sobre la enorme cama ahí quedó tan bello ejemplar femenino, completamente como Dios la trajo al mundo, quien la esperaba por más que quiso evitar verla y no ser con ello descubierto, no pudo evitarlo y se dejó vencer y su mirada hacia bello cuerpo sin miedo, ni vergüenza, mucho menos recato, la vio y como cada mañana de ella más se enamoró. 
Al cabo de unos cinco minutos y de estirón y bostezo, la chica de su cama se levantó y con andar felino o con andar de modelo sobre pasarela hasta el baño se dirigió, dejando ver su espalda y demás atributos a quien con lujuria y admiración la veía andar con rumbo a la ducha. 

- De su cuerpo, ni hablar, pues no es Erotismo Light, pero se la podrán imaginar -. 

Se escuchó caer el agua, las gotas de agua cristalina se apoderaron de tan bello y voluptuoso cuerpo, un cuerpo tan perfecto que más tarde sería admirado por las calles y hasta en la oficina, pues su vanidad de mujer hermosa se lo dejó ver su espejo. Ella, ahí vio por que tanto la piropeaban y la deseaban. 

Quien la miraba, seguía embelesado, observando como suavemente se pasaba el estropajo sobre su suave y dorada piel, las gotas cristalinas se oponían a alejarse de hermosa y brillante piel. 
Al caer y por la tubería viajar con su olor y jabón, mientras viajaban, iban por ella pensando y deseando en que el ciclo del agua se hiciera lo más pronto para a la ducha volver; pero eso no pudo ser, debido al clima tan pendejo con el que ahora nos toca vivir, pero con tal ilusión así viajaban las gotas cristalinas por los drenajes. 

Pero, regresando al apartamento de la chica y a quien seguía observando, ella, cerró la llave de la ducha y alguna gota se aventuró y por suerte cayó muy cerca de una de sus redondas y deseadas nalgas, mientras ella caminaba retornando al cuarto, se iba secando, se sobaba los senos y por debajo de ellos, tambien sobaba su aplanado dorso; se detuvo un momento ante quien puso vanidad en ella, su viejo y enorme espejo, luego de dar un par de vueltas para no encontrar una lonjita en ella, siguió hasta la cama, en donde subió su pierna y seco desde sus bellos dedos de los pies, ascendiendo por sus largas y bellas piernas hasta limpiar su intimidad; luego lo hizo con la otra y al terminar limpió sus redondas nalgas, siguió con sus brazos y por último, envolvió su cabellera con la toalla. 

Mientras ella secaba su cabellera, caminó hasta su cómoda y extrajo miles de cremas, una para cada parte de su cuerpo, al terminar con las cremas, colocó desodorante en sus axilas y otro lugar más intimo, se sentó y aun desnuda colocó pintura en las uñas de sus pies, luego lo hizo en las de sus manos y mientras soplaba sus manos para un rápido secado, quien la observaba no decía nada, simplemente se disfrutaba a la bella mujer, a pesar de estar en la misma habitación con ella.
Ella volteaba hacia él y le sonreía, ademas le guiñaba uno de sus ojos. Se levantó y se dirigió a un gaveta de donde extrajo una prenda tan diminuta, la cual se estiró lo suficiente hasta que por fin se acomodo en su cadera, por detrás le entró entre las nalgas que iluminaban el cuarto y allí quedo felizmente atrapado el hilo de diminuta prenda. 
Sin colocarse brasier para lucir su majestuosidad, se metió en delicado vestido y ya sin toalla en su cabellera terminó de secar y acomodar a su liso y acaramelado color de cabellera. 

Ahora quien la observaba desde que ella despertó se le vió que se iluminó cuando ella por fin a él se acercó y se paró frente a quien enamorado la veía y ella le modelo la prenda de vestir, la cual no demeritaba su hermosa figura; frente a él se terminó de pintar su cara y por último, pintó sus sensuales labios, tomó una servilleta y en ella dejó el exceso de pintura. 
Para por fin, antes de abandonar la habitación preguntar.

_ ¿Cómo me veo? Él impaciente, respondió
_ ¡Te ves bonita!, ¿qué digo bonita? ¡te ves hermosa!
_ Eso ya lo sé, pero es bueno escucharlo, gracias mi hermoso. Dijo y acercándose a quien la observaba desde las primeras horas del día, a él lo besó y al despedirlo, le dijo.

_ ¡Gracias mi hermoso espejo! 

Y se fue, al cerrar la puerta, en el cuarto quedó, solitario como todos los días el enorme y viejo espejo, quien vivía enamorado de su bella dama a quien con su sinceridad, le puso vanidad a la bella dama, reflejando a tan bello ser, a bella mujer. Ahí complacido quedó y en el centro de su reflectora luna, pintada una sexy boca con carmín de color rojo.


                                           El Fin


Con dedicatoria especial a tan vanidoso y bello ser, llamado mujer.

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