jueves, 8 de septiembre de 2016

Historias de taxi 3 (Erotismo de Sergio Raga)


Era un sábado, pasaba de media noche y no había logrado un solo pasaje, que decidí mejor retirarme a mi hogar, salí de la zona diez, lugar que siempre fue bueno para levantar pasaje pero por algún motivo hoy no, me encaminé por la Reforma con camino a los Próceres, ahí viré con destino al Trébol, iba fumando un cigarrillo el cual a mis ojos por breve momento irritaron que por su causa no vi que una pareja de chavos me hicieron la parada, los vi por el retrovisor y ellos aún haciendo la señal de parada que detuve mi cucarachita y la orillé, mientras la pareja corría hacia mi taxi. 

_ Buenas noches, casi que no nos ve. 
_ Si perdón, pero iba pensando en mis problemas.
_ ¿Cuanto nos cobra para la Florida? 
_ Suban, les cobraré la mitad de lo normal.
_ ¡Orales pues cuate!

Y entraron, se acomodaron en el asiento de atrás, mientras que yo, como siempre quise iniciar mi platica con ellos, pero el sonido que escuché me dejó callado, los vi por el retrovisor y ambos casi se metían sus lenguas hasta la garganta, yo sonreí y confieso me dio envidia, seguí conduciendo lentamente y encendí mi radio; les coloqué música romántica a lo cual ni se dieron cuenta. 

Seguí con mi cigarrillo y mis pensamientos, cuando el sonido que me llegó de la parte trasera me obligó a ver de nuevo por el retrovisor y esta vez lo que mis ojos vieron me hizo pasar por un hoyo, algo que me dolió mucho, pues recién le cambie los amortiguadores al taxi. 
Los chicos ni enterados, pues la chica le propinaba tremenda sesión oral al chavo, quien miraba al cielo del auto y los sonidos que de la boca de la chica provenían, era para que se le hiciera agua la boca a cualquiera. 
Seguí conduciendo y siempre con la curiosidad, esa que da el morbo, así que de nuevo mis ojos en el retrovisor, ahora el chico le chupaba las tetas, unas grandes y duras, se notaba por los mordiscos que el chavo le daba y se veía como le resbalaban los dientes en esas dos hermosas bolas, la chica empezaba a pujar de placer que retiró al chavo y de nuevo se le prendió en su virilidad, la cual se desaparecía por completo en la boca de ella. 
Al rato de escuchar esos sonidos con mucha hambre de parte de la muchacha por el chico, este le dio un preservativo, el cual ella lo colocó en el lugar idóneo y con sus labios lo terminó de colocar; para ahora, el chico ya no tenía pantalón, la señorita con prisa y antes de que les dijera que llegamos, se bajó su pantalón y también su calzón, se colocó de espaldas al chavo y como cuando meto mi carrito en mi garaje, de retroceso, ella se introdujo lo que su cuerpo y entre pierna deseaban. 

Luego de eso, el chico y ella empezaron el vaivén de los amantes, esta vez la chava gemía de tal manera que tanto el chavo que la cogía como yo, sabíamos que lo disfrutaba. Cuando me di cuenta, estaba virando de la calzada San Juan hacia la Florida, entrando por la séptima avenida, a penas recordaba que me habían dicho que los llevara por la farmacia Betel. 

Cuando estaba a dos cuadras del lugar indicado, escuché, como ella tanto como él morían de placer con unos prolongados gemidos y después quedaron quietos, pero el chavo aun adentro de ella, llegué al lugar solicitado por ellos y de buena onda di la vuelta a la manzana un par de veces en lo que ellos se vestían, cuando estuvieron vestidos, les dije.

_ ¡Servidos jóvenes!
_ Gracias don, aquí tiene, quédese con el vuelto.
_ Al contrario mis chavos, ¡gracias a ustedes!

Se bajaron de mi volkswagen y tomados de la mano se dirigieron a una de las calles aledañas a dicha farmacia, yo quedé en mi auto tan duro como lo estaba hace unos minutos el chavo y con aquellas imágenes aún en mi mente. 
Rechiné mis neumáticos sin importar que se desgastaran y a gran velocidad me dirigí a mi casa. No se ni como metí el carrito al parqueo, pues siempre lo hacía de retroceso, pero para cuando sentí, estaba en mi cuarto acariciando a mi vieja.

_ ¡¿Viejo?! qué duro vienes ¿qué pasó?
_ ¡Cállate vieja y a lo tuyo!  


SergioRaga 08.09.16



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