miércoles, 14 de septiembre de 2016

La Capiusa


 Me dije; hoy no deseo recibir clases me capearé, de pinta me iré, asi que del camión me bajé, vago esa tarde fui, libre me sentí, sonriente por las avenidas de paseo sin preocupación alguna, las vitrinas me invitaban a entrar, pero solo quería mirar y por la esquina descansar, ver a las chicas en minifalda pasar, al verlas caminar mis ojos se salían de mí y detrás de sus esbeltas piernas, ellos se iban, me repetí; este es el mejor día deberé de repetirlo. Detrás de una, otra y mejor, a la tercera me animé y la piropeé, ella de reojo me vio y creo que me sonrió, asombrado quedé, impactado, recostado en el poste que me sostuvo y evitó que al suelo fuera a dar, que bella era. Y, ya ella en la otra acera volteó y me vio, además de nuevo me sonrió. Dije par mis adentros; ¡Dios mío! ¿qué es esto, será una invitación? ella se detuvo a curiosear en una vitrina que a su lado le quedó. Mi corazón de miedo mucho me latió, sentí que la sangre a mis mejías quemaron y luego de escuchar miles de voces en mi cabeza, que me decían; ve junto a ella, pregunta su nombre, pide acompañarla no importa a dónde vaya, mientras esto escuchaba tambien oía; no seas bruto, es demasiado para ti, seguro esta jugando contigo y al acercarte plantado como flor en maceta te dejará. Aturdido ya, pues de saber que sería tan complejo mejor habría entrado al colegio y la raíz cuadrada y los verbos sabría ahora conjugar, me dije. Cuando regresé en mí, la chica seguía aun ahí, se pavoneaba y sus piernas me mostraba y debo de aceptar que en mi vida ejemplar así me habría parado bolas, así que até mis agujetas, eche en mis palmas mi aliento. Me dije; todo esta bien, pero al ver mi reflejo en la vitrina, me repetí; ¡no espera! hay algo que anda mal, entonces me acicalé el cabello y bello me vi, me sentí actor de Hollywood, mi autoestima subió un par de puntos; me acomodé mis bolas, eso lo vi en una lica de acción, saque un chicle y lo coloqué en mi boca, lo mastiqué, ¡baboso! tanta era mi emoción que la lengua la mordí. ¡Ah! que ardor, fue tan duro que se me hinchó, pero ella, al ver que nada pasó su camino siguió contoneando sus caderas, las cuales eran sensuales y hermosas y de sus largas piernas, de ellas, ni hablar, su espalda, fina estampa, su cabellera, como cascada sobre rocas redondas por la erosión. ¡Qué mujer!, me dije; si no es hoy jamás pasará así que me atravesé la calle con semaforo en rojo. ¡Hijueputa! me dijo quien roso mis nalgas con el retrovisor, el cual quedó de lado, mientras me sacaba la madre los autos de atrás sonaban sus bocinas apresurando al vulgar, a quien casi me atropella, yo le saludé con mi dedo medio, que bueno que yo a pie y el motorizado, pues sino, madrina que me habría propinado. 
Cuando estuve a salvo en la acera de al lado, donde su aroma había quedado, respiré profundamente, ¡qué rico hueles! me dije y un andrajoso que nunca vi ahí sentado pidiendo limosna me dio las gracias y el ojo me guiñó. ¡A bárbaro! y apresuré el paso, pues la chica me llevaba cien metros de distancia y con pericia vi que al otro lado de la avenida otro chico aventado la vio y ese no se inmutó y a la carga se dio, yo sufrí un mini infarto y me dije; a la chica perdí, ese se ve más cabrón que yo y hasta esta mejor, me recordé de las clases de educación física y como si fuera carrera de marcha anduve que rápido atrás de la chica estaba, suerte tambien que al lanzado del otro lado de la avenida el mismo que le tumbe su retrovisor con mi nalga; había dado la vuelta, estaría en busca de mi audaz dedo, que para cuando el chico hozado se atravesó la avenida le chingo el otro retrovisor y ahí si que se armó el relajo. La chica se asustó al ver como se penqueaban, luego de sacarse la madre, que hasta la tira llegó y a los bárbaros separó y luego los enchachó. Yo a la chica de su mano la tomé y ella se sobresaltó al sentir mi contacto con ella que pencasió, en la mejía tambien me dio y al ver que era yo me dijo; lo siento, perdón, ¿te lastimé? y yo que llevaba mi lengua mordida y ahora mi mejía herida y colorada por tremenda cachetada le dije; no de preocudes etoy ben, muy ben. Ella me vio con cara de asustada, pues me dijo que pensó que con un janano me vine a ligar, pero yo le expliqué; ¡no!, do no hadlo azi, fe el golpe segudo, ella me sonrió muy apenada y mi cara con ternura acarició y mi mano luego la tomó, mientras aquella calle era un mercado, un pencazo por acá, otro por allá, los tiras, macanazo a uno macanazo al otro, de los almacenes la mara con aparatos robados por diestra y siniestra huían aprovechándose de aquel penqueo. Qué, el del auto, que seguro me buscaba a mí y con el carita se encontró y este no se ahuevó ni el dedo le mostró, sino que le marco los puños atinándole a la jeta. Pero para nosotros aquello era algo hermoso, pues nuestros ojos se veían con atracción, esa que se siente en plena juventud y mientras la esquina de la avenida era un caos, pues se escuchaban sirenas de patrullas y bomberos tambien, nosotros sellamos nuestro encuentro con un rico beso. Mi lengua no tenía pericia, pues aun sentía que me ardía pero el chicle que en mi boca tenía, le dio un sabor especial a nuestra saliva, una que iba y venía de entre nuestras bocas. Luego de aquel beso, ella me dijo; me llevas a mi casa, yo le dije que sí y al lado del dueño del auto pasé y al hacerlo este me vio y me dijo ¡hijueputa! mira lo que provocaste, que madrina me han colocado y de pilón te llevas a mi chava, pues hoy me pillé de mi chamba para encontrarme con ella, yo le sonreí y Brad Pitt me sentí y lo bueno, que la chica ni enterada que su novio estaba enchachado y recibiendo una buena paliza por haber llegado a sorprenderla, pero el sorprendido creo que fue él. Y, de la mano con mi conquista de esa tarde me fui.

- ¡Hijo, despierta! ¡es hora de ir al colegio!, ¡levántate o llegaras tarde!

Qué mala pata, primera vez que todo me sale bien y linda chica conquisto y solo era un hermoso sueño. Con lagañas en los ojos, pues ya no me dio tiempo a bañarme y ahí voy ya tarde al colegio, pero mientras sentado y cabeceando, pegando contra el vidrio yo iba, me dije; y, si mi sueño se hace realidad y me voy de pinta, me capeo y al colegio no asisto, ¡noooo! y en mi cabeza otra vez las voces llegaron; bien, vamonos, seguro el sueño era una premonición de que algo bueno te vas a encontrar. Pero tambien otra voz me decía; ¡noooo! debes de ser un chico responsable y al colegio debes de asistir. ¿Pero qué creen que elegí?, por supuesto, siempre es y será así, parada dije y del bus me bajé y camino tomé con rumbo al mismo lugar de mi hermoso sueño y al darme cuenta en la esquina de mi sueño ya estaba. Me acicalé el cabello, olí mi aliento, me comí el chicle sin morder mi lengua y los huevos me acomodé, listo, ahora solo esperar, paso una media hora y por ahí ni las moscas se oían pasar, luego otra media hora más y el condenado sol bien quemado ya me tenía, me decía; andáte a la otra esquina, donde no nos de el sol, pero yo creía que si lo hacía perdería la magia que ahí me tenía bien recalentado. ¡Maldito sol! y una sola nube no se veía, asi estuve como una hora y media y de la bella chica nada, ya lo sabía; me recriminé y en mi cabeza las vocesitas me gritaban; te lo dije, responsabilidad eso debes tener, aun estas a tiempo de aprender la raíz cuadrada y los verbos conjugar. Me dije; ahora escucharé a mi lado bueno y me encaminé para el colegio, pero otra vez en rojo me pasé el semáforo y en mi brazo un pencazo sentí, se trataba del retrovisor del mismo carro. ¡A la chingada! me dije, esto si se hizo realidad, ni verle la cara al pendejo, pues si lo hago se va a armar el relajo y el de la penqueada seré yo, enchachado al bote directo iré, pero enseguida del auto alguien se bajó y con una vos que creí conocer me dijo; ¿estas bien? ¿no te lastime? ven te llevo al hospital más cercano. Y de los autos que hacían fila, nadie protestaba por el retraso provocado, pues claro, si se trataba de una bella hembra en minifalda quien me consolaba y se le veía asustada, claro de eso me di cuenta luego de empezar a verla desde los pies, ¡bellos!, seguí por largas y torneadas piernas, ¡hermosas!, seguí viendo y en sus caderas una mínima falda y sus caderas, ni les digo, ahí me detuve por un rato, los demás autos me lo agradecieron, luego seguí mi viaje y llegué a sus senos, unos que eran presos en chica blusa y de ahí escapar deseaban que un botón casi se dispara, yo tuve cuidad y a un ladito me hice por si las moscas, luego subí la mirada y ahí estaba, la chica de mis sueños. Al verla me asombré, pues, ¿cómo podía pasar? eso no era posible, pero me estaba pasando que sentí un pequeño vahído, la chica me agarro y sus pechos en mi  cuerpo los sentí, si que estaban duros y de la banqueta alguien dijo; ¡la ayudo señito! se trataba del indigente que me guiño el ojo. ¡Nooo! dije y en ella más me apoye, ella apenada me dijo; suba a mi auto lo llevaré a donde me pida y obediente y rengueando un poco en el coche me subí, ella hizo lo mismo y al meter el freno su falda se le subió, yo dije; ¡gracias Dios mío!, ¿seguro no quiere que lo revise un médico? No, estoy bien, más bien, si me acepta un helado me daré por beneficiado, ¿qué me dice? ella respiro de alivio y me dijo; pues es lo minimo después de haberlo atropellado, pero mire, usted es un hombre cabal, pues ni un solo quejido le he escuchado, ¡caramba! 
No se preocupe peores golpes me han dado y a mi mente llegó una madrina que mi madre me propino el domingo pasado por no comer el guisado. 
La chica me llevó a un lugar muy especial y el helado nos comimos y de charla en charla, mi sueño le comente, ella se sonrió, yo dije; seguro pensará que son pajas. Pero algo mucho más complejo e inverosímil pasó. Pues ella me dijo; yo tambien soñé que atropellaba a un pendejo y que lo mande hasta la otra esquina y el había caído sobre un mendigo, el cual pensó que lo estaba robando y lo vergueo, entonces llegó la policía y un relajo aquello se volvió, hasta saqueos hubo, yo me sentía mal por lo que había hecho que hoy al despertar de mi mal sueño me dije; no iré al colegio y saldré para ver a quien ayudo y me encuentro contigo, mira que casi te mando al otro mundo, pero esto no es casualidad, ¿no te das cuenta? que el destino era conocernos y en sueño nos adelantamos, pues al verte bien, si eres tú al que el mendigo penquiaba. Nos vimos a los ojos por un minuto sin decir una sola palabra y cuando nos dimos cuenta, nos dábamos nuestro primer beso, fue algo magnético, pero cuando estaba a punto de rosar sus bellos labios y de sentir su rico aliento. Alguien gritó; ¡desgraciado! ¡deja a mi novia! ella se sobresaltó y dijo; es el pendejo de mi ex y no sé ¿cómo hacer para que me deje tranquila? Yo lo vi y era el bándalo que en mi sueño con su auto me buscaba, por lo del dedo medio, pero al este correr para seguramente  moronguiarme, al de una bicicleta tiró a la madre, este se paró como la gran chingada y al ver su bici hecha huevo se puso como la gran chingada y sobre el ex de la chica se lanzó, al verlo, era el carita de mi sueño que le daba una buena paliza al desgraciado. Aquello se volvió una de la chingada, que al rato las patrullas y las sirenas se escucharon y en la confusión, de los almacenes el bandolerismo se desató y de ellos, con objetos robados todos corrían, mi sueño se hizo realidad, pues entre los que se daban su madrina de la mano de mi chica pasamos, ella me veía muy enamorada y yo aproveché y el dedo le saqué al pendejo despechado y así de la mano por la avenida con mi nueva conquista me perdí.

¡Ah! esta vez no fue un sueño, pero sí era mi imaginación, la que el sol me tenía por la insolación, que cuando sentí en el suelo estaba y cuando volví en mí, el indigente con unos cartones me daba aire y las sirenas que había escuchado en frente de mi estaban y de la multitud que les conté, se trataba de los mirones que nunca faltan cuando alguien en plena calle se desmaya. Los bomberos me colocaron agua en la cabeza y suero tambien me pusieron y con rumbo al hospital me llevaron, mientras viajábamos por las avenidas y las calles a alta velocidad, me percaté, que quien manejaba la ambulancia era el desgraciado que me atropelló en el sueño y en mi insolación resultó ser el ex de mi bella novia y el bombero que me colocó el suero, no era otro mas´que el chico bien parecido de mi sueño con quien me disputé a la bella chica y tambien el de la bicicleta. Me dije; ¡ni la puta que me parió! y ahora qué ¿estaré desmayado aun o estaré soñando otro sueño? Pero cuando sentí que alguien me colocaba paños de agua helada sobre mi frente voltee para ver quien diablos era y adivinen ¿quien? ¡Siiii! era mi chica, la de las piernas largas y hermosas. 
Me dije; por fin ahora si. Ella me dijo; ¿ahora si qué? Le tomé la mano y ella sus ojos abrió, los chicos o los bomberos, me dijeron; ¡oye amigo! no te sobrepases con nuestra compañera. No, calmados todos, esta vez todo tiene que salir muy bine les dije y ellos dijeron; no lo llevemos al hospital, llevémoslo al psiquiátrico más cercano. ¡Esperen! ¿qué les pasa? dijo mi belleza uniformada, por favor todos callados dejen que les cuente. Y les conté todo lo que me había pasado y a cada quien el di su rol, mientras la chica me veía con ojos de asombro y yo vi un poco más adentro y vi que le gustó lo que le conté y dije; esta vez lo quiero hacer todo muy bien les pido amigos bomberos me disculpen y a ti mi bella enfermera, te pido que me des un beso. Ella aceptó y en seguida mis labios los humedeció con un delicioso beso, el chofer y el bombero enfermero, se pasó al lado de quien conducía. Le dijo; apaga la sirena, pues a estos mejor llevémoslos a un motel y se rieron y por las avenidas y calles nos perdimos. 

Todo esta vez salió bien, la ambulancia del amor le llamo desde ese día, lo único malo, es que perdí el año, pues en el examen final venía la raíz cuadrada de aquel día y conjugar los verbos tambien y ese día, el único que yo no fui a clases y con eso me trabaron en el colegio. Pero mi chica cada tarde a la salida del colegio con la ambulancia me espera y con ella los dos pendejos y, si tienen una emergencia ahí voy con ellos. Repitente soy, pero de pinta ya no me voy, pues para qué, si mi amor esta conmigo todos los días y al final del turno a mi casa me llevan y nos despedimos: Hasta mañana mi amor. 

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