viernes, 28 de octubre de 2016

El Lobo Maldito (Una historia de amor)


__ Yo quiero luz de luna... Quiero, luz de luna llena... Te quiero en plenilunio...    

Este era el lamento del lobo que cada día subía hasta lo más alto del bosque que lo guardaba; y, desde ahí no aullaba, simplemente veía al cielo y en su mente se repetía que quería luz de luna en plenilunio, pues ya era hora de que llegara para poder visitar a quien él amaba, pues ahora simplemente después de subir por los riscos y acantilados, es decir, las elevaciones más altas de las montañas, para ver sobre toda la forestal, sobre las copas de los árboles del inmenso bosque el cual era su escondite, su hogar por semanas. Mientras permanecía por un buen rato con el rostro puesto en el firmamento y con lagrimas en sus ojos al ver que la bella luna, estaba en otra fase lunar, luego, corría por el bosque, hasta llegar a una cabaña y desde la oscuridad del bosque mezclándose entre miles de luces titilantes, de insectos voladores y de ojos luminiscentes como los de él; desde ahí observaba a la cabaña, expresamente a un cuarto, el cual se mantenía con luz hasta entrada la noche. 

Entre tanto ojo nocturno, característico de los bosques, sobresalían un par de ojos, enormes y de color rojo, muy brillantes; las pupilas del lobo, las que se ajustaban como el iris de cámara que trata de enfocar el foco, para ver con claridad, con nitidez y cuando por aquella ventana aparecía la silueta por él deseada, de sus fauces abiertas, caían babas y su respiración se agitaba y eventualmente, sí aullaba, dejando el lugar sin más ojos que los colorados, los propios de él, la silueta al escuchar tan cerca el aullido del lobo, el cual aparentaba un tremendo lamento, un enorme dolor; su aullido anunciaba que se trataba de un lobo de enorme tamaño, uno más grande que el promedio de los de la manada y en la distancia, se escuchaban a los otros lobos de la manada responder al doloroso grito del alfa que se encontraba frente a dicha cabaña. 

La silueta que se asomaba por aquella ventana, era la de una bella damisela, una de curvas perfectas, de cabellera larga la cual le llegaba hasta donde iniciaba la curvatura de sus nalgas respingadas, unas que hacían juego con las pronunciadas curvaturas que de su pecho le colgaban con gallardía y en cuya punta o pezones los cuales señalaban hasta el lugar en donde se encontraba la ansiada luna del lobo; este se quedaba ahí, aun después de que la bella silueta se alejaba y se metía en su cálida cama. Una vez acomodada en ella, la luz se apagaba y el lobo suspiraba pero no se movía del lugar, tambien se echaba a dormitar, pero siempre pendiente de cualquier ruido que lo alertara para conservarse vivo y sano. Cuando el lobo observaba que los cielos se volvían de color rojizo o de color amarillento, se incorporaba en sus cuatro patas, bostezaba, lamía su hocico, se estiraba, sin dejar de observar a la cabaña, exactamente a la ventana, con desilusión daba la vuelta y se perdía en su hogar, el enorme bosque, quien se lo tragaba y el enorme lobo desaparecía en él. 
Por las mañanas regresaba hasta la manada y entonces se alimentaba de lo que su manada le dejaba, fruto de la cacería nocturna, este ritual se llevaba a cabo desde hace un buen tiempo. Desde una noche que él apareció agitado y perdido en el bosque y que al verlo la manada quien era el alfa, sintió celos, se sintió amenazado por el recien llegado, pues era enorme y hermoso, que las hembras de inmediato se acercaron al lobo solitario que de la nada un día apareció y con ellos se topó; el enorme lobo al ver la manada y al alfa enseñando sus afilados colmillos y su amenazador gruñir, este decidió que se alejaría para seguir en su soledad, pero cuando dio la vuelta y volver por donde llegó, sintió cuando sobre él cayó el lobo alfa de esa manada, el lobo solitario sin haber tenido una pelea previa, no sabía como defenderse a pesar de su enorme tamaño y su gallardo porte y más, al ver que su contrincante lucía heridas de peleas previas contra otros lobos y quien sabe si con otras criaturas; ya fuere por cacería o simplemente por defender a su manada o por algún encuentro con el animal más malvado del reino animal, uno que lleva por nombre: hombre. 
El enorme lobo al verse herido y que si no se defendía él no sobreviviría, decidió dejar salir su instinto y en cuestión de unos embates, unos gruñidos y acertadas mordidas en lugares estratégicos dominó a su contrincante, el cual, la manada pensó que sería devorado por el bello y enorme lobo, pero este, al ver a quien sin misericordia lo atacó, la vida le perdonó, lamió sus heridas frente a los ojos de todos los de la manada; lo cual, les causo emociones animales que hicieron se ganara el respeto de los más viejos hasta los más jóvenes y la atracción animal de las hembras, el que hasta hace unos instantes fue el alfa, con sus heridas lamidas por quien lo venció, reconoció quien mandaba ahora y pasó a ser el segundo alfa, quien le mantenía sus alimentos cada que el lobo alfa retornaba de sus misteriosas escapadas nocturnas, pero nadie se animaba a decir nada, pues un día apareció y por ello pensaron que tendría algo u otra manada que cuidar y como ellos mantenían a quien fue su alfa, por ello el quedaba al mando, mientras él se marchaba y que por las noches en la lejanía escuchaban su lamento en un aullido que estremecía al bosque completo a pesar de que este era enorme.

Cómo cada noche, a cierta hora, el enorme lobo gris ascendía a los lugares más altos del bosque y cuando llegaba ahí, se sentaba y su mirada la dirigía hasta el inmenso cielo y por largos momentos lo veía, hasta encontrarse con la luna. Mientras la veía, en su mente él se repetía como un lamento.

 __ Yo quiero luz de luna... Quiero, luz de luna llena... Te quiero en plenilunio...

Y muchas veces, al ver a la luna en una fase lunar que no era la que él necesitaba, después de un breve instante observándola con dolor y lagrimas en sus enormes ojos, después corría hasta aquella cabaña en donde vivía la chica de bella silueta.

Esta vez, el lobo llegó al lugar más alto de la montaña y al sentarse y elevar su vista, la alegría le invadió su pecho, pues por fin en el firmamento la enorme luna redonda invadiendo con su luz plateada a todo el bosque y a todas las ciudades de este hemisferio, aparte de su felicidad, cuando la plateada luz incidía con sus ojos, el lobo sentía en todo su cuerpo corrientazos de electricidad y otras sensaciones que no puedo describir, pues sucedían tan rápido, y él lo disfrutaba como si se tratara de un delicioso orgasmo, el cual se combinaba con espasmos dolorosos debido a su transformación, algo que lo hacía huir del  lugar, pues era algo insoportable y a la vez soportable, pues ese dolor y placer, eran la señal de que dejaría de ser lobo por unos días, para convertirse en lo que realmente él era, un hombre, que por desgracia un día se encontró con un ser maligno, quien se enamoró de él, pero al que no le pudo corresponder por tener dueño su corazón. 
Este maligno y hermoso ser, bella mujer con extraños poderes, lo maldijo y en lobo lo convirtió, pero como lo amaba tanto y al escuchar que de no ser porque su corazón ya no le pertenecía, ella que se había enamorado de él, se compadeció, pues sabía lo que era amar, pues lo amaba a él. Por eso le concedió ser lo que era, mientras la luna llena estuviera en el firmamento, pero para que esto diera resultados y la conversión se diera, sus ojos debían de ser bañados con el plata de la  luna en plenilunio, el efecto duraría mientras la luna estuviera en esta fase lunar, pues al terminar, regresaría la maldición. 

Mientras el lobo sufría en su transformación, este corría por el bosque, pues como hombre jamas saldría del bosque y se perdería en él y a la cabaña nunca lo encontraría, así que aprovechaba que aun siendo parte lobo, él corría con desespero en la dirección que solo como lobo conocía y cuando la transformación culminaba, él quedaba exhausto, tirado sobre la tierra del bosque, sobre las enormes raíces de los árboles o sobre planicies verdes y descansaba. Cuando recuperaba sus fuerzas, se levantaba y con algo de orientación animal caminaba hasta llegar a un lugar muy cerca de la cabaña, lugar en donde guardaba una mudada; se arreglaba, se afeitaba y se perfumaba para dejar el olor de bestia y ya como todo un galán, cortaba flores silvestres y se dirigía a la cabaña, salía de entre los ojos nocturnos del bosque y a la ventana se acercaba los ojos nocturnos del bosque, observaban como las siluetas del hombre y la bella mujer se abrazaban y se llenaban de besos, se amaban durante toda la noche y así, mientras duraba la gracia del hechizo o maldición. Cuando sucedería el cambio de la fase lunar, él sentía calambres en su columna, calambres dolorosos, y era entonces que se despedía de su amada con el pretexto de viajar, para ahorrar y un día con suficientes recursos desposarla y nunca más separarse de ella.

Así, se repitió el ciclo por mucho tiempo, hasta que un día, siendo hombre con la malvada y enamorada mujer se encontró de nuevo, este al verla le suplicó que retirara de él la maldición.

__ Si me amas, devuélveme mi vida normal, deja que sea quien en realidad soy, deja que me vaya, libérame y libérate tú, busca el amor en alguien que no tenga dueño su corazón.

__ Lo haré, porqué te amo, pero con una condición.

__ ¿Cuál? La que sea la cumpliré, pero ¿cumplirás tu promesa de amor?

__ Con el dolor de mi corazón, pero lo haré, te lo juro.

__ Está bien, ¿cuál es la condición? Ella respondió con lagrimas en sus ojos, pero con brillo de amor por él.

__ Quiero que me ames como si fuera yo la dueña de tu corazón. 

Él quedó pensativo, pues eso sería traicionar a quien amaba, pero tambien le daría a quien lo maldijo y lo amaba un poco del amor que nunca tendría, que dijo: aceptó. Y esa noche con pasión y un poco de amor a ella la amó, ella quedó satisfecha y triste por perder a quien ahora amaba mucho más, pero como lo amaba tanto, tambien lo entendió y la maldición de él retiró. Este agradecido con ternura la beso, ya no tendría que esperar nunca más para vivir al lado de la mujer que tanto amaba, la malvada mujer con su corazón destrozado del bosque para siempre se alejó. 

Esa noche, mientras el que fue lobo alfa con gran ilusión en su corazón se dirigía con rumbo a la cabaña; pero mientras avanzaba ya con ropa, embellecido para su amada recordó que no le llevaba flores, entonces se desvió un tanto para buscar las mejores flores y cuando se encontraba agachado recolectando las más bellas flores silvestres, la luna llena lo ayudaba para encontrar las más bellas de las flores del campo. 


Algo este escuchó cuando recolectaba las flores y en su cuerpo el miedo lo invadió, al grado que su cuerpo empezó a temblar, lentamente sin levantarse se volteó y de entre los troncos de los enormes árboles, lentamente de la oscuridad, quien lo acechaban apareció, lo que se vio fueron dos enormes colmillos y unos ojos amarillentos que sobresalían en la oscuridad, se trataba del lobo alfa, a quien siendo él lobo le había perdonado la vida, el hombre se volteó y a los ojos fijamente lo miró,  y le habló, pero el lobo no entendía lo que este le decía y más se acercaba, de sus fauces caían gotas de saliva y sus ojos eran desorbitados, el alfa se encontraba solo, la manada se había quedado muchos metros atrás, el hombre se colocó en posición para recibir el embate del tremendo y feroz lobo, quien sin pensarlo más sobre él se abalanzó y en medio de la lucha entre hombre y lobo feroz, se acercaron el resto de la manada y los rodearon. En una de tantas, el hombre apartó al enorme lobo, pero su cuerpo sangraba por los rasguños y las mordidas, la manada quiso atacar, pero le alfa dio la orden de que se apartaran y de nuevo contra él se abalanzó, y con su vida terminó. 
Cuando el hombre yacía sin vida sobre la planicie y a su alrededor, las flores regadas y maltrechas, el lobo alfa se acercó para devorar a su presa, el resto esperaba su turno si es que el lobo alfa dejaba algo, este cuando se acercó para devorarlo, vio los ojos sin vida del hombre los cuales quedaron observando a la luna llena, una enorme de octubre, el lobo alfa se asustó y se separó del cadáver al percatarse de que acababa de recuperar a su manada, pues había matado a quien le perdonó la vida siendo un lobo y por ello, no lo devoró y la orden dio de que se alejaran de ahí y que dejaran al hombre sin mutilarlo; mientras se alejaba, el enorme lobo lloró.

Y desde ese día, cada plenilunio, sube a lo más alto del bosque para aullar a la luna en plenilunio, el aullido se oye desgarrador, y en la lejanía, todos los lobos del bosque responden con dolor, pues, por el alfa se enteraron del cruel final de quien por un tiempo a todos los gobernó y dominó con amor y gallardía.

Mientras, en la cabaña, la silueta espera a su amado, quien nunca regresó.




                                      El Fin
   

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