jueves, 13 de octubre de 2016

Honor en las Guerras


Por las cadenas de noticieros transmitían la noticia del proceso en la corte marcial para el general apresado y acusado de traición a la patria, él se defendía con los argumentos de que, en la guerra debe haber honor, que por ello, él y su batallón al cual condujo durante la guerra sin tener una sola baja, les ordenó; qué liberaran a los prisioneros de guerra, pues el solo hecho de haber caído heridos en el campo de batalla y luego se les condujo a las cárceles para sanar sus heridas, eso se hizo por humanidad, pero la humanidad se acabó cuando una vez sanos, los llevaban a campos de concentración para ser tratados como animales, causarles heridas que nunca volverían a sanar y que los acompañarían de por vida, hasta su vejez o lo que Dios les permitiera vivir. Pregunto: - Entonces; ¿para qué diantres se les sanó, no era mejor allí mismo acabar con ellos?... 
Este era el argumento del general, quien además de estar preso había sido humillado arrebatándole sus condecoraciones y otros honores logrados a lo largo de su vida castrense. 

Al final de su corte marcial, el general fue condenado a diez años de prisión y además, había perdido todo a lo que como general y soldado condecorado tenía derecho. 

A las afueras, pocos a su favor, pero la mayoría de la nación en su contra, lo tildaban de traidor, de cobarde. Cuando lo condujeron hacia la prisión de alta seguridad, se le permitió dirigirse a las cámaras de los noticieros, pero algunos de ellos, apagaron sus transmisiones y no transmitieron nada de lo que habló, fueron pocas las cadenas que sí le dieron la oportunidad, por ética profesional y por el hecho de no tomar partido, las cadenas que transmitieron sus palabras, las cuales, fueron sus ideales, los que no le ayudaron a la hora del juicio. 

Sin embargo, en el otro lado del mundo, hubo alguien que lo escuchó y al verlo él recordó cuando fue su rehén, pero callado él quedó.

- Oye Amir, ¿tú no eras uno de sus prisioneros de guerra?
- No, claro que no, fue otro quien me torturo. Dijo Amir, pues de saber que mentía sería tambien considerado un cobarde y perdería sus condecoraciones.

Esa noche, Amir no pudo dormir, de pensar de que su enemigo en su propio país era tratado como un cobarde, como un traidor, como un desertor y de no haber sido por sus ideales de honor, él habría sido mutilado, violado, maltratado, hasta el punto de quizá morir, como muchos compañeros de los cuales nunca se supo nada, pues aunque confesaron, murieron.

- Hola Amir, mira, acá te traigo a un cobarde soldado, el cual tiene traslado para que le demos un trato especial. Se trata del mayor Sugar.
- Gracias Amín, deja conmigo a esta rata mal nacida, mañana le daremos lo que les damos a los enemigos de nuestra causa. Y rieron los dos.
- Por aquí maldito. Le dijo Amir al mayor Sugar, mientras lo aventaba contra la pared de adobes, la cual olía a sangre, orines y a mierda. Aquel lugar, el cual carecía de ventilación y tambien de iluminación. Pero el mayor Sugar aun en la oscuridad y con su cuerpo lleno de moretones por las golpizas que recibió en su cautiverio como prisionero de guerra, lo vio a sus ojos y creyó reconocerlo.  Cuando quedaron solos, el mayor Sugar le dice a Amir.

- Yo te conozco, y tú, ¿no me recuerdas?
- Cállate, maldito hereje, mejor aprovecha de tus ultimas horas, pues ni idea tienes que, los que llegan a este lugar, es porque serán sacrificados.

Amir, se retiró y ahí lo dejó, no sin antes de retirarse del lugar para callarle, le dejó ir un culatazo en el abdomen, el cual lo dejó sin aliento para hablar y al suelo cayó, a pesar de estar engrilletado; sobre excremento humano y orina él descansó, pues no pudo levantarse, a él llegaron una vez cerrada la puerta, las ratas, para olfatearlo y buscar en él algo de comer, tambien frente a sus ojos, unas enormes cucarachas de color blanquizo o era por la arena o así eran los colores de su especie.

Amir entregó su turno y se dirigió a su lugar de descanso, pero este no conciliaba el sueño y en su mente resonaban las palabras que escuchó por la transmisión televisiva del general quien ahora iniciaba su condena de diez años. También, resonaban en sus sienes las palabras del mayor Sugar, quien fue el que lo trasladó del hospital, una vez sanadas sus heridas de guerra con rumbo hacia las más temidas cárceles para ser torturado. Pero en el camino, siguiendo las ordenes de su general, pues él ademas del resto de ese famoso pelotón de soldados de honor, tambien compartían las ideas de su general, así que llegó con Amir a un lugar en donde le dijo.

- Por orden de mi general estas en libertad, regresa a tu hogar y no olvides nunca que se perdonó la vida, pues de haberte llevado a dónde te llevaba, luego de torturarte y de sacar de ti toda la información deseada, te esperaba una cadena perpetua o la muerte, que es lo mejor en estos casos. Amir, extrañado y con miedo en esa oportunidad le dijo al mayor Sugar.

- Seguramente es otra de sus tretas desalmadas y por la espalda me dispararás, diciendo que me fugaba ¿verdad?
- Ya vete hombre, antes de que nos descubran y nos metas en grave problema, vete, regresa a tu hogar, a seguir tu lucha sin sentido. Ahora todos estaríamos en nuestros hogares con nuestras familias de no ser por sus ideas locas y estas guerras estúpidas. 
Como Amir no se bajaba del vehículo, Sugar lo patio y con ese golpe, lo arrojó fuera de su vehículo, quedando Amir indefenso sobre la arena blanca, entonces el mayor Sugar le dio marcha a su vehículo militar, dejándolo perdido entre una nube de arena, la cual, al tiempo se disipó quedando ahí en soledad el soldado quien cayó en combate y fue sanado por el enemigo y quien ahora era, de unos pocos privilegiados que quedaba en libertad. 
Amir, no se lo creía, que al disiparse toda la arena corrió hasta un lugar seguro, al llegar a él, se hincó y a su Dios alabó y le agradeció por la oportunidad, por el milagro, pues su enemigo, era quizás de los más sanguinarios sobre el planeta, pues era por ello que la guerra nunca terminaba, porque su pueblo heredaba el odio por y para ellos. 

Amir pensó mientras descansaba, luego de orar por casi una hora, que si regresaba así, sano y curado por sus captores, sus amigos y su mismo ejercito lo asesinarían, por que seguramente había sido un cobarde que colaboró con el ejercito enemigo y por ello, le dieron la libertad. Amir tomó unas rocas y se destrozó parte del rostro, casi mutiló una pierna y a sus brazos, a uno lo quebró y al otro se lo dislocó, luego de estar completamente herido como si fue torturado, se arrastró por días por el desierto hacia donde él conocía que estaba su ejercito quien lo encontró al cabo de varios días y como héroe lo recibieron y hasta lo ascendieron, lo sanaron y de nuevo lo reintegraron a su ejercito. 
Todo esto regresó a su mente, mientras la noche transcurría, Amir sabía que al mayor Sugar quien ya estaba condenado a muerte con otros más y serían asesinados en transmisión que mandarían en una cinta para que vieran sus enemigos lo que les esperaba sino eran intercambiados por sus compañeros que seguro ya habían muerto en manos del enemigo, o por no acceder a otras peticiones más, entre los condenados a muerte, habían civiles, periodistas que por el echo de ser de esa nación eran considerados tambien enemigos, habían tambien civiles, turistas secuestrados y llevado hasta ahí.

El sol nació por el horizonte y a su ventana la luz solar le llegó, Amir no pudo dormir en toda la noche. 
Amir se levantó, no comió pues, no tuvo hambre, se vistió con su uniforme de militar y se encaminó hasta el lugar del cual ahora él era el comandante y jefe.

- Buen día Amir, ¿cómo dormiste? supongo que descansaste bien, pues pronto tendrás la oportunidad de regresar a estas basuras de la manera que te encontramos, para después en nombre de Dios, los ejecutaremos, ¿no te sientes bendecido? ¿no te sientes bien?
- Claro que sí teniente, retírese. 
- Si mi mayor Amir. Se cuadro el teniente y cumplió la orden de su jefe. Amir se dirigió hasta la cloaca, donde aun estaba sobre la mierda el mayor Sugar, abrió la puerta y en la cuasi cueva entró, ahí adentro se encontraba el mayor Sugar y otro soldado, quien seguro llegó por la noche con el mismo destino que Sugar. 
- Este, ¿quién es? preguntó Amir.
- Es otro condenado al igual que yo, otra victima de tu guerra Amir. ¿Ese es tu nombre verdad? ahora lo recuerdo bien. 
Amir le propinó otro golpe para callarlo, pero el mayor aun con el labio partido y sangrando siguió con sus recuerdos.
- Así le pagas al general que te perdonó la vida y que por uno más, que eres tú, él esta en una cárcel.
- ¿Cómo lo sabes?
- Las noticias vuelan, aun aquí Amir. Mi general si tenía honor de guerra, él si es un militar, ustedes son una caricatura, ¿no es así Amir?, son una mierda, tanto que tuviste que herirte para ser recibido por los tuyos, pues si nosotros no te matamos ellos, los tuyos sí.
- ¡Cállate maldito!  
- ¿Por qué? por decir la verdad, nosotros te sanamos para luego, sano darte tu libertad.
- ¡Que te calles maldito!

El otro soldado, quien llegó por la noche solo escuchaba y veía como Amir golpeaba al soldado Sugar y este soportaba los golpes y seguía psicológicamente atacándolo.
Amir se retiró, pero antes les dijo. 

- Disfruten de su última noche, mañana al medio día, yo te dispararé en la cabeza bastardo, 

Cuando dijo esto Amir ya estaban ahí, presentes, otros soldados de su pelotón sanguinario y mortal.

Cuando era media noche, el mayor Sugar hablaba con su acompañante, el mayor le daba consuelo al joven soldado, quien lloraba encadenado y echado sobre las porquerías, además con su cuerpo herido por la tortura recibida.

- Mi mayor ¿cree en Dios?
- Claro hijo, nunca pierdas la fe, pues Él, tiene sus formas de ayudarnos, extrañas pero, por fin ayuda, dentro de unas horas estaremos frente a Él y le podrás preguntar y obtendrás las respuestas, verás que todo tienen sentido.

Eso no ayudaba mucho al joven soldado, quien sollozaba.

- ¿Sabe mi mayor? al regresar, en dos meses de servicio más que me quedaban, nos casaríamos con mi novia, la amo tanto y ahora si tenemos suerte, solo recibirá mi cadáver o una medalla y una bandera, además un agradecimiento por el Señor Presidente, pero eso no le bastará, ella sufrirá. ¡Esta mierda de guerra sin sentido!

- Silencio soldado, ¿escuchaste? Le ordenó y pregunto el mayor al joven soldado, pero este quedó mudo tratando de escuchar algo.

Afuera de su prisión se escucharon unos golpes y se escuchó, cómo unos cuerpos se desplomaron al suelo, el joven soldado dijo emocionado.

- Tiene razón mayor, los nuestros han venido a rescatarnos... Gracias Dios mío.
- No lo creo soldado, no lo creo...



Continuara...

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