jueves, 6 de octubre de 2016

Ya te perdí


Mi mente controló a mi corazón.
Callado frente a ti quedé, 
un silencio y algo de odio invadió mi corazón, 
verte frente a mí en brazos de otro, 
sufrí, pero tambien comprendí
que el error fue todo mío, escuchar a mi orgullo, 
no a mi perdón, por eso digo: 
Que mi mente controló a mi corazón.

No pude hablar cuando debí.
Ahora pagó con este dolor, que esta frente a mí,
pues, cuando debí hablar y callado quedé,
ahora que te perdí, vengo a pedir perdón
pero para mí es tarde ya, 
en otros brazos ahora estás, te ves feliz,
quizás mucho más que junto a mí,
entonces comprendí; que te perdí.

El silencio se apoderó de mí y seguí parado ahí.
Entre la oscuridad que ahora vive en mí 
y, en la del lugar, dónde en brazos del otro te encontré,
no quiero moverme de aquí.
Tu vista por fin me vio y sentí que te vería sonreir,
pero en ese instante, él más te apretó y a tus labios los besó, 
tus ojos se cerraron y a tu boca, sus besos callaron
y la sonrisa que imaginé, nunca a mí llegó.

No hablé cuando debí, ahora lo sé, que te perdí.
Hoy que quiero hablar y pedir perdón es tarde ya, 
pues en brazos de otro, feliz te encuentro;
mi corazón, ahora lloró, antes solo calló, mi mente lo dominó,
fue tonto orgullo quien nos separó.

No pude hablar cuando debí, ahora ya te perdí.
Abrazando con fuerza el cuerpo que una vez me dio calor,
me dio amor, me dio placer, me dio compañía; tanto me amó
y si deseaste sonreir o tal vez hablar, 
su boca se interpuso y con sus besos la silenció.

Ahora con mi oscuridad y la del lugar.
Sin hacer un solo ruido me voy de aquí silencio sin piedad, 
es quien me acompaña a mi destierro del amor.
En mi espalda, una puñalada fue oir tu voz, 
fue una sonrisa que al lugar iluminó, 
no fue burla, fue de emoción y alegría en tu corazón.

No me detuve, seguí mi camino, sin darme cuenta, si avanzo o no.
Triste voy, pues cuando debí hablar mi mente a mi corazón cayó,
mi orgullo en ese instante solo se río, triunfador me creí,
pero, solo fui otro perdedor más. 
Pues perdí el amor que tanto me amó.

Cuando por fin escuché tu voz, lo que escuché fue tu linda risa.
Llena de emoción y de satisfacción, eso me hirió, 
hoy me recrimino que tonto fui, cosas del amor;
a veces son pura miel y otras son la más pura hiel,
ese es mi destino ahora sin ti.

Lejos ya voy y sigue tu risa resonando en mí.
Qué tonto fui, cuando debía hablar 
mi mente al corazón dominó y el único que ganó; 
fue el tonto orgullo, vil orgullo que termina con todo amor. 

Acompañado de un tonto silencio, ahora lo pago 
con mucho dolor y es mi corazón el que sufre más,
mi mente, solo me atormenta con tus recuerdos
y mi orgullo; nada me dice, el silencio y la oscuridad 
son quienes me acompañan y lo harán por largo tiempo. 

Adiós mi bello amor, no te imaginas cuanto te amé.
Si te herí no fui yo, fue un tonto orgullo  
quien a mi mente arrulló y este a mi corazón dominó,
ahoa lo sé, tuve que hablar cuando debí, hoy tarde es 
y eres feliz, lo vi, lo sé muy bien, me alegro por ti 
más no por mí.

Es el precio que pagaré, verte así. 
Feliz, en brazos de otro que si te valoró 
y su amor te entrega a manos llenas.

No hablé cuando debí hacerlo. 
Ahora me queda un gran dolor, silencio y oscuridad, 
recuerdo grato serás y mi corazón sufrirá 
por el resto de vida y en la eternidad lo hará también.
Debí hablar, pero callé...








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