sábado, 5 de noviembre de 2016

Cadena perpetua por amor


Tus cariñosas palabras me tienen preso, soy dichoso y no creo que nadie lo sea como yo. 

Entre los barrotes de tu amor, soy el preso más feliz y, aunque las rejas no tienen candado no quiero de ahí escapar, por ser el mejor lugar. 

El corazón de la mujer que me dio su amor y al que con sentimiento me entregué, guardado en esa carcel que se ubica en tu pecho, mujer, el preso más feliz, ese soy.

Aquí recibo de lo mejor, lo mejor, calor que no hay en hotel cinco estrellas, alimento que alimenta a mi alma, agua que sacia mi sed, aromas que adormecen a mi cerebro, sabores que despiertan a mi paladar, palpitaciones que erizan a mi piel. 

Di, ¿qué calabozo sería mejor? 
Con astucia me acosaste, me acorralaste y por fin un día me arrestaste, mis manos engrilletaste y a mi amor enamoraste, sin oponer resistencia hasta tu corazón me llevaste y ahí me encerraste.

Fueron tus cariñosas palabras las que conmigo dieron y en seguida me atraparon, sin movimiento me dejaron y a ti me entregué, tambien me leíste mis derechos, sabía que debía de quedar callado.
Pues, sabia lo que me esperaba si algo en mi defensa decía, atento escuché a quien me atrapó decir:

__ Tienes derecho de amarme solo a mí.
__ Todo lo que debes decir es: te amo, te amo mi amor.
__ Si no tienes quien te defienda yo lo haré con uñas y dientes.

Ante esas advertencias, no me quedó más que amarte y entregarte toda mi vida, todo mi amor. 

Ahora cumplo mi condena, una que será cadena perpetua, hasta que la muerte de ti me separé y aun así no querré de tu corazón salir.

Porque desde el día que tus cariñosas palabras me atraparon soy feliz como nadie, ya olvide la libertad que un día tuve y como ladrón de amor vivía, con una por acá y otra por allá, un corazón roto por acá y otro por allá. 

Ahora cumplo mi condena, lo hago en el mejor lugar, disfruto estar detrás de estos barrotes, de esta carcel que no tiene candado, por qué de aquí no quiero nunca escapar y no lo haré jamás, pues no hay ni habrá mejor condena que la que el juez un día me dictó y a tus brazos me envió y en ellos resido hoy.

El juez al dictar sentencia esto dijo:

__ Sergio. ¿Aceptas a esta mujer para cuidarla en la salud y en la enfermedad?
__ ¿Aceptas cuidarla y con amor acompañarla hasta el día de su muerte?
__ ¿Aceptas serle fiel?
__ ¿Aceptas hacerla muy feliz?

Y yo, con el mayor de los gustos, acepté su sentencia y con mucho amor la vivo, es la mejor condena que a nadie le dieron jamás.




  

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